Javier, profesor de «una asignatura apasionante» - Alfa y Omega

Javier, profesor de «una asignatura apasionante»

Javier Lorenzo es profesor de Religión y Filosofía, ha protagonizado uno de los últimos vídeos de la Conferencia Episcopal Española y ganó el premio al mejor actor, concedido por la asociación CinemaNet, por su interpretación en el corto Tengo hambre, dedicado a joven italiana Eluana Englaro, a la que dejaron morir de hambre tras 17 años en estado vegetativo. Le gustaría seguir actuando, pero no cambia su clase de Religión «por nada del mundo. Para mí es como volver a ser joven. Vuelvo a abrir mi corazón. Vuelvo a sentir el latido», dice a Alfa y Omega

José Calderero de Aldecoa

El jueves 4 de abril se presentó la campaña Una asignatura apasionante, especialmente dirigida a los jóvenes, y cuya principal iniciativa era la difusión de un vídeo en el que se anima a los alumnos a apuntarse a clase de Religión.

En el vídeo, de cuatro minutos de duración y representado por un auténtico profesor de Religión, se escenifica el primer día de clase. El profesor Lucas —representado por Javier Lorenzo— entra en el aula, se presenta y comienza a hablar. Poco a poco va desvelando a sus alumnos la importancia de la asignatura, así como todo lo que podrán ir descubriendo a lo largo del curso. Los alumnos, al principio indiferentes, terminan prestando atención a lo que el profesor les cuenta. «Esta materia —les dice— os dará las claves para evitar crisis como la que estamos viviendo. Será aquí donde aprenderéis cuál es la mejor inversión que podéis realizar y de la cual dependen todas las demás, porque lo que determina el futuro de un país no son las personas, sino dónde ponen el corazón esas personas».

Es igual en la vida real

En la vida real sucede lo mismo. Al principio los alumnos se muestran indiferentes y están llenos de prejuicios, luego, la cosa cambia. «Cuando empiezo a dar las clases, de primeras, percibo mucho prejuicio. Los alumnos piensan que va a ser un rollo o que vamos a rezar el rosario en clase. Pero luego, cuando les planteas las preguntas sobre el sentido de la vida o lo que llevan en el fondo del corazón pues reaccionan bien. De hecho, están deseando hablar de ello porque en otras asignaturas no hablan ni del amor, ni de la muerte, ni del sufrimiento, ni de todas estas cosas, y son cosas que llevan en el corazón y están deseando sacar», aseguró Javier Lorenzo durante la presentación del vídeo.

Pero Javier no sólo se dedica a dar clase de Religión y Filosofía; también es actor amateur. Además de protagonizar el vídeo de la Conferencia Episcopal Española, fue el actor principal del cortometraje Tengo hambre, dirigido por su hermano Benjamín y dedicado a Eluana Englaro, la joven italiana a la que dejaron morir de hambre tras pasar 17 años en estado vegetativo.

Tengo hambre ganó el premio al mejor corto del Festival ¡Qué bello es vivir! de la asociación CinemaNet, que promueve los valores del humanismo cristiano en el cine. Javier, por su parte, ganó el premio al mejor actor. «Fue una sorpresa. Grabamos el vídeo hace tres o cuatro años a raíz del caso de Eluana y nuestra intención era difundirlo por Italia. Luego resultó que gustó mucho y ya es el segundo premio que se lleva como mejor corto, el de CinemaNet y uno en Nueva York. Yo gané el premio al mejor actor. Pero no buscábamos los premios sino concienciar a las personas ante un tema de tanta gravedad», cuenta Javier a Alfa y Omega.

Su experiencia como actor le ayuda durante las clases. «Tienes que ser un poco actor para ponerte delante de 30 chavales», asegura, con una sonrisa, Javier. Ya en un tono más serio, explica: «La relación con los alumnos es especial. Son personas de 15 a 17 años. A estas edades los alumnos se hacen preguntas trascendentales. Aunque parezca que pasen, tienen las preguntas muy vivas. Cuando rompes la barrera del prejuicio, el diálogo es precioso. No son personas de 30 años que se creen que ya lo saben todo».

Y esta asignatura apasionante no sólo llega al corazón de los alumnos. «Para mí es como volver a ser joven. Vuelvo a abrir mi corazón. Vuelvo a sentir el latido», confiesa Javier. «No cambiaría dar clase de Religión por nada del mundo», añade. Aunque reconoce que «no rechazaría nuevos papeles para volver a actuar. Me encantaría poder compaginas ambas cosas».