Salvador Bernal, biógrafo de don Álvaro: «Era un padrazo» - Alfa y Omega

Salvador Bernal, biógrafo de don Álvaro: «Era un padrazo»

Fue el biógrafo de don Álvaro del Portillo, con quien compartió muchos veranos de trabajo y amistad. Salvador Bernal, doctor en Derecho y periodista ha compartido con la Diócesis de Málaga sus impresiones sobre el segundo prelado del Opus Dei, que será beatificado en Madrid el próximo día 27. Una entrevista de Antonio Moreno

Redacción

Tuvo la suerte de conocer muy de cerca a Don Álvaro del Portillo…
Aparte de lazos familiares, fui convocado para colaborar con él en el proceso de beatificación de San Josemaría Escrivá, y esto me hizo estar mucho tiempo a su lado durante varios veranos. Fueron muchos, muchos días de trabajo muy intenso en los que convivíamos con él un pequeño equipo de personas. Esa proximidad me permitió conocerlo muy bien, tratarlo, admirarlo y quererlo.

¿Cómo es la vida al lado de un santo?
Es curioso, se vive con gran normalidad. Él era una persona de un trato afable, que se preocupaba por ti, que parecía que te conocía de toda la vida. Era especialmente un padrazo, todo muy sencillo. Cuando vienen las canonizaciones y empiezan las aureolas y tal, parece otra cosa. La ventaja de haber conocido a las personas es comprobar que lo sobrenatural mejora la naturaleza, pero no la modifica.

¿Qué mensaje de su vida destacaría como ejemplo para el hombre de hoy?
Yo le tengo por intercesor de la paz estos días que tantos conflictos hay en el mundo. Era un hombre muy de paz. La fomentó siempre.

Uno de esos lugares necesitados de paz es Tierra Santa, un lugar que tiene mucha importancia en su biografía…
Él siempre había tenido, como cualquier católico, una gran devoción a los Santos Lugares, pero no pudo viajar a Tierra Santa hasta después de cumplir los 80 años. Y lo tremendo fue que, la misma noche en que volvió, falleció inesperadamente. Este hecho impresionó mucho a San Juan Pablo II. Tanto, que se sintió movido a una cosa insólita: salir del Vaticano e ir a rezar a su capilla ardiente, que estaba en la Iglesia prelaticia de Santa María de la Paz. El día antes de su muerte, don Álvaro había celebrado la Eucaristía junto al Cenáculo, y esa conexión con el Señor, con la Eucaristía, impresionó al Papa.

Diócesis de Málaga / Redacción