Araceli Martínez, en Madrimaná: «Dios está a mi lado, y por eso soy fuerte» - Alfa y Omega

Araceli Martínez, en Madrimaná: «Dios está a mi lado, y por eso soy fuerte»

Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá, le dijo santa Isabel a la Virgen María. Con ello, dio lugar al Canto más grandioso dirigido a Dios de alabanza y alegría, que son fruto de la gratitud. En esta gratitud vive Araceli Martínez, una mujer con una discapacidad que da su testimonio, mañana, en la muestra de cine Madrimaná

Colaborador
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La fe da sentido a mi vida. La fe de María da sentido a la vida de todos. Con su y entrega nos abrió la puerta del Cielo.

Tengo una discapacidad severa. Necesito usar una silla de ruedas motorizada y el apoyo de otras personas para las tareas más cotidianas pero, como María, creo y confío. Mis dificultades son pasajeras, sé que mi historia va a terminar bien porque Cristo ha vencido a la muerte y ganado el Cielo para nosotros por Amor. Sólo tenemos que dejarnos salvar.

Es cierto que a María la visitó un ángel, pero su vida terrenal estuvo llena de obstáculos y sufrimientos. Una muchacha judía y pobre en territorio ocupado, que espera un hijo sin haber empezado a vivir con José, lo que implicaba pena de muerte, que da a luz al Hijo de Dios (¡a Dios!) en una cuadra, que tiene que huir… y que en el súmmum del dolor, ve morir a su hijo ajusticiado como los peores malhechores.

No, no fue fácil, pero María creyó y esperó en la voluntad de Dios, se abandonó en Dios. Sin preguntas, sin quejas, sin ira. Ahora tiene su premio y nos enseña cómo podrá ser el nuestro.

Se puede ser feliz en el dolor

En el Cielo no voy a necesitar las piernas, ni que los órganos me mantengan viva, ni ver, oír o hablar, ya que la Vida será sentir a Dios tal como es. Si estamos llamados a conocer la belleza de Dios, algo tan inmensamente grande y para la eternidad, tiene que hacer que no me importen los pequeños problemas que pueda tener en la vida finita, si no es para convertirlos en el medio que me ayude a conseguir la verdadera Vida.

Además, como María, todos tenemos una vocación, una misión que cumplir. María acogió plenamente a Cristo en la fe, e hizo fecunda esa acogida al comunicar a Cristo a los demás. De este modo, se convierte en la primera cristiana y modelo de toda vocación en la Iglesia.

En mi caso, creo que mi misión es enseñar a las personas, a través de la sonrisa, que se puede ser feliz aun rodeado de dolor -ese dolor que se presupone por el hecho de tener discapacidad o limitaciones, pero que realmente no es así-. La gente, en su forma de ver la vida, donde parece que lo más importante es poder hacer cosas mejor que nadie, no sufrir o ganar mucho dinero, considera una desgracia lo contrario, por lo que el optimismo y la alegría que ven en mí, hacen que descubran el motivo por el que mi vida tiene sentido.

Siempre que sea pequeña

Para descubrirlo, hay que hacerse pequeño. He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra. María se abandonó a la voluntad de Dios como la más pequeña, se llenó de Dios por la fe y, como instrumento de Dios, puso su confianza en Aquel para el que no hay nada imposible.

Como dijo san Pablo, mi fuerza está en mi debilidad. Muchas personas piensan que, por tener alguna discapacidad, se es inferior, más débil o incompleto. Yo sé que no puedo hacer la mayoría de las cosas, pero eso hace que también sepa que necesito a los demás y lo mejor es que esto hace que, por la fe, como María, está conmigo el que lo puede todo.

Dios está a mi lado, y por eso soy fuerte. Mi fuerza es la suya y no me da miedo lo que pueda venir en esta vida. Sé que termina bien.

Nos dijo: Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos. Pues eso, lo siento muy cerca y eso me ayuda. Por otro lado, también dijo: Lo que hagáis con estos, mis hermanos pequeños, conmigo lo hacéis, lo que refuerza la idea de que los demás le pueden encontrar en mí si le dejo actuar y siempre que me considere pequeña.

Araceli Martínez