Gentes: Paul O’Callaghan, teólogo (en Palabra) - Alfa y Omega

La resurrección de la carne nos indica que, además del cuerpo, resucita también la vida vivida, ordinaria, cotidiana. A los ojos de Dios, no se pierde nada de lo que el hombre piensa, sueña, hace… La resurrección hará justicia también a lo menudo. Aquellos actos y detalles pequeños e irrelevantes, hechos por amor de Dios y del prójimo, perduran y viven en el corazón de Dios. Ni uno solo se pierde.