«Quieren islamizar Centroáfrica. Nosotros, respondemos con la fe» - Alfa y Omega

«Quieren islamizar Centroáfrica. Nosotros, respondemos con la fe»

Al menos, cuatro personas han muerto y decenas han resultado heridas este fin de semana, tras estallar una granada durante un servicio religioso en una iglesia evangélica del distrito cuarto de Bangui, la capital centroafricana. «Lo que está pasando en Bangui es alarmante, la seguridad brilla por su ausencia, en cada barrio hay abusos y atentados contra los derechos humanos», cuenta monseñor Juan José Aguirre, el obispo español de Bangassou, en una nueva misiva, dirigida a su hermano, Miguel, residente en Córdoba

Cristina Sánchez Aguilar
Una familia centroafricana es atendida por Cruz Roja en un campo de refugiados de Camerún.

El obispo, deseoso de volver a su diócesis, cuenta cómo vio un coche en Bangui, robado en Bangassou, «que había tenido un accidente y estaba recostado en una zanja, con las tripas al aire, sin frenos ni motor. Al verlo, se me vino a la cabeza la imagen de Centroáfrica, despojada de todo por esta banda que viste turbante y huele a metralla. O la imagen de ese hombre que viajaba de Jerusalén hasta Jericó y cayó en manos de unos bandidos. Y quedó allí, cubierto de llagas, panza arriba y expuesto al sol». Como el coche. Como el país.

Ayer, todos los sacerdotes de Centroáfrica leyeron la misma homilía. Unas palabras de la Iglesia, en estos momentos, que recuerdan a los fieles que «no pueden responder al hierro con el hierro, porque los que buscan la paz heredarán la tierra, mientras que, a los que acumulan el odio, les queda una cicatriz en el alma que perturba la vida».

Pero está claro que «quieren islamizar Centroáfrica lo más pronto posible y nosotros debemos responder con la fe, no con las armas». De hecho, en Bangassou, los Seleka están poniendo musulmanes en todos los puestos clave de la vida política y obligando a todos los comercios a pagar una especie de impuesto revolucionario. También «están celebrando matrimonios entre rebeldes y muchachas centroafricanas. Se diría que quieren inseminar Centroáfrica para que nazcan creyentes musulmanes, que a la larga son votos en las elecciones», afirma el obispo.

Pero Aguirre recalca que «no hay que confundir a la Seleka con todos los musulmanes. Poner a todo el mundo en el mismo manojo lleva a una espiral de violencia que suele terminar en sangre sobre sangre». De hecho, musulmanes y libaneses también cuentan cómo han sido saqueados en sus barrios, «y la vergüenza que les producía que el grito de Allah es grande no impresionara a ninguno de aquellos bandidos», añade.

Cuantiosas pérdidas

La Nunciatura centroafricana ha estimado ya en 6 millones de dólares las pérdidas para la Iglesia católica. «En una Iglesia ya empobrecida y escuálida, que vive de las ayudas y el trabajo interno, esto es un varapalo», afirma el obispo.

Aunque las ONGs no han salido mejor paradas. «En Cruz Roja internacional están perplejos porque sus coches, incluso con el logotipo y la bandera blanca, han sido atacados por la Seleka, cosa que, dicen, no pasa ni en los conflictos más violentos», continúa explicando el obispo en el texto. Médicos sin Fronteras de España «han cerrado dos de sus tres hospitales y han repatriado a su gente, porque se han llevado delante de sus narices hasta las neveritas para las vacunas y los aparatos para centrifugar. Un rebelde Seleka va a utilizar una centrifugadora, ¿para qué?», se pregunta.

Los organismos denuncian

La Oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios ha advertido que la situación humanitaria en la República Centroafricana continúa deteriorándose desde que la Seleka se hizo con el poder, hace ya tres semanas. En un comunicado, la organización advierte que «las comunidades afectadas necesitan con urgencia ayuda alimentaria, atención médica, abrigo y agua», y denuncia que «hay serias preocupaciones sobre violaciones generalizadas de los Derechos Humanos en todo el país». Súmese que los trabajadores humanitarios tienen limitado el acceso hasta la población, y que sólo ha llegado el 25 % de los fondos necesarios para responder a la crisis.

La oleada de migrantes que huyen del país también se ha multiplicado. Sólo en la última semana se han marchado cerca de 40.000 personas, ahora refugiadas en la República Democrática del Congo, en Camerún o el Chad.

También UNICEF ha denunciado, en un comunicado, que más de 2.000 niños y niñas han sido reclutados por las fuerzas armadas desde el inicio de la ola de violencia en el país. En el texto, la organización advierte de que «tiene pruebas de dicho reclutamiento de menores» y señala que tales prácticas «representan una violación del derecho internacional».