El Papa pide que los mafiosos «se arrepientan y se conviertan al Señor» - Alfa y Omega

El Papa pide que los mafiosos «se arrepientan y se conviertan al Señor»

Durante el rezo del Ángelus del pasado domingo, el Papa Francisco recordó a Cocò Campolongo, un niño de tres años que, la pasada semana, fue asesinado por la mafia en la localidad de Cassano allo Jonio, en la región de Calabria, de una forma especialmente salvaje. Lo hizo desde el balcón del Palacio apostólico, en la plaza de san Pedro, y acompañado por dos niños de la Acción Católica de Roma, que leyeron un mensaje por la paz y soltaron dos palomas desde la ventana pontificia

José Antonio Méndez

«Hoy hay muchos niños en la plaza, muchos. Y también quisiera, con ellos, dirigir un pensamiento a Cocò Campolongo, que a los tres años ha sido quemado en el coche, en Cassano allo Jonio. Esta furia sobre un niño tan pequeño parece no tener precedentes en la historia de la criminalidad. Rezamos con Cocò que seguro está con Jesús en el cielo. Por las personas que han hecho este crimen para que se arrepientan y se conviertan al Señor», dijo el Santo Padre.

Ante el crimen, conversión

El pequeño Nicolás, apodado cariñosamente Cocò, nació y se crió en la cárcel, donde permanece ingresada su madre, por procesos contra la mafia calabresa, y fue quemado vivo dentro de un coche, junto a su abuelo y la compañera sentimental de éste. El suceso ha sacudido a toda Italia, y el viernes 24 de enero, cientos de vecinos de Cassano allo Jonio y de otras ciudades de Calabria, a pesar de la lluvia, salieron a la calle para recordar las víctimas de esta ejecución, en una marcha silenciosa organizada por la diócesis, que acabó con una vigilia por la Justicia, presidida por monseñor Nunzio Galantino, Secretario General ad interim de la Conferencia Episcopal Italiana. «La oscuridad en la que ha caído nuestra comunidad -clamó el obispo- tiene una causa precisa: ¡la violencia! Una oscuridad hecha aún más espesa e insoportable por la crueldad con la que actuaron sobre los cuerpos; y sobre todo, ¡porque entre las víctimas había un niño completamente inocente! Si estamos aquí esta tarde es para reencontrar las ganas de ponernos de nuevo en camino. ¡Si estamos aquí esta tarde es porque necesitamos luz en esta oscuridad!». Como señala la agencia Zenit, Monseñor Galantino reveló que había visitado en la cárcel a los padres y las dos abuelas del pequeño Cocò, para decirles que «los tendríamos presentes en el camino con nosotros, pero sobre un camino diferente: uno hecho con las ganas de redención y de vida nueva. Con ellos y con nosotros, queremos sentir en camino también a su hijo». Y en efecto, Antonia Iannicelli, madre de Cocò, se hizo presente en la iniciativa a través de una Carta, en la que exhortó a responder al mal con amor: «He entendido que debemos cambiar en el corazón, esforzándonos por no responder con la venganza sino con el amor. He perdido un hijo pero he ganado un ángel», decía en la carta.

Texto completo del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo cuenta los inicios de la vida pública de Jesús en las ciudades y en los pueblos de Galilea. Su misión no sale de Jerusalén, es decir, del centro religioso, social y político, sino de una zona periférica, despreciada por los judíos más rigurosos, con motivo de la presencia en esa región de diferentes poblaciones extranjeras; por esto el profeta Isaías se refiere a ella como Galilea de los gentiles.

Es una tierra de frontera, un zona de tránsito donde se encuentran personas de diferentes razas, culturas y religiones. Galilea se convierte así en un lugar simbólico de apertura del Evangelio a todos los pueblos. Desde este punto de vista, Galilea se asemeja al mundo de hoy: coexistencia de diversas culturas, necesidad de comparación y necesidad de encuentro. También nosotros estamos inmersos cada día en una Galilea de los gentiles, y en este tipo de contexto podemos asustarnos y ceder a la tentación de construir recintos para estar más seguros, más protegidos. Pero Jesús nos enseña que la Buena Noticia que Él trae no está reservada a una parte de la humanidad, es para comunicar a todos. Es un anuncio feliz, destinado a cuantos lo esperan, pero también a cuantos quizá no esperan nada más y no tienen ni siquiera la fuerza para buscar y preguntar.

Partiendo de Galilea, Jesús nos enseña que ninguno está excluido de la salvación de Dios, es más, que Dios prefiere partir de la periferia, de los últimos, para alcanzar a todos. Nos enseña un método, su método, que expresa el contenido, es decir la misericordia del Padre. «Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada. ¿Y cuál es la llamada? Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio». (Evangelii gaudium, 20).

Jesús comienza su misión no solo desde un lugar descentrado, si no también con hombres que se les diría de perfil bajo. Para elegir a sus primeros discípulos y futuros apóstoles, no se dirige a las escuelas de los escribas o de los doctores de la Ley, sino a las personas humildes y a las personas sencillas, que se preparan con empeño para la llegada del Reino de Dios. Jesús va a llamarles allí donde trabajan, sobre la orilla del lago: son pescadores. Les llama, y ellos le siguen enseguida. Dejan las redes y van con Él: su vida se convertirá en una aventura extraordinaria y fascinante.

Queridos amigos y amigas, ¡el Señor llama también hoy! El Señor pasa por los caminos de nuestra vida cotidiana; también hoy, en este momento, aquí, el Señor, pasa por la plaza. Nos llama a ir con Él, a trabajar con Él por el Reino de Dios, en las Galileas de nuestros tiempos. Cada uno de vosotros que piense: el Señor pasa hoy, el Señor me mira, ¡me está mirando! ¿Qué me dice el Señor? Y si alguno de vosotros oye que el Señor le dice: Sígueme, sé valiente, ve con Él; Él no decepciona jamás. Escuchad en vuestro corazón si el Señor os llama a seguirlo. ¡Dejemos alcanzarnos por su mirada, por su voz, y sigámoslo! «Para que la alegría del Evangelio llegue hasta a los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz».

Tras la oración del Ángelus, el Santo Padre dijo:

Ahora, veis que no estoy solo, estoy en compañía de dos de vosotros que han subido aquí. ¡Son buenos estos dos!

Se celebra hoy la Jornada Mundial de los enfermos de lepra. Esta enfermedad, aún estando en retroceso, lamentablemente afecta todavía a muchas personas en condiciones de grave miseria. Es importante mantener viva la solidaridad con estos hermanos y hermanas. A ellos aseguramos nuestra oración, y rezamos también por todos aquellos que les asisten y, en diferentes formas, se comprometen a derrotar esta enfermedad.

Estoy cerca con la oración a Ucrania, en particular a cuantos han perdido la vida en estos días, y a sus familias. Deseo que se desarrolle un diálogo constructivo entre las instituciones y la sociedad civil y, evitando todo recurso y acción violenta, prevalezcan en el corazón de cada uno ¡el espíritu de la paz y la búsqueda del bien común!

Hoy hay muchos niños en la plaza, muchos. Pero también quisiera, con ellos, dirigir un pensamiento a Cocò Campolongo que a los tres años ha sido quemado en el coche, en Cassano allo Jonio. Esta furia sobre un niño tan pequeño parece no tener precedentes en la historia de la criminalidad. Rezamos con Cocò que seguro está con Jesús en el cielo. Por las personas que han hecho este crimen para que se arrepientan y se conviertan al Señor.

En los próximos días, millones de personas, que viven en Extremo Oriente y repartidos en varias partes del mundo, entre los cuales chinos, coreanos y vietnamitas, celebran el fin de año lunar. A todos ellos les deseo una existencia llena de alegría y de esperanza. El anhelo que no se puede suprimir a la fraternidad, que alberga en su corazón, encuentre en la intimidad de la familia el lugar privilegiado donde pueda ser descubierto, educado y realizado. Será esta una preciosa contribución a la construcción de un mundo más humano, en el que reina la paz.

Ayer, en Nápoles, se ha proclamado beata María Cristina de Savoya, que vivió en la primera mitad del siglo XIX, reina de las dos Sicilias. Mujer de profunda espiritualidad y de gran humildad, supo hacerse cargo de los sufrimientos de su pueblo, convirtiéndose en verdadera madre de los pobres. Su extraordinario ejemplo de caridad testimonia que la vida buena del Evangelio es posible en cualquier ambiente y condición social.

Saludo con afecto a todos vosotros, queridos peregrinos venidos de diferente parroquias de Italia y de otros países, como también a las asociaciones, grupos escolares y otros. En particular, saludo a los estudiantes de Cuenca (España) y las chicas de Panamá. Saludo a los fieles de Caltanissetta, Priolo Gargallo, San Severino Marche y San Giuliano Milanese, y los ex alumnos de la escuela de Minoprio. Quisiera también expresar mi cercanía a la población que ha sufrido inundadaciones en Emilia.

¡Me dirijo ahora a los chicos y chicas de Acción Católica de la Diócesis de Roma! Queridos jóvenes, también esto año, acompañados del cardenal vicario, habéis venido numerosos al finalizar vuestra Caravana de la Paz. ¡Os doy las gracias! ¡Os doy muchas gracias! Escuchamos ahora el mensaje que vuestro amigos aquí junto a mí, leerán.

Al finalizar la lectura, los dos niños junto al Papa han lanzado las dos palomas como símbolo de la paz.

Para concluir, el Santo Padre deseó a todos «¡Buen domingo y buena comida!».