El Papa, a 400 niños con problemas: «¡El amor de Dios no nos deja nunca!» - Alfa y Omega

El Papa, a 400 niños con problemas: «¡El amor de Dios no nos deja nunca!»

«Nosotros vamos hacia la luz para encontrar el amor de Dios. ¡El amor de Dios no nos deja nunca! Está siempre con nosotros». Así se lo aseguró el Papa Francisco, el sábado, a 400 niños procedentes de entornos problemáticos, que habían viajado hasta el Vaticano desde Nápoles y Roma en la segunda edición del Tren de los niños, una iniciativa enmarcada en el Atrio de los gentiles

María Martínez López
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El sábado, el Papa Francisco tuvo un entrañable encuentro con 400 niños de colegios de Nápoles y Roma, que se encuentran en riesgo de abandono escolar y exclusión social. Se trataba de la segunda edición del Tren de los niños, una iniciativa del Consejo Pontificio de la Cultura dentro del Atrio de los gentiles.

Este año, el lema de la iniciativa era Excavadores de luz, en relación con las difíciles situaciones que viven esos niños en su día a día. Un niño, cuyos padres están metidos en el mundo de la droga, le regaló al Papa un recipiente de barro con tierra de las catacumbas de San Genaro, de Nápoles; y una niña, una planta. Además, algunos niños le regalaron también pulseras hechas con gomitas, que el Papa lució durante el encuentro.

El Papa aprovechó la tierra y la planta para improvisar una catequesis dialogada con los pequeños, sobre la oscuridad y la luz: «Vosotros me habéis traído tierra de la oscuridad. Pero ¿esta tierra de la oscuridad qué significa? ¿Qué significa esta tierra de la oscuridad? ¿Quién sabe decírmelo?». «Para hacer que se convierta en luz». «La oscuridad es para la luz. Cuando es de noche, todo es oscuridad. Pero nosotros esperamos la mañana, cuando comienza la luz. ¿Qué es más importante, la oscuridad o la luz?». «¡La luz!».

«Todos podemos encontrar la luz»

«Cuando nosotros estamos en la oscuridad, ¿qué es importante hacer? Caminar…». «¡Hacia la luz!». «La luz. Dentro de nosotros, siempre. Porque la luz nos da alegría, nos da esperanza. ¿Y todos nosotros tenemos la posibilidad de encontrar la luz?». Una niña dijo: «¡Sí!». «¡Eso, tú has sido valiente! ¡Tú no has dudado! Todos juntos, ¿tenemos esa posibilidad?». «¡Sí!».

«¡Sí! Porque en la luz están las cosas buenas, y en la luz se puede hacer aquello que me habéis dicho cuando me habéis regalado la planta: hacer que los frutos nos ayuden a hacer un mundo…». «¡…Mejor!». «¿Y se puede hacer un mundo mejor? ¿Mejor que este mundo?». «¡Sí!». «Sí. ¿Y para hacer un mundo mejor, ¿cómo se hace? ¿Con odio?». «¡No!». «¡Bien, decidlo fuerte!». «¡Con amor!».

«Vamos hacia la luz para encontrar el amor de Dios»

«Con amor. Todos juntos, como hermanos, luchando uno al lado del otro por el amor. Y por esto, os diré una cosa: cuando el apóstol Juan, que era muy amigo de Jesús, quería decir quién es Dios, ¿sabéis qué dijo? Dios es amor. Es bonito. ¿Quién es Dios?». «¡Es amor!». «Dios es amor. Y nosotros vamos hacia la luz para encontrar el amor de Dios. ¿Pero el amor de Dios está dentro de nosotros, también en los momentos oscuros? ¿Está ahí el amor de Dios? ¡Sí, siempre! ¡El amor de Dios no nos deja nunca! Está siempre con nosotros. ¿Tenemos fe en este amor?». «¡Sí!».

Al despedirse, el Papa prometió que rezaría para que Dios haga a esos niños «niños, chicos, hombres que lleven adelante el amor. Cuando avanza el amor de Dios, todo va bien». Al darles la bendición, el Papa pidió a los niños que pensaran en su corazón «en las personas a las que quiere, porque están bendecidas».

Durante el acto, también intervino una orquesta de adolescentes, que tocó la Oda a la alegría, de Beethoven. Después, los niños le cantaron la balada italiana Oh Sole mio, con una estrofa extra que empezaba con Oh Papa mio. Antes de su encuentro con el Santo Padre, los niños habían visitado la Basílica de San Pedro, y por la tarde hicieron lo mismo con el Coliseo.