¡Cómo no alabar al Señor! - Alfa y Omega

¡Cómo no alabar al Señor!

La catedral de Madrid se unió el martes a la I Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, con una Misa presidida por el arzobispo. Monseñor Osoro describe en estas líneas el sentido de esta jornada que acaba de instituir el Papa

Carlos Osoro Sierra

Tres palabras resumen lo que deseamos hacer en este día en el que el Papa Francisco nos anima a vivir la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación: celebrar, orar, cuidar.

1. Celebrar: Es bueno que celebremos y nos unamos al Cántico de las criaturas de san Francisco de Asís, cuando dice: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas». Celebremos que el Creador nos ha dado esta tierra llena de riquezas para que todos los hombres puedan vivir en ella, para que todos los hombres se sustenten y que nadie pase hambre o necesidad. Todo lo ha creado para todos. ¡Cómo no alabar al Señor que hizo todo lo que existe para todos los hombres! Hay que celebrarlo. Y la mejor manera de hacerlo es uniéndonos a Jesucristo, el Hijo de Dios que se hizo Hombre para hacernos entender que a todos no les debemos más que amor: ese amor que nos hace sentirnos solidarios los unos con los otros y que nos hace vivir como hermanos.

2. Orar: El diálogo con Dios tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir. El diálogo con Dios alimenta no solamente tener otras ideas, sino fundamentalmente tener unas motivaciones de las que emerge una espiritualidad que alimenta una pasión por el cuidado del mundo y de todos los hombres. Nuestra espiritualidad no puede estar desconectada del propio cuerpo, de la naturaleza y de las realidades de este mundo. Vivimos con el cuerpo, la naturaleza y demás realidades del mundo. Si se dan desiertos exteriores, si utilizamos en beneficio propio o para el disfrute personal lo que Dios ha puesto para todos, estamos construyendo tremendos desiertos interiores. Orar, dialogar con Dios, supone entrar en relación con Dios, escuchar su Palabra y vivir en comunión con quien creó todo lo que existe: convertirnos en protectores de la obra de Dios es parte esencial de una espiritualidad cristiana, no es algo opcional o secundario. En el diálogo con Dios aprendemos el dinamismo que Dios ha creado y lo inscribe en todo lo creado. El ser humano no puede ignorar ese dinamismo; nos provoca y alienta a entender la calidad de la vida de una manera nueva, que es profética y contemplativa. La espiritualidad auténtica nos lleva a recuperar una serena armonía con toda la creación, que nos lleva a ver qué ideales mueven nuestra vida y qué reflexión hemos de hacer sobre nuestro estilo de vida. Todo nos lleva a descubrir y desvelar la presencia de Dios.

3. Cuidar: El cuidado de todo lo creado manifiesta con obras en nuestra vida la capacidad de convivencia y de comunión que tenemos los hombres. Jesús nos recuerda que tenemos un Padre único y que, por eso, todos somos hermanos. Es necesario sentir que todo lo creado por Dios lo puso al servicio de todos los hombres. Hace falta volver a sentir que todos somos necesarios, que nos necesitamos los unos a los otros, que merece la pena ser buenos y honestos. El amor social es la clave de un auténtico desarrollo. Revaloricemos el amor en la vida social, política, económica y cultural. El amor social alienta la cultura del cuidado e impregna toda la vida de los hombres en nuestra convivencia y en el descubrimiento de que todos somos necesarios. No abusemos de los bienes que Dios ha puesto para nosotros. Cuidemos y crezcamos sabiendo que no somos propietarios ni dominadores, que no podemos expoliar las riquezas que Dios puso para el servicio de todos los hombres, para que todos alcancen la dignidad que Él les dio, imágenes de Dios, semejantes a Dios.