El consejo de Denzel Washington: «Los zapatos, bajo la cama» - Alfa y Omega

El consejo de Denzel Washington: «Los zapatos, bajo la cama»

Reunido con un grupo de jóvenes actores, la estrella de Hollywood y cristiano Pentecostal, Denzel Washington, compartió dos de los pilares básicos de su vida: dar gracias a Dios a diario y utilizar sus dones para tocar a los demás

Redacción

Su alegato a los jóvenes actores está dando la vuelta al mundo, porque las palabras de Denzel Washington, uno de los actores estrella de Hollywoood, referidas a Dios y a la generosidad, son poco corrientes en la meca del cine.

Washington, casado, padre de cinco hijos y cristiano, recordó a quienes emprenden ahora el sueño de convertirse en actores, que, tras un coche fúnebre, nunca viaja un camión de mudanzas. «He tenido la suerte de ganar cientos de millones de dólares. Pero no me llevaré nada de eso», dijo el actor, de sesenta años. No importa lo que tienes, sino qué haces, cómo utilizas lo que tienes, explicó, para animar a todos a utilizar sus dones -amor, dinero, paciencia- y darlos a los demás. ¡Compártelo!

Y, como consejo estrella, como una forma de vida, el actor animó a los jóvenes a poner todas las noches los zapatos debajo de la cama, «lo más profundo que podáis». «Así, cada mañana os tendréis que poner de rodillas y, una vez así, podáis dar gracias a Dios por todo lo que tenéis». Aplausos y un auditorio entregado. Todo un ejemplo de cómo asumir la fama.

Traducción completa del alegato de Washington

«Un verdadero deseo en el corazón de cualquier cosa buena es una prueba que Dios te envía por adelantado para indicarte que ya es tuya. Así que ese deseo que tenéis, esa comezón que sentís de ser lo que sea que queráis ser de bueno, es la prueba que Dios os envía para indicaros que ya es vuestro. ¡Ya lo tenéis! ¡Proclamadlo!

Entended esto también: los sueños, sin objetivos, se quedan en sueños, sólo en sueños, y terminan alimentando la desilusión. Lo sueños, sin objetivos (anuales, mensuales, diarios, minuto a minuto), se quedan en sueños y al final alimentan el desencanto. Los objetivos, en el camino hacia su cumplimiento, no pueden ser alcanzados sin disciplina y sin constancia. ¿Habéis comprendido? Entre los objetivos y su cumplimiento están la disciplina y la constancia.

Rezo para que todos vosotros, por la noche, pongáis vuestros zapatos bien debajo de la cama… ¡para que así tengáis que arrodillaros cada mañana para encontrarlos! ¡Y para que mientras estáis así, de rodillas, agradezcáis a Dios por la gracia, por la misericordia, por comprender que estamos a pocos pasos de la gloria, que tenemos de todo! ¡Si empezaseis ahora a pensar en todas las cosas por las que tenéis que dar gracias, os llevaría todo el día, fácilmente todo el día!

En nuestra obra -estamos representando A Raisin in the Sun– actúa un niño, y todos los días hacemos un círculo y rezamos, y él mira a lo alto y pide que salgamos ahí esa noche y toquemos a alguien. Dice: Dios, alguien ahí fuera nos necesita esta noche.

Todos nosotros tenemos un don único, el de salir y tocar a la gente, llegar a la gente. Comprended ese don, proteged ese don, apreciad ese don, emplead ese don… No abuséis de ese don. Es un tesoro. Lo tenéis, ya lo tenéis.

Y finalmente diré lo siguiente: Nunca veréis un camión de mudanzas detrás de un coche fúnebre… Lo diré otra vez. ¡Nunca veréis un camión de mudanzas detrás de un coche fúnebre! He tenido la suerte de ganar cientos de millones de dólares en mi vida. No me los puedo llevar conmigo. Ni tampoco vosotros. Así que no se trata de cuánto tienes, sino de qué haces con lo que tienes.

Todos tenemos diferentes dones. Unos tienen dinero, otros tienen amor, otros tienen paciencia, otros la habilidad de tocar a la gente. Pero todos tenemos algo. Úsalo. Compártelo. Eso es lo que cuenta. No qué coche conduces… No en qué avión vuelas… No qué tipo de casa le compraste a tu madre… ¡Pero compradle una casa a vuestra madre!

Comprended que todos estamos juntos en esta hermandad. Yo sólo soy uno de vosotros. Sólo soy otro actor aquí, sobre el escenario. Todos hemos empezado de la misma forma».