No creyente, de izquierdas, feminista, provida y orgullosa - Alfa y Omega

Los provida no religiosos, de izquierdas y feministas existen en Cambridge.

¿Cómo lo sé?

Yo lo soy.

El año pasado he visto barajar perezosamente docenas de estereotipos. Los provida son socialmente conservadores, de derechas, devotamente religiosos y probablemente católicos. Sin mencionar fanáticos, religiosos, mayores y desproporcionadamente varones.

Una encuesta reciente de ComRes en Inglaterra y Gales, sin embargo, sugiere lo opuesto a estos estereotipos en términos de sexo, afiliación política y edad. El 43 % de las mujeres apoya una reducción en el plazo del aborto a las doce semanas, en comparación con el 32 % de hombres. El sexo no afecta tu visión sobre el aborto, pero parece que hace que tengas más probabilidades de ser provida. El 46 % de los votantes laboristas piensa que el feto merece alguna forma de protección legal, en comparación con el 40 % de los votantes Tory [conservadores].

Si todavía te cuesta creértelo, mírame: soy una mujer joven, progresista, que votó al Partido Laborista en las elecciones y no creo en ninguna religión en particular. Pero tengo que aguantar estos estereotipos perezosos perpetuados por otros estudiantes; e incluso por quienes están involucrados en las asociaciones de estudiantes de Cambridge que se supone que me representan como estudiante y como mujer.

Un montón de basura

Una estudiante escribió en el Grupo de Discusión de la Campaña de las Mujeres: «Habiendo cotilleado un poco en Facebook os puedo decir que [la asociación] Estudiantes de Cambridge por la Vida está formada exclusivamente por estudiantes de la Sociedad del Pescador», la capellanía católica.

Un participante prominente escribió que esta cuestión está «enraizada enteramente» en una «religión patriarcal» y que «no hay absolutamente ningún soporte científico para apoyar los argumentos contra el aborto». Alguien más afirma que «la misma idea de que la personalidad comience en la concepción es religiosa».

Eso es un montón de basura. Estudiantes de Cambridge por la Vida incluye a muchos católicos. Pero ciertamente no está compuesto exclusivamente por católicos. Yo no soy religiosa. Nuestro vicepresidente es musulmán. Y el presidente hace dos mandatos era un judío liberal.

Es verdad, por supuesto, que los creyentes están representados de forma desproporcionada entre aquellos que se oponen moralmente al aborto provocado. Pero pensar que todos somos católicos devotos es una generalización salvaje. Hay una gran diversidad de creencias religiosas y políticas entre las personas con un punto de vista provida, algo de lo que he sido testigo personalmente yendo a eventos organizados por Estudiantes por la Vida.

Eslóganes como «sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios» –usado por Amelia Horgan, la responsable de Mujer del curso pasado, en la ferie de novatos– son, además de anatómicamente inexactos e irrespetuosos con las creencias religiosas de la gente, bastante inmaduros y de poca ayuda en lo que se refiere a la cuestión real sobre la que debatimos. Yo no sé usar un rosario más de lo que ellos saben de anatomía.

Lo que el aborto dice sobre la sociedad

Un feminismo de izquierdas y provida es tanto una contradicción como yo soy una imposibilidad lógica.

De hecho, pienso que oponerse moralmente al aborto es un punto de vista muy compatible con el feminismo y con la filosofía de izquierdas. La protección de los más vulnerables en la sociedad –una idea que normalmente surge en el discurso de izquierdas– está en el centro de los argumentos contra el aborto.

Aunque un punto de vista pro-elección ha llegado a dominar el feminismo generalista, a mí –como feminista– me preocupa el aborto en relación con lo que sugiere sobre cómo la sociedad ve a las mujeres.

Que la maternidad todavía pueda entorpecer las aspiraciones profesionales de una mujer no muestra que necesitemos el aborto; muestra que la sociedad y los empleadores todavía tienen que avanzar mucho en promover la igualdad de los sexos en el trabajo.

Qué hay en el útero

Identificarse con un punto de vista provida, para mí, ha ocurrido después de pensar por mí misma durante años sobre la cuestión de qué es un embrión o un feto. Lo creo porque encuentro la lógica convincente y por las pruebas científicas de la embriología; no por ningún sistema de creencias, y ciertamente que no por ningún tipo de presión a la que me haya sometido nadie.

Creo en una ética de la vida coherente y no me preocupa sólo el aborto; sino también las muchas formas en las que la vida humana está siendo destruida en el mundo, desde los bombardeos en Siria a los asesinatos en masa en Nigeria. También creo que podemos cuestionar la moralidad de algo y aun así tratar a las mujeres con compasión en cualquier situación, recordando las presiones que con frecuencia sufren cuando están tomando una decisión como esta.

Algunas personas quizá se sorprendan por la mezcla de opiniones que tengo sobre distintos temas, pues puede que no sean las que la gente normalmente piensa que van juntas. Pero es simplista asumir que todo el mundo va a encajar en una categoría predefinida.

Mientras el debate sobre el aborto es complejo y, por supuesto, lleno de bagaje relacionado con la religión, la política y el sexo, al final se reduce a la cuestión de qué es eso que hay en el útero; y deberíamos ser capaces de debatir sobre esta cuestión por sí misma.

Kate Goodwin / The Tab