«No guardo rencor. No soy española», afirma la hermana Paciencia - Alfa y Omega

«No guardo rencor. No soy española», afirma la hermana Paciencia

La hermana Paciencia Melgar superó el virus del ébola en un hospital de Monrovia al que ningún occidental entraría ni a ponerse una tirita. Ningún país la repatrió porque su pasaporte es africano. Pero en cuanto supo que el misionero García Viejo necesitaba ayuda, pidió rápidamente venir a España para donar su plasma. El proceso fue lento, y llegó tarde. No pudo salvar la vida de Manuel y se lamenta por ello. Pero su amor ilimitado a Dios ha hecho que lejos de tener rencor, asuma que su vida es para hacer el bien y «para seguir el ejemplo de Jesús», como ella misma reconoció el lunes en una mediática rueda de prensa. «No guardo rencor a nadie por no haber podido venir antes a España cuando tenía el virus, pues no soy española. Y sí, me alegro de estar aquí hoy haciendo el bien y poder ayudar. Dios escribe recto sobre renglones torcidos», aseguró. No la trajeron para salvarla, pero sí para demandar su ayuda. Su plasma se utilizó para salvar a Teresa Romero. Así son los misioneros, pura donación sin ningún tipo de reproche

Cristina Sánchez Aguilar

No cabía ni un alfiler en la rueda de prensa ofrecida el lunes por la Fundación Signos Solidarios, la ONG de las Misioneras de la Inmaculada Concepción, congregación a la que pertenece la hermana Paciencia. Hasta fue emitida en directo por el programa de Ana Rosa, en Telecinco. Difícilmente una religiosa había acaparado tanta atención mediática como en esta ocasión. Ante decenas de cámaras y periodistas, la religiosa se quitó el estigma de heroína y afirmó, con sencillez, que «la vida sólo tiene sentido si es para darla». Y dejó claro que la fuerza no viene de uno mismo, «sino de la creencia en un Dios amor que entrega su vida por los demás». Todo un testimonio para los telediarios.

La hermana Paciencia habló poco. Pero la mayor parte de sus palabras iban dirigidas a agradecer. Primero, a sus hermanos misioneros que fallecieron, tanto en España como en Liberia, para salvar la vida a otros. Después, a todos quienes la apoyaron y rezaron para que salvase su vida en aquel hospital liberiano, donde «moría gente gritando a mi alrededor, tumbados en el suelo por falta de espacio», algo que calificó como horroroso. También ofreció todo su agradecimiento a los sanitarios españoles, especialmente al personal del Hospital Carlos III-La Paz: «Se han portado conmigo de manera excepcional tanto los médicos, enfermeros, auxiliares de enfermería y técnicos. Son buenos profesionales, generosos, amables y simpáticos. Estoy orgullosa de la sanidad que hay en España». Especialmente, se refirió a Teresa Romero por su «generosidad y entrega por ofrecerse a cuidar a los misioneros» y explicó que todavía no había contactado con la auxiliar de enfermería, ni en persona ni por teléfono. «He visto su foto en los periódicos», aseveró. Entre la multitud de gracias, se refirió al Gobierno español, que con el apoyo de los hermanos de San Juan de Dios, a través de la ONG Juan Ciudad, «agilizó» su viaje, al que se ofreció voluntaria, para ayudar a García Viejo, que falleció pocas horas después de su llegada. «Me desanimé mucho por esta noticia», expresó.

La religiosa aseguró que en ningún momento pensó que se iba a morir, «ni siquiera el día que vi a la hermana Chantal muerta tumbada en la cama y la ambulancia que venía a llevarme». Afirmó que «en ningún momento me faltó paz y la serenidad», y suplicó a todos los países que se involucren en la lucha contra la epidemia de ébola, «un enemigo peligroso que no ataca sólo a los países africanos».