Padre Ziad en Siria: «Lo confío todo a la Gracia de Dios» - Alfa y Omega

Padre Ziad en Siria: «Lo confío todo a la Gracia de Dios»

El padre Ziad ha ayudado durante años a refugiados en Siria. Ahora abandona el país. «Sin el apoyo de organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada no habría podido hacerlo», dice. La Compañía de Jesús probablemente no tenga, hoy en día, misiones más peligrosas y agotadoras que confiar: desde hace años, el jesuita sirio Ziad Hilal ayuda a las víctimas de la guerra en Siria. Desde Homs, la ciudad que durante mucho tiempo fue el blanco de encarnizadas luchas entre el Gobierno árabe y los rebeldes, se ocupa de organizar las actividades humanitarias para refugiados, para el Servicio jesuita de refugiados (JRS)

Ayuda a la Iglesia Necesitada
Ataque del ISIS en Siria

Amplias partes de la ciudad se encuentran completamente destruidas. Uno de los religiosos pertenecientes a la comunidad del padre Ziad, el padre jesuita holandés Frans van der Lugt, fue asesinado aquí por rebeldes en 2014. «Ya en 2011 comenzamos a prestar ayuda a los refugiados de guerra» dice el padre Ziad. «Desde entonces, lamentablemente no hemos dejado de tener trabajo». Según comenta el sacerdote, los refugiados llegan, en la mayoría de los casos, únicamente con una maleta. «Han perdido todo y necesitan de todo. Les ayudamos proporcionando vivienda, alimentos, ropa y artículos de higiene».

El flujo más reciente de refugiados procede de Alepo. En la antigua metrópoli de más de un millón de habitantes siguen viviendo cientos de miles de personas; entre ellos, decenas de miles de cristianos. Pero cada vez más personas abandonan la ciudad, porque allí se están produciendo luchas entre el Gobierno y los rebeldes. «Actualmente, nos ocupamos de unas 300 familias cristianas de Alepo. Encontraron refugio en nuestros centros de Marmarita, Tartús y otros lugares; pero esperamos que vengan todavía más refugiados de Alepo». «La mayor dificultad» dice el padre Ziad «es encontrar alojamientos adecuados. Todas las poblaciones están abarrotadas de personas; la demanda es muy elevada. En la mayoría de los casos no tienen nada; tampoco tienen trabajo. Por ello abonamos el alquiler para ellos; desgraciadamente también hay quienes se aprovechan de su situación de necesidad, también cristianos». El padre Ziad sabe de propietarios cristianos que exigen alquileres completamente desmesurados. «Incluso hemos sabido del caso de un propietario que echó a una familia de refugiados de su casa, porque otra le pagaba más. La guerra despierta lo peor de las personas». Sin embargo, también hay otros ejemplos, añade el padre Ziad.«Una señora nos ofreció gratuitamente un edificio que pudimos utilizar para alojar a refugiados. Otro señor nos hizo la misma oferta; afortunadamente, hay personas de buena voluntad».

Después de las derrotas de las tropas gubernamentales en Idlib y otros lugares, en la primavera, están avanzando grupos de rebeldes como las milicias extremistas An-Nusra, una rama de Al Qaeda. El padre Ziad subraya que todos los sirios están sufriendo por la guerra, ya sean musulmanes o cristianos. «Pero evidentemente, al ser una minoría, los cristianos son vulnerables. A esto hay que añadir los grupos yidahistas, que los cristianos sienten como una especial amenaza». La incertidumbre respecto del futuro se ve alimentada por incidentes como el secuestro del religioso católico-sirio Jacques Mourad. El padre Jacques fue secuestrado por desconocidos a finales de mayo. «Ha sido un duro golpe para la comunidad cristiana. El padre Jacques no era, en definitiva, cualquiera. Era todo un símbolo; desde un principio ayudó a los refugiados y abogó por la reconciliación», dice el padre Ziad. «Esto no gusta, por supuesto, a todos». «Este secuestro» según comenta el jesuita «le ayudó a ver una vez más los riesgos que sufren los sacerdotes en Siria. Los secuestradores del padre Jacques quizá han pensado también en mí o en otro religioso. Si hasta ahora no salía a la calle solo, ahora está todavía más claro que no pongo los pies en la calle sin acompañamiento. Siempre vienen uno o dos amigos».

Padre Ziad Hilal

Pero, podría preguntarse, ¿por qué se expone uno a tales peligros? El padre Ziad responde rápidamente: «como persona, pero sobre todo como cristiano y sacerdote, tengo la obligación de ayudar a personas necesitadas. Esto es lo que nos confió Nuestro Señor Jesucristo en el evangelio». La disponibilidad para ayudar a otros en una guerra tan cruel como la siria, tiene sin embargo su precio. «Mi vida ha cambiado completamente desde 2011. No pude continuar la tesis doctoral que había comenzado; tampoco tengo tiempo para mí mismo, ni puedo reunirme con amigos y conocidos; sencillamente, hay demasiado trabajo. Pero esto está bien, pues el servicio que prestamos vale la pena». El padre Ziad dice que también su vida de oración ha cambiado completamente. «Antes de la guerra rezaba mucho solo; ahora rezo mucho más con otros y por otros».

Los superiores del padre Ziad han decidido ahora que ha llegado el momento de que se ocupe de otra misión. Por esto, a finales de mes se trasladará primero a Londres y luego a Dublín para continuar la formación habitual en la orden jesuita. «Me voy de Siria con paz en el corazón. Sé que nuestro equipo continuará la labor, que no depende de mí». A lo largo de los años –continúa diciendo el padre Ziad–, lo ha podido ver cada vez más claramente: «sin mis colaboradores no habría podido hacer nada, y sin el apoyo de organizaciones humanitarias como Ayuda a la Iglesia Necesitada y otras, no habríamos podido ofrecer nada a las personas en esa situación. Por este motivo, estoy muy agradecido a mis colaboradores del servicio de ayuda a los refugiados, a mi equipo y a las religiosas del Santísimo Redentor que me apoyaron en Homs. Y naturalmente, también a los benefactores. Uno se da cuenta de que, en resumidas cuentas, no era otra cosa que un sencillo organizador; esto ayuda a ser humilde». En definitiva, añade el padre Ziad, todo procede de la mano de Dios: «Dios es el que da todos los bienes; nosotros no hacemos otra cosa que trasmitirlos. Esta es, en mi opinión, la espiritualidad de todas las labores de ayuda humanitaria de carácter cristiano. Por esto, confío nuestra labor por los refugiados completamente a la Gracia de Dios».

La confianza en Dios –añade el religioso– es lo que desea trasmitir a los cristianos desalentados de Siria. «En todas y cada una de mis homilías he subrayado que Dios nos ama y no nos abandona nunca. Hay que tener confianza, aunque la situación sea difícil. Esto es lo que me gustaría gritar a los cristianos de Siria: tened confianza; el país os necesita. Y no soy el único en verlo así. El Santo Padre Francisco lo ha dicho una y otra vez. Y también el antiguo enviado especial de la ONU para Siria, Lakhdar Brahimi, me dijo en una ocasión en Ginebra que Siria necesita a los cristianos, que somos los que podemos obrar la reconciliación, que somos agentes de la paz. Y tiene razón: esta es nuestra misión como cristianos; estamos del lado de la paz y de la reconciliación». Y esto –añade el padre Ziad– es lo que ha intentado vivir en su labor: «servimos a todos, ya sean musulmanes o cristianos; servimos a Siria».