Crónica Blanca cumple 13 años - Alfa y Omega

Crónica Blanca cumple 13 años

«No es lo mismo la primera generación de estudiantes de periodismo que ahora que son todos padres de familia», destaca Manuel María Bru, al considerar los inicios de Crónica Blanca hace 13 años. Este sacerdote, ex delegado diocesano de medios de comunicación social en Madrid y profesor, entre otras actividades de su dilatado currículo, promovió otra forma de hacer periodismo

Enrique Chuvieco

Tras conocer a algunos jóvenes apasionados por los medios de comunicación en distintas parroquias, se le hizo patente la conveniencia de dar un paso hacia otra forma de contar la actualidad que tuviera más en cuenta las dimensiones física y espiritual del ser humano. Una realidad, muchas veces dura y esquiva, pero también potencialmente acogedora de un mundo mejor.

En esa sucesión de momentos creó Crónica Blanca, un «areópago moderno de la comunicación social, como realidad llamada a servir a la comunión y el progreso entre los hombres y los pueblos, como lugar privilegiado para la evangelización, como camino hacia la realización del Reino de Dios», según reza en su web.

Familia, formación y voluntariado

En Crónica Blanca hay cursos, talleres de teoría y práctica periodística y distintas actividades, pero sustentado todo esto «en una forma distinta de estar juntos», apostilla Bru, donde «se valora el ámbito comunitario de familia cristiana para los comunicadores cristianos, sobre todo para los jóvenes».

Esto se ha ido concretando en el tiempo, «por condiciones tan sencillas y materiales como el hecho de poder contar con una sede en una céntrica calle de Madrid», explica, que les ha permitido instaurar el máster de Periodismo Social con la Universidad San Pablo CEU y desarrollar otros cursos sobre comunicación.

«Hacer cosas juntos –clarifica el ex delegado diocesano de medios de comunicación– que no significan iniciativas empresariales en medios, ya que ni podríamos ni tampoco lo vemos, de momento, como un objetivo, pero sí a modo de voluntariado poder participar en experiencias comunicativas que enseñan en la práctica cómo trabajar en equipo».

Así, se han ido encargando de la revista del Banco de Alimentos, realizan dos programas en Radio María (uno de temática social y otro, religiosa), gestionan la web de la Fundación Pontificia Justicia y Paz, colaboran con Ayuda a la Iglesia Necesitada, con el Consejo Pontificio de Comunicaciones Sociales y con la Conferencia Episcopal Española para las jornadas mundiales de la juventud.

Ducho en la materia, Bru, puntualiza que «todo este trabajo en equipo es mucho más que estar juntos: es una comunión, es poder hacer una revisión de lo que tiene que ser la información de rostro humano y poder afrontar también el desafío de uno de los ámbitos de información más sensible: la información religiosa».

Los inicios

Las aulas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación de la universidad, y un pequeñísimo programa de información eclesial de la Cadena COPE fueron los inicios de esta aventura.

Aquellos primeros jóvenes de parroquias «sentían claramente su vocación al periodismo –desvela Bru–, pero consideraban problemática la relación entre su pertenencia real y gozosa a la Iglesia, y el mundo de la comunicación social, una máquina gigante, en cuyo engranaje tendrían que entrar luchando competitivamente, sin escrúpulos, y dejando aparte cualquier tipo de valores y de creencias, relegadas al microcosmos de sus grupos cristianos».

Ante esta engañosa tentación de repliegue, se presentaban también con todo su atractivo estos modernos canales de comunicación para servir «a la comunión y el progreso entre los hombres y los pueblos, como lugar privilegiado para la evangelización y como camino hacia la realización del Reino de Dios (…), que les hizo descubrir la profesión periodística como una hermosa misión profética enormemente atractiva, como una verdadera vocación», apostilla el profesor Bru.

El Decálogo

Este intento de simbiosis necesaria entre fe y ejercicio profesional, se plasma en el Decálogo con el que quieren moverse en Crónica Blanca, como es «No olvidar cuál es la gran noticia de todos los tiempos, el acontecimiento cristiano»; que cristaliza en «Aprender un nuevo periodismo», «Comunicar un nuevo humanismo» para tratar de «Liberarse del periodismo convencional», que lleva a implicarse en «Ofrecer la Crónica Blanca de la actualidad», «Aprender a trabajar en comunión», a procurar «Ser siempre fieles a la verdad», a «Dar razón de la esperanza» y «Dar un giro a la información religiosa» y, como colofón a «No caer en la tentación de la desinformación, que convierten las páginas de religión de algunos periódicos en auténticos divanes en los que liberar los diversos traumas pseudos-religiosos».

En Crónica Blanca, se puede cursar el Máster de Periodismo Social, que quiere fomentar el hermanamiento y el desarrollo entre las naciones y se esfuerza por promover «la participación universal en la búsqueda común de lo que es justo».

Quieren seguir al Papa Francisco cuando alude a que «existe actualmente una mayoría invisible de excluidos, que están al costado del camino, apaleados y robados, ante los cuales pasan los medios de comunicación. Los muestran, les dan mensajes, los hacen hablar…».

Estudios y otras propuestas

El máster cuenta con 60 ETCS repartidos en más de 37 asignaturas, entre teóricas y prácticas en los estudios de Crónica Blanca y en medios de comunicación.

Está dirigido a licenciados o graduados universitarios de cualquier carrera. Los grupos se componen de entre 8 y 15 personas, seleccionadas en entrevistas personales.

Su precio es de 4.500 euros, que es «uno de los más bajos –afirman en su web– de los ofrecidos por las universidades españolas».

Aparte del anterior, programan el curso de Oratoria y su aplicación a la Homilética y diversas mesas redondas, presentaciones de libros y otras actividades culturales.

Más información:

Teléfono: 915 799 944 (Madrid-España); fundacioncronicablanca@gmail.com

Enrique Chuvieco / Aleteia