Vigilia Pascual, noche bautismal para miles de adultos - Alfa y Omega

Vigilia Pascual, noche bautismal para miles de adultos

Pascua sagrada, oh noche bautismal, se canta en el himno de Vísperas de estos días. En la Vigilia Pascual, es habitual el bautismo de niños. Pero también, cada vez más, de adultos de todo el mundo. Tras un proceso de conversión iniciado por circunstancias de los más variopintas, estudiantes, padres de familia, o inmigrantes de países tan diversos como la Nepal, Estados Unidos o Marruecos renunciaron a Satanás y profesaron su fe en Jesucristo

María Martínez López
Asia: Una joven recibe el bautismo en la Vigilia Pascual, en la catedral de la Inmaculada Concepción, de Pekín (China) en 2013

Miles de personas compartieron, en la noche del sábado pasado, uno de los momentos más importantes de su vida: su entrada en la Iglesia católica. La Vigilia Pascual es el momento por antonomasia para la celebración del bautismo. Así lo canta el himno litúrgico: Pascua sagrada, oh fiesta bautismal. Pero no se bautiza sólo a niños. En diversos países del mundo son cada vez más los adultos que reciben, en esta noche, los sacramentos de iniciación cristiana.

Particular atención merece Asia, de quien Juan Pablo II dijo que el tercer milenio debía de ser el de su evangelización. En algunos lugares de este continente, la Iglesia también atrae cada vez a más fieles. Por ejemplo este año, en el pequeño Nepal, en la Vigilia pascual 60 personas han sido bautizadas en alguna de las ocho parroquias que hay en el país, según informa la agencia Fides. Un dato bastante significativo, pues en el país hay sólo unos 8.000 católicos, apenas un 0,03 % de una población de 30 millones. Esta situación supone además un gran cambio respecto a la situación de hace años. En 1960, no había ni diez cristianos en el país. En 2008, la monarquía hindú fue abolida, y con ella las graves limitaciones a la libertad religiosa. Desde entonces, el número de católicos se ha duplicado.

Cuaresma intensa

«Los catecúmenos se han preparado para la Pascua con fuertes momentos de arrepentimiento, ayuno y oración durante la Cuaresma. En todas las parroquias del valle de Katmandú hemos vivido un camino cuaresmal intenso y profundo, con momentos de retiro espiritual y de importantes iniciativas de solidaridad y ayuda a los pobres», explicó el padre Pius Perumana, Pro-Vicario Apostólico del país.

Un ejemplo de lo que encuentran los nepalíes en la Iglesia lo da Siddhanta Chhetri, un estudiante de 25 años que en febrero pasado recibió la Primera Comunión en la catedral de Katmandú. Entonces, explicó a la agencia AsiaNews: «Veo miles de jóvenes nepaleses, sobre todo de religión hinduista, que viven una espiritualidad árida», meramente ritualista o supersticiosa, «y están confundidos. Les falta una verdadera guía. También yo tenía dudas sobre mi vida y mi carrera. Cuando empecé a frecuentar en modo regular la iglesia, a hablar con los sacerdotes y otros jóvenes católicos, fui encontrando mi camino».

A Cristo, a través de la madre, el novio, la suegra…

Al sur de Nepal, se encuentra el gigantesco subcontinente indio. En la diócesis de Vasai, 130 adultos se bautizaron en la Vigilia Pascual. Si este dato se extrapola a las 167 diócesis que hay en el país, los bautismos de adultos sólo en ese día pueden rondar los 20.000. Entre ellos, está Pavithra Subramaniyan Iyer, una joven de 25 años, perteneciente a la casta más alta, los brahmin.

En su testimonio, que reproduce AsiaNews, cuenta que «mi madre fue educada en un colegio católico y cree en Jesucristo, conocía su vida y su ministerio. Me llevaba a la iglesia, y a la novena de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. De ella cogí la costumbre de ir a la iglesia», aunque la madre no es católica. A su manera, celebraban la Navidad y la Pascua. En su juventud, Pavithra comenzó una búsqueda espiritual, leyendo sobre distintas experiencias religiosas.

«No tenía ni idea de que Él había trazado un plan para mí. Todas las piezas encajaron automáticamente y me sentí atraída hacia el Señor». Se refiere a cuando conoció a un chico cristiano, que se convirtió en su mejor amigo, y luego, su novio y su prometido. «Su madre me explicó la importancia de Cristo en su vida: Sin Él no somos nada. Todo lo que hemos conseguido es a través de Él y la razón de que estemos vivos es Él. Su fe es muy fuerte, y eso me empujó a seguirla».

Encarnar las Bienaventuranzas en la vida

Está muy agradecida a sus catequistas, que «plantaron en mí la semilla de la fe, que haré crecer durante toda mi vida y más allá. Me están enseñando sobre el Señor de forma que quiero aprender más y más sobre Él». También está muy agradecida por la calidez con la que toda la parroquia la acogió.

«A través de este viaje, mi vida ha cambiado», afirma. Ha empezado a leer sobre la fe, a aprender oraciones y a rezar e ir a Misa. Pero, «lo más importante son los efectos. He empezado a introducir las Bienaventuranzas en mi vida. He empezado a ver a Cristo en los demás, ha cambiado la forma en la que miro la vida. Soy consciente de que mi comportamiento tiene consecuencias y de que no debería olvidar que estoy abrazando a Cristo y sus enseñanzas. Tengo que ser ejemplo para los demás».

Todo esto ha supuesto para ella recuperar una confianza «que creía haber perdido». Poco antes de Pascua, explicaba que estaba especialmente «ansiosa por recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo; el día en que Cristo empiece a vivir en mí y por su fuerza pueda difundir esta Buena Noticia por el mundo».

Serenidad en sociedades hiper-exigentes

En la diócesis de Taipei, en Taiwan, llama la atención que la mayoría de bautizados de esta Pascua son madres, que han encontrado en la fe católica la fuerza y la serenidad para vivir esta misión, en una sociedad hiper-exigente. Una de ellas es Lingming, que -según recoge AsiaNews– estaba pasando un mal momento por las dificultades que tenían sus hijos en el instituto. «Mi hermana también tiene dos hijos pero estaba mucho más serena que yo, a pesar de que con frecuencia tiene problemas relacionados con el trabajo, la universidad y el cuidado de nuestros padres. Un día conseguimos pasar algo de tiempo juntas. Le pregunté qué hacía que estuviera tan tranquila. Me he bautizado, y eso me ayuda mucho. No tenía la menor idea de lo que era el bautismo».

Aunque al principio pensó que era algo occidental, luego descubrió que «Jesús es el hermano de cada uno». Comenzó a ir a clases de catecumenado, «y me di cuenta de que escuchar las parábolas de Jesús me hacía más feliz, satisfecha y con paz. Así que comencé a darle publicidad entre mis amigas. Hoy, una docena de ellas viene a las reuniones para compartir el Evangelio».

La acogida de las comunidades es clave

En una sociedad en la que los cristianos todavía son un porcentaje pequeño de la población y no es fácil conocer a muchos católicos, resulta de gran importancia la acogida de la comunidad. En Japón, el obispo de la diócesis de Niigata, monseñor Tarcisio Isao, escribió en Cuaresma a todos los catecúmenos. La diócesis -explicaba en la carta, recogida por AsiaNews– es muy grande «y es imposible que todos os juntéis en la catedral. Pero quiero acercarme a cada uno de vosotros para compartir algunos pensamientos».

Más allá de los primeros fundamentos de la fe que han recibido de personas cercanas, el obispo les exhorta a «ir más allá de estos elementos básicos y intentar encontraros con Jesús. Sin un encuentro personal con Cristo, no podemos profundizar nuestra fe». Para ello, deben contar con la comunidad cristiana, «el lugar que nos muestra el camino hasta Dios». Por eso, añadía que «la Iglesia está cerca de vosotros. Que tengáis muchos hermanos caminando y apoyándoos».

Estados Unidos: Bautismo en la Vigilia Pascual, en Mastic Beach (Nueva York) en 2012

También en el Occidente secularizado

En los países que no son mayoritariamente cristianos, es normal que los conversos hayan conocido la fe católica por primera vez ya de adultos. Con todo, a medida que avanza la secularización en el Occidente cristiano, cada vez es más frecuente que personas que han crecido sin tener contacto con la Iglesia, la descubran pasados los años. Por eso en algunos países se dan cada vez más casos de conversiones de adultos. Especialmente llamativo es el caso de Francia. En este país, el bautizo de adultos se ha incrementa un 50 % en los últimos años: si en 2005 fueron 2.409 los adultos que se bautizaron, este año han sido 3.631. En total, en esta década han entrado en la Iglesia católica casi 30.000 adultos; en concreto, 29.037.

Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, la tendencia se ha ralentizado en los últimos años, después de un incremento bastante significativo en torno a 2005. Con todo, este año ha habido un nuevo repunte en el número de conversiones, aunque la Conferencia Episcopal aún no tiene los datos de todas las diócesis. El último año del que hay datos completos es 2012. A lo largo de todo ese año, la Iglesia en el país bautizó a 41.918 adultos y recibió en plena comunión a 71.582.

Un millón de conversos en siete años

En total, entre 2005 y 2012 se han incorporado a la Iglesia católica un millón de adultos, de los cuales aproximadamente un 60 % venían de otras iglesias -fueron admitidos en la Iglesia y recibieron la confirmación y la Eucaristía- y el resto estaban sin bautizar -y recibieron los tres sacramentos de la iniciación cristiana-. Unos y otros se forman, aproximadamente durante un año, dentro del rito de iniciación cristiana para adultos.

Según los datos que tienen ya, el grupo más numeroso de conversos de esta Pascua es el de Galveston-Houston, con unos 2.300 entre adultos bautizados y recibidos en la Iglesia. Otras diócesis con grandes grupos son Atlanta -1.913-, Los Ángeles -1.666-, Nueva York -1.350-, Seattle -1.045- o Chicago -950-. Washington, que ha acogido a 1.300 nuevos católicos, ha batido su propio récord. También los 650 de Boston son el grupo más grande que ha tenido la diócesis en los últimos años -aunque antes del escándalo de los abusos sexuales rondaban los mil anuales-.

El desafío de convertirse en un país musulmán

Mucho más difíciles -e incluso heroicos- son los casos de conversiones en países musulmanes. A ellos les ha dedicado un artículo Jaume Flaquer en Aleteia. Se trata de un fenómeno en gran medida desconocido, porque no abundan los casos. De hecho, la Iglesia es cautelosa e incluso reacia a la hora de acompañar a catecúmenos. En estos países, suele haber leyes que castigan tanto al converso -discriminación, multas, prisión o incluso la muerte- como al sacerdote o pastor que le acompaña o le bautiza -que puede ser expulsado del país-.

«El único lugar donde hay conversiones a gran escala al catolicismo -explica Flaquer- es en Indonesia, donde la islamización del país en muchas regiones es muy superficial y sociológica». En Turquía, donde la comunidad católica está formada sobre todo por armenios y está en declive, «hay un interés creciente hacia el cristianismo. Este año se bautizan un puñado, y existen varios grupos de catecumenado». Esto podría llegar a dar lugar a «una comunidad turcófona católica íntegramente local». El hecho de que no haya impedimentos administrativos para la conversión ayuda.

En el Magreb -continúa-, están permitidos los bautizos de no musulmanes, y las catedrales de Marruecos, Argelia y Túnez acogen, cada Pascua, el bautismo de unos 20 jóvenes subsaharianos en cada una de ellas. Son personas que emigran a esos países para trabajar, o para seguir su camino hacia Europa. Al conocer el catolicismo, se convierten en «activos evangelizadores entre los compatriotas que pertenecen a las religiones tradicionales. De esta manera la Iglesia extranjera europea, con antiguos sabores coloniales, va siendo substituida por una africana, produciendo una bonita mezcla».