Parapléjica, viuda y feliz, gracias a la fe - Alfa y Omega

Parapléjica, viuda y feliz, gracias a la fe

Cuando tenía 25 años se quedó parapléjica, años después le anunciaron que su tercera hija moriría de forma prematura, y, en 2006, su marido falleció de forma repentina… A pesar de todo ello, Carlota Ruiz se confiesa una mujer feliz, y se siente sostenida por el Padre del Cielo. Lo cuenta en una entrevista con el sacerdote y presentador Javier Alonso en Más que noticias, de 13 TV

José Calderero de Aldecoa

Carlota Ruiz de Dulanto sufrió un grave accidente cuando tenía 25 años. Se encontraba trabajando en Michigan cuando, durante un tornado, un árbol derribado por la fuerza del viento le cayó en la espalda y le rompió la columna vertebral, sentándola de por vida en una silla de ruedas. Algunos años después, en el 2000, ya casada, los médicos le confirmaron que su tercera hija Paloma no era viable, y que probablemente moriría al poco tiempo de nacer. La niña vino al mundo con más de tres meses de antelación y tan sólo 600 gramos de peso.

Pero los pronósticos no se cumplieron. Seis años más tarde, era su esposo, Javier, quien moría de forma repentina. «Mis hijas adoraban a su padre, cuando les conté que había muerto, mi hija mayor, de 11 años, me dijo: El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor», cuenta Carlota. «Yo vi que Dios estaba hablando por su boca. Yo no estaba sola, que eso no había ocurrido por casualidad, que esta era una prueba que teníamos que pasar y que Él iba a estar ahí, y realmente ha sido así. No me he sentido sola en ningún momento», añade.

Las dificultades de la vida no han conseguido menguar la fe de Carlota, que se siente sostenida por Dios en los momentos difíciles. A pesar de haber tenido una vida repleta de pruebas y momentos duros, Carlota afirma que «Dios es amoroso; el problema es que nosotros somos tan duros de corazón, tan egoistones , que nos zarandea o no nos enteramos, no es que nos esté poniendo pruebas, sino que nos está abriendo las puertas del paraíso poco a poco».

Esta fe y confianza en Dios le ha llevado a sólo tener un miedo en su vida, «ser infiel a Dios. Me daría mucha rabia, después de haber sentido todo su amor. Me daría miedo traicionarle».