Los cristianos perseguidos hoy, en el Congo y en Europa - Alfa y Omega

Los cristianos perseguidos hoy, en el Congo y en Europa

La azafata de British Airways Nadia Ewida fue suspendida de empleo y sueldo por llevar una pequeña cruz colgada al cuello. Monseñor François-Xavier Maroy Rusengo, arzobispo de Bukavu, sufrió un atentado del que salió indemne. Ambos han participado en la III Jornada de Libertad Religiosa organizada por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada y que tuvo lugar este viernes en el salón de grados de la universidad CEU San Pablo. Durante la jornada, Ewida recibió el II premio a la defensa de la libertad religiosa

José Calderero de Aldecoa
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La Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada celebró ayer la III Jornada de Libertad Religiosa bajo el lema El testimonio de los cristianos perseguidos en el año de la fe. El acto tuvo lugar en el Salón de Grados de la Universidad CEU San Pablo y contó con el testimonio de diferentes cristianos que han sido perseguidos por su fe en el último año. Durante la jornada, Nadia Eweida, cristiana copta despedida de British Airways por llevar un pequeño crucifijo, recibió el II premio a la defensa de la Libertad Religiosa.

El caso de Nadia Ewida comenzó en 2006 cuando «se celebró en la compañía [British Airways] un curso sobre dignidad y seguridad para todos los empleados que trabajaran de cara al público», relató en la rueda de prensa de presentación de la jornada. El curso tenía como propósito que todos los empleados se intercomunicaran, que comprendieran los diferentes orígenes, culturas y situaciones que se podían encontrar y «que aprendiéramos a respetarnos unos a otros para que el ambiente de trabajo fuera más armonioso», explicó.

Al día siguiente, cuando Nadia llegó al aeropuerto y fichó la entrada en su trabajo, la jefa «vio que llevaba una cruz y me dijo que me la quitara. Yo respondí que era mi cruz, que quería llevarla, que era cristiana y que me representaba. Ella me dijo que la cruz no entra dentro del reglamento de uniformidad y aseguró: Tengo el poder de mandarte a casa ahora mismo sin paga, tengo la autoridad para hacerlo», contó Ewida.

Nadia fue suspendida de empleo y sueldo en mayo de 2006 y durante 4 meses seguidos escribió diversas cartas a los directivos de British Airways solicitándoles permiso para llevar la cruz. La respuesta fue siempre la misma: No. En diversos juicios similares con otros empleados, ganados todos por la compañía, British Airways siempre alegó que llevar crucifijos perjudicaba su imagen de marca. Por el contrario, tal y como se señala en la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que falló a favor de Nadia, otros empleados de British Airways «recibieron autorización para llevar vestimentas religiosas» —como turbantes o velos— sin que ello supusiera «ningún efecto negativo sobre la imagen de marca y la reputación de la compañía».

Un mes más tarde de que la aerolínea suspendiera a Nadia, le ofreció un puesto de administrativo en el que no tendría que llevar uniforme ni tener contacto con los clientes. La empleada prefirió seguir suspendida antes que contravenir sus creencias. El caso llegó hasta el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, que falló a favor de Nadia y obligó al Reino Unido a indemnizarla con 2.000 euros por daños morales y 30.000 euros más por los costes del proceso, al entender que se vulneró el artículo 9 del Convenio Europeo de Derechos Humanos sobre libertad religiosa.

«Después de recibir la noticia de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo en la que se me daba la razón, me sentí como si se me quitara un peso enorme de encima. Dios respondió a mis oraciones y estaba feliz. Se habían reivindicado los derechos de los cristianos en el Reino Unido y en Europa», aseguró Nadia.

Por otro lado, la empleada de la compañía aérea aseguró no sentirse especial, sino simplemente coherente con su fe. «Sólo tengo que decir que hay que seguir el primer mandamiento —afirmó Nadia—: Amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Y mantenerse en ese camino firmemente. Él nos creó a su imagen y semejanza y nos quiere con locura. Tenemos que tener la confianza de preguntarnos quienes somos nosotros en Cristo y saber que ¿Si Cristo está con nosotros? ¿Quién contra nosotros? Los obstáculos llegarán, escucharás cosas muy negativas pero en la fe hay que centrarse en Dios y en su palabra».

Además, contestando a la pregunta de si mereció la pena pasar por todo esto, Nadia aseguró que sí, y que además, desde el principio, «he tenido a Dios de mi lado y Él me ha proporcionado equipos legales que me han ayudado». Posteriormente explicó tener claro «que ha habido una intervención sobrenatural en cada paso que he dado».

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Tres arzobispos en nueve años

En la III Jornada sobre Libertad Religiosa también participó monseñor François-Xavier Maroy Rusengo, arzobispo de Bukavu, quien ofreció el testimonio de los duros momentos que vive su diócesis, al este de la República Democrática del Congo. Allí la guerra —a la que el arzobispo se niega llamar civil— ha causado más de un millón de muertos y ha condenado a la población a una extrema pobreza. «La población está creciendo, así como la enfermedad, la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades económicas y de formación». A pesar de lo cual, explicó el arzobispo, «las necesidades de la mayoría de los congoleños es recuperar la esperanza y reanimar su espíritu para que las organizaciones puedan poner en marcha sus programas humanitarios, sociales y económicos».

En 2009 el arzobispo tuvo que abandonar el Sínodo de los Obispos celebrado en Roma para volver rápidamente a Bukavu, donde estaban siendo atacadas las parroquias y los sacerdotes habían sido agredidos, encarcelados o secuestrados. Incluso el propio monseñor Maroy, en otro momento, sufrió un atentado, «pero gracias a Dios la bala no me impactó por mi pequeña estatura». Por desgracia, la guerra si alcanzó a sus antecesores en el cargo. «Mis tres antecesores murieron directa o indirectamente por causa de la guerra. En 9 años ha habido 3 arzobispos distintos».

El arzobispo terminó su intervención con un mensaje cargado de optimismo. «Los cristianos somos herederos de la eternidad pero para eso hay que ir paso a paso. Ahora está instalado el mal, pero el mal cansa. El bien nunca cansa y tras el bien está la salvación», aseguró monseñor Maroy. La zona ha vivido varias guerras y, en todas, los cristianos han sigo perseguidos. Actualmente, «las intimidaciones siguen pero permanecemos firmes».