Momentos inolvidables del viaje - Alfa y Omega

Momentos inolvidables del viaje

Redacción

Con los niños y los ancianos

La visita al hospital pediátrico Niños de Acosta Ñu fue uno de los momentos más emotivos del viaje. Francisco abrazó a los niños —enfermos de cáncer y dolencias cardíacas— y rió y lloró con sus familias. Allí le entregaron una carta de un niño de 8 años, Pedrito, que esperaba con gran ilusión esta visita, pero falleció hace unas semanas. Además de acariciar a niños, el Papa multiplicó durante su viaje gestos de ternura hacia los ancianos. En Quito, por ejemplo, hizo parar el Papamóvil para bendecir y besar a una mujer de 100 años.

«Los pueblos tienen memoria»

El 25 de marzo de 1874, por decisión del Gobierno, Ecuador se convirtió en el primer país del mundo consagrado oficialmente al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María. Lo recordó el Papa en el santuario de la Virgen del Quinche, en Quito, y animó a los ecuatorianos a conservar sus raíces, expresadas a través de múltiples y ricas formas de piedad popular y devoción mariana. Similares mensajes lanzó Francisco en Bolivia y Paraguay. «Los pueblos tienen memoria», y cuando la pierden, se disgregan y se vuelven tristes y egoístas, advirtió en Santa Cruz. A los paraguayos, el Papa les animó a seguir acudiendo con confianza a la Madre, para confiarle «sus alegrías y sus penas, sus ilusiones y sus sufrimientos».

Vista a Palmasola

«El que está ante usted es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Y es así como me presento. No tengo mucho más para darles u ofrecerles, pero lo que tengo y lo que amo, sí quiero dárselo: es Jesús, Jesucristo, la misericordia del Padre». Esto les decía Francisco el viernes a los presos de la prisión cruceña de Palmasola, un verdadero infierno en el que los presos viven hacinados, a veces acompañados de sus hijos, y tienen que dormir en el suelo. Son habituales los estallidos de violencia. «Ayúdense entre ustedes —les animó el Papa a los internos—. El demonio busca la pelea. No le hagan el juego».

A los funcionarios, el Pontífice les pidió que trabajen por la reinserción, una «tarea de levantar, y no rebajar; de dignificar, y no de humillar».

El Cristo de Luis Espinal

Una de las fotos de este viaje que ha dado la vuelta al mundo es la del Papa recibiendo del presidente boliviano, Evo Morales, un Cristo crucificado sobre una hoz y un martillo, un diseño del jesuita español Luis Espinal, asesinado por militares en 1980, a quien el Pontífice recordó, visitando en La Paz el lugar en el que fue encontrado su cuerpo sin vida. Francisco recibe el regalo de Morales con cara seria y de sorpresa. En el avión de regreso a Roma, sin embargo, el Papa negó haberse sentido molesto. «Se le puede calificar como el género del arte de protesta», dijo sobre la escultura, de la que nunca había oído antes hablar. «Por ejemplo, en Buenos Aires algunos años atrás se hizo una muestra de un buen escultor, creativo, argentino, y yo recuerdo una de sus obras, que era un Cristo crucificado que estaba sobre un bombardero que caía. Era una crítica del cristianismo que se había aliado con el imperialismo, que era el bombardero». Con respecto al contexto en el que vivió Luis Espinal —prosiguió Francisco—, «era un tiempo en el cual la teología de la liberación tenía diferentes ramas, una de estas era el análisis marxista de la realidad, y el padre Espinal pertenecía a esta. Esto sí lo sabía, porque en aquel tiempo yo era rector de la facultad teológica y se hablaba mucho de esto». «En el mismo año, el padre general de la Compañía de Jesús, el padre Arrupe, escribió una carta a toda la Compañía sobre el análisis marxista de la realidad en la teología, un poco deteniendo esto, diciendo: No, no va». «Y cuatro años después, en 1984, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó la primera declaración sobre la teología de la liberación, que critica esto».