«La sociedad tiene que reaccionar» - Alfa y Omega

«La sociedad tiene que reaccionar»

Ricardo Benjumea

Detrás de la prostitución, se esconde una sórdida realidad de tráfico de seres humanos. Cada año, según la Organización Internacional de las Migraciones, medio millón de chicas entran en Europa occidental para ser explotadas sexualmente. Este es uno de los datos que recoge el informe del Servicio Jesuita a Migrantes La trata de seres humanos. El negocio del comercio con personas, elaborado por la investigadora de la Universidad Pontificia de Comillas María José Castaño.

La trata va camino de convertirse en el crimen más lucrativo del planeta, por delante del narcotráfico. Según la Interpol, sumados los beneficios de esta actividad a la del tráfico de inmigrantes, los beneficios anuales ascienden a 39.000 millones de dólares.

El 79 % de los casos de trata detectados son de explotación sexual. La trayectoria de las víctimas, casi siempre mujeres, «es particularmente degradante», se lee en el informe de la organización jesuita. Los encargados de reclutarlas «pueden llegar a cobrar hasta 500 dólares por cada una». Logran traerlas «generalmente con falsas promesas de empleo como modelos, secretarias o dependientas». El informe aclara, sin embargo, que hay también casos en los que las mujeres saben perfectamente a qué vienen, e incluso cuentan con el «más entusiasta respaldo de las familias».

Entre los países de procedencia de las jóvenes se citan varios países asiáticos, Colombia, Brasil o Nigeria. Otras muchas son originarias de Europa del Este. «Desde la desaparición del Telón de Acero decenas de miles de mujeres y niñas han sido exportadas desde Rusia, Ucrania, Moldavia y Rumanía para ser explotadas sexualmente en las ciudades de Europa occidental y Japón», expone el informe. También se recuerda que, «según UNICEF, hasta dos millones de niños están sujetos a la prostitución en el comercio sexual alrededor del mundo».

La trata en el sector doméstico

La trata de personas puede aparecer igualmente tras actividades perfectamente normalizadas. En España, el caso más frecuente es el servicio doméstico. Así lo denuncia la Fundación Surt, pese a admitir que no hay datos cuantitativos fiables. La organización catalana ha llevado a cabo la investigación en España para un estudio europeo presentado en julio que analiza también la realidad en Grecia, Chipre y Lituania.

La mayoría de las víctimas son mujeres inmigrantes, cuya situación de especial vulnerabilidad es explotada por los traficantes. En ocasiones, las víctimas han sido destinadas primero a la prostitución, por lo que la nueva realidad les resulta comparativamente más llevadera.

El servicio doméstico es un sector laboral con fuerte presencia en España (el 16 % de hogares tiene empleados domésticos, frente al 6 % de la media europea) y marcado por la precariedad. A pesar de los avances legislativos en los últimos años, los abusos se producen impunemente, protegidos por la invisibilidad. «El delito se comete en el interior del domicilio, en la esfera privada. Esto dificulta enormemente la labor de detección», señala la investigación. Además, «las trabajadoras domésticas tampoco se identifican fácilmente como víctimas». Viven aisladas de la sociedad, desconocen sus derechos, experimentan vergüenza por su situación y no confían en las instituciones de su entorno.

La explotación se refiere tanto a las condiciones laborales como a las condiciones de vida precarias a las que son sometidas estas trabajadoras («con limitaciones en la alimentación, la higiene personal y la posibilidad de descanso») o incluso en forma de «abusos racistas y sexistas».

En sus recomendaciones finales, la fundación Surt señala que, «frente a esta forma grave de explotación y vulneración de los derechos humanos, oculta en nuestras casas, la sociedad tiene la obligación de reaccionar».