«Estuve dos años en un sanatorio de tuberculosos, y fui muy feliz» - Alfa y Omega

«Estuve dos años en un sanatorio de tuberculosos, y fui muy feliz»

Para María de los Reyes, el sanatorio de tuberculosos de Guadarrama donde pasó ingresada dos años de su juventud, a finales de los 60, es un lugar lleno de recuerdos, algunos agridulces y otros muy entrañables. «Allí fui muy feliz», repite varias veces. El motivo de ello es el ambiente de compañerismo que se vivía en esa segunda familia, y también la comunión con otros enfermos de toda España, a través del Tren de la Esperanza, al santuario de Lourdes

María Martínez López
estuveaniossanatoriotuberculosos

Durante décadas, la Sierra de Madrid fue un destino frecuente para los enfermos de tuberculosis, que pasaban largos períodos de comparecencia en sanatorios y hospitales como el de Guadarrama, Navacerrada o Cercedilla. ¿Cómo vivían tantos enfermos juntos, durante meses o años, en estos lugares alejados de la capital? Nos lo cuenta María de los Reyes, que a finales de los años 60 estuvo dos años ingresada en el de Guadarrama, transformado hoy en centro de cuidados paliativos.

Su caso fue bastante leve, «tenía una marca en el pulmón como el arañazo de un gato, y no tuve hemorragias», aclara. En el hospital, «había sólo dos días de visitas, y eso era muy estricto. Pero allí fui muy feliz -insiste varias veces-, encontré la felicidad, me encontré con todo». Con seis plantas llenas de enfermos e ingresos tan largos, se formaba una segunda familia. «Siempre comíamos juntas, y nos juntábamos en las habitaciones, teníamos reuniones en la capilla, nos gastábamos bromas… Teníamos unas terrazas cerradas con hamacas, donde podíamos ir a descansar aunque hiciera mal tiempo». Claro que «también había momentos malos, en los que alguna estaba más baja. Y varias se murieron, lo cual era un golpe para todas. Siempre que una estaba mal, la cuidábamos más, e íbamos a verla».

Un recuerdo de Lourdes

Esta comunión no se daba sólo dentro del hospital. «Íbamos a visitar a enfermitos que había en otros hospitales cercanos, y ellos también venían a vernos a veces». Gran parte del contacto entre enfermos de distintos hospitales se llevaba a cabo a través de las peregrinaciones al santuario de Lourdes con el Tren de la Esperanza. «Allí mandaban cartas y notas gente de todos los hospitales, contando lo que hacíamos en cada sitio. Por ejemplo, los que iban a Lourdes contaban su experiencia, y eso también nos ayudaba a los demás». También se informaban unos a otros del resto de actividades que se organizaban en los hospitales.

María de los Reyes no pudo, en esos años, viajar a Lourdes. Sí se desquitó hace poco, y tiene ganas de volver. Pero sí estuvo en contacto con el santuario. «Una chica de Canarias que había en el hospital sí fue. Yo le di el anillo de un novio que había tenido hacía poco, y ella lo pasó por la roca de la Gruta y me lo trajo de vuelta. Lo he llevado desde entonces -¡incluso estando casada!-, no ya por el recuerdo de este chico, sino porque con él, sentía que la Virgen estaba conmigo».

Amigos en toda España

El boletín de Lourdes era también un cauce para que surgieran nuevas amistades. «Como venía el sitio en el que estaba cada uno, si alguna carta nos llamaba la atención, podíamos escribir a esa persona y comentarla», y así empezar una relación por correspondencia. «Nos hacía mucha ilusión cuando volvíamos de comer y nos habían dejado una carta encima de la cama». M.ª de los Reyes recuerda con especial cariño a un chico de Orense, al que nunca conoció en persona, pero que le envió una estampa grande, dedicada a «mi hermana en Cristo», que todavía conserva en la capillita de su casa. «Con muchas de las chicas también seguí en contacto después».

En la actualidad, María de los Reyes vive en Madrid con su hermana. Se quedó viuda hace diez meses, y se trasladó desde La Mancha a Madrid para someterse a varios tratamientos médicos. Como conocía desde hace años al capellán de la Fundación Jiménez Díaz, le visita con frecuencia en este hospital, donde, además, se está planteando empezar a hacer voluntariado con enfermos.