Madre María Purísima, una santa madrileña - Alfa y Omega

Madre María Purísima, una santa madrileña

Monseñor Carlos Osoro presidió el domingo una Misa de Acción de Gracias en el Convento de las Hermanas de la Cruz por la próxima canonización, el 18 de octubre, de la beata madrileña María de la Purísima de la Cruz

Sandra Madrid

Monseñor Carlos Osoro destacó de la Madre María Purísima la alegría, pobreza, sencillez y humildad. Dejó a todas sus hermanas ese espíritu de santa Ángela de la Cruz. Todas estas virtudes –resaltó el arzobispo– fueron vividas por ella en grado heroico. Realizó su misión con alegría y sencillez, confiando que hasta en nuestra debilidad se manifestaba la gracia de Dios. Ella puso los ojos en el Señor.

En una Misa concelebrada por el arzobispo castrense, monseñor Juan del Río, y el secretario general de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, el arzobispo de Madrid definió a la beata como un regalo de Dios. Nunca podremos agradecer lo suficiente al Papa Francisco el gesto de canonizarla, dijo. Ella es escándalo del amor de Dios –continuó–, de considerar a los otros más importantes que yo. Somos de todos y para todos, como ella. Ella provocó en todas sus hijas el escándalo de la identificación de nuestro Señor Jesucristo. Si volvemos la mirada a Jesús, la veremos a ella.

«Estaba llena de Dios»

En una entrevista concedida a El espejo de Madrid, de la Cadena COPE, la sobrina de la Madre María Purísima de la Cruz Olga Salvat afirmó que su tía, «desde pequeña, estaba muy unida a su madre, la ayudaba y siempre tenía mucho amor a los pobres. En su época de estudiante dedicó mucho tiempo a conocer el carisma de santa Ángela y de las Hermanas de la Cruz, y consciente de su vocación religiosa vio que su lugar estaba allí».

Olga Salvat contó que María Purísima «llevó la enfermedad en silencio; no lo sabía ni la familia, ni nadie. Por lo tanto, lo llevó con entereza y, como ella misma dijo cuando el final estaba cerca: ¡Qué alegría cuando me dijeron…!»Además, destacó que su «profunda espiritualidad, irradiaba una luz particular. Estaba llena de Dios y eso se notaba».

Respecto a la canonización, Olga explicó que la están viviendo «con alegría, impresión y responsabilidad. Tenemos una santa a la que tenemos que imitar, y estamos muy contentos por las Hermanas de la Cruz, porque son un tesoro que tiene la Iglesia y todos nosotros. Ellas siguen siendo como santa Ángela las hizo, trabajando humildemente, viviendo la cruz y entregándose. Como mi tía decía, que nuestro amor sea sin pesar, sin medir y sin contar, y así siguen siendo las hermanas».

La hermana María del Robledo, superiora del convento de las Hermanas en Madrid, fundado en 1928, lleva cinco años en esta casa, donde viven 14 religiosas, y subraya la especial dedicación de la comunidad «a atender enfermos en sus domicilios, de día y de noche». «De noche –cuenta–, los velamos en sus casas y hacemos los servicios que ellos necesitan: arreglar a las abuelas, ayudar en la casa, hacer la comida…» A través de esas necesidades materiales, llegan al corazón, «porque es un momento propicio para acercarse al Señor».

Las Hermanas de la Cruz también atienden a los más necesitados: «Vivimos de la limosna. Otras hermanas, incluso, la piden de casa en casa para atender a los pobres».

La beata hermana a Madrid con Andalucía

La alegría por la próxima canonización de la Madre María de la Purísima ha hermanado a Madrid con Andalucía. La beata nació en la capital de España en 1926, pero vivió la mayor parte de su vida en Andalucía, hasta su muerte, en Sevilla, el 31 de octubre de 1998.

Las Hermanas de la Cruz están indisolublemente unidas «a la historia de Sevilla en el último siglo y medio», ha escrito el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo. «Con su pobre y tosco sayal, son la admiración de esta ciudad y de todas aquellas poblaciones de Andalucía y España, Italia y Argentina, donde tienen sus casas, porque viven el Evangelio químicamente puro, con toda su belleza y radicalidad. De sus casas salen cada noche para velar y servir con infinito amor a los enfermos, y en ellas socorren a los pobres y cuidan con caridad sobrenatural a las ancianas acogidas y a las niñas de familias humildes, a las que brindan una sólida formación humana y cristiana», añade.

En Villacarrillo (diócesis de Jaén), el anuncio de la fecha canonización ha coincidido con la celebración del 50 aniversario de la llegada al pueblo de las Hermanas de la Cruz. Las celebraciones contaron la pasada semana con la presencia del obispo, monseñor Ramón del Hoyo, que bendijo una imagen de sor Ángela de la Cruz frente al monasterio, y del arzobispo emérito de Sevilla, el cardenal Carlos Amigo.

Ricardo Benjumea