Cuatro claves para una Iglesia misionera - Alfa y Omega

Cuatro claves para una Iglesia misionera

Una Iglesia madre, en comunión, pobre, atractiva… Estas son las claves, a juicio de monseñor Osoro, para una Iglesia con todo el pueblo de Dios en estado de misión, tal como pide el Concilio Vaticano II

María Martínez López
La conversión «mueve a acercarse a los últimos». Religiosas con discapacitados en la Pradera de San Isidro

«La evangelización es la gran cuestión posconciliar»: lo afirmó el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, al clausurar, el pasado 1 de julio, el curso de verano Fe en Cristo y búsqueda de lo humano en el siglo XXI, organizado por la Universidad San Dámaso dentro los cursos de verano de la Universidad Complutense en El Escorial. En su conferencia, monseñor Osoro subrayó que uno de los «esquemas interpretativos para comprender» el Concilio Vaticano II es la idea de que «la evangelización es la misión de todo el pueblo de Dios». Esta afirmación se ha ido desarrollando en el magisterio de los Papas posteriores, hasta llegar a la fuerte llamada a la misión que está viviendo la Iglesia hoy. En efecto, «la Iglesia tiene como misión propia comunicar la vida de Jesucristo a todas las personas. Cuando uno está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva». Monseñor Osoro desarrolló las notas esenciales que debe tener la Iglesia para llevar a cabo esta misión:

–Universal y en conversión: La misión de la Iglesia debe ser permanente y «universal, para todos los hombres –no sólo para mi grupito–. El Señor no nos llama para que los que estamos dentro» de la Iglesia «nos estemos disparando unos a otros». Por otro lado, «sólo una Iglesia en estado de conversión puede ser una Iglesia en estado de misión».

–Madre: «La Iglesia tiene que ser una Iglesia madre, que va a todas las situaciones que están viviendo los hombres», fomentando una pastoral «de la cercanía, sin excluir a nadie». La conversión «mueve a acercarse a los últimos, a los que Dios nunca olvida». Un modelo de esta actitud son esas madres «que hemos visto los que nos hemos dedicado a los chavales difíciles. Los hermanos decían: Échalo de casa. Pero la pobre madre, cuando no había nadie», recibía al hijo problemático y «le daba de comer». Este acercamiento a las periferias no puede ser sólo para ofrecer una atención material. Como decía siempre Madre Mercedes, fundadora de las Operarias Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús a la que dirigió espiritualmente el mismo monseñor Osoro, «el más pobre es el que no conoce a Dios».

–Pobre: La Iglesia debe ser pobre y anunciar «que Dios se hizo pobre para enriquecernos. Cristo está en el pobre, y el pobre está en Cristo. Cristo se achica en la cruz, se identifica con los más pequeñitos», e «inspira un amor que hace pequeño lo grande y grande lo pequeño».

–Atractiva: Para ser atractiva, la Iglesia tiene que reflejar el amor de Cristo, y así atraer «a todos hacia sí. El pueblo de Dios está llamado a ser una comunidad de amor». Al igual que «Cristo atrae todo hacia sí con la fuerza de su amor», la Iglesia «atrae cuando vive en comunión. La gente se acercaba a la primitiva Iglesia porque los veía unidos».