Las recetas de Chesterton y Belloc contra los políticos corruptos - Alfa y Omega

Las recetas de Chesterton y Belloc contra los políticos corruptos

Es cada vez más sabido que G. K. Chesterton e Hilaire Belloc quisieron plantear una alternativa tanto al capitalismo como al comunismo. Esta propuesta, llamada distributismo, está volviendo al discurso de algunos pensadores cristianos como posible solución a la actual crisis. Pero, ¿podría el distributismo solucionar no sólo la crisis económica, sino también los problemas originados por la partitocracia? El Observatorio Internacional Cardenal Van Thuân ha planteado la pregunta, a la que el autor de este artículo responde:

Aleteia

En 1891, el Papa León XIII proclamó la encíclica Rerum novarum, la cual condenaba los dos únicos sistemas económicos conocidos en Occidente desde la Edad Media: el capitalismo y el comunismo. En 1926, con el fin de proponer una tercera alternativa acorde con las directrices sociales de la Iglesia, G. K. Chesterton y Hilaire Belloc, en unión con la revista G. K.’s Weekly fundaron en Londres la Liga Distributista. El modelo consiste en crear pequeñas comunidades de propietarios. En él, rige el principio de subsidiariedad. Es decir, la máxima participación de los ciudadanos y la mínima intervención del Estado.

El objeto de este artículo es dar una respuesta a las cuestiones planteadas por el Observatorio Internacional Cardenal Van Thuân sobre si la doctrina distributista es aplicable al problema actual de la partitocracia.

Se ha venido en llamar partitocracia a la burocratización del sistema de partidos políticos. Belloc y Cecil Chesterton, hermano del conocido Gilbert K., en The party system (1911) describen los fenómenos que observan entre los parlamentarios en tiempos de crisis. Las instituciones públicas no funcionan. Las campañas electorales son caras y no sirven para formar la voluntad del elector. La corrupción de la clase política se convierte en hábito.

La burocratización de los partidos políticos implica un ralentización en sus reflejos, lo cual impide tomar decisiones con agilidad. Está, por tanto, relacionado con el envejecimiento de las sociedades, las cuales precisan renovarse. Sin embargo, hay soluciones.

1. Las comunidades han de tener un tamaño reducido

Cada comunidad de personas debe tener una medida humana. La familia es el arquetipo de la medida humana. Una sociedad que no se puede contar en número de familias no está hecha a la medida del ser humano.

2. El pacto por la verdad

Cuando los hábitos de la corrupción se han arraigado y se ha convertido en la costumbre nacional, es difícil de eliminarla. Previamente a aplicar el sistema distributista, es necesario un pacto por la verdad de toda la comunidad en que se lleve a los parlamentarios inoperantes al ridículo social. No será agradable, pero todo cáncer precisa una cirugía, dice Belloc.

3. Poner a los corruptos ante los Tribunales

Observa Chesterton, en Los límites de la cordura (1926), que cuando decimos que la justicia debe actuar contra un político o un banquero, solemos asentir riendo. Esa risa significa que no hemos contemplado la medida como posibilidad real.

El sentido común indica que no hay ninguna fuerza superior a ningún pueblo que impida llevar a un corrupto a prisión. Es preciso que la policía investigue en serio. Es habitual que los agentes descubran antes a un vagabundo que ha maltratado a su perro o que ha herido los sentimientos de su loro, que a Rockefeller queriendo perpetrar un trust del petróleo, aunque se encuentre una mancha de grasa en el mantel.

4. El ejecutivo no puede disolverse antes de que expire su mandato

Las campañas electorales son caras y molestas. El Gobierno que quede en minoría, deberá someterse a la nueva mayoría, realizando incluso las políticas de su adversario, hasta que termine la legislatura.

5. Se eliminan los fondos a disposición del ejecutivo excluidos del control del Parlamento

La pregunta es: ¿Qué haría una persona con la llave de una caja fuerte de lo que después no tiene que dar cuentas a nadie? Esa es la cuestión de este tipo de fondos. Deberá levantarse la exención de su control al Parlamento. Es tanto como poner una nueva cerradura a la caja.

Ignacio Pérez Tormo / Aleteia