Una monja rescata a los travestis de la prostitución - Alfa y Omega

Una monja rescata a los travestis de la prostitución

La hermana Mónica Astorga, carmelita descalza que vive en Neuquén, acompaña desde hace diez años a un grupo de travestis que decidieron, con su ayuda, dejar la prostitución y las adicciones al alcohol y a las drogas para iniciar un camino de recuperación y reinserción social. «Trato de meter a Dios en sus vidas, que se sientan amadas por Dios», contó en una entrevista

AICA

La hermana Mónica recibió en 2005 a una travesti llamada Romina en el monasterio donde reside. La persona llegó derivada de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, donde se había acercado para ofrecer un diezmo a la comunidad. Tras enterarse que esa plata provenía de la prostitución, le aconsejaron ver a la carmelita.

Mónica Astorga conversó durante una hora con la travesti y la convenció para que llevara a más compañeras a su residencia. Días más tarde, rezaron juntos y le abrieron sus experiencias de vida, sus dolores. Especialmente, la religiosa contó del daño que sufrían por haber sido abusados de niños.

«Fuimos a rezar y después les pregunté qué sueños tenían, porque una persona sin sueños no tiene vida. Me contaron que querían ser peluqueras, o ser cocineras y tener su propio local. Katty, otra de las travestis, me dijo que quería tener una cama limpia para morir. ¿Por qué? El promedio de vida de un travesti es de 40 años», contó la religiosa en una entrevista grabada con el productor audiovisual Juan Martín Ezratty.

La religiosa, entonces, se vio tocada en su alma y decidió ponerse manos a la obra. Contactó a las autoridades de Cáritas Neuquén y al obispo diocesano, monseñor Virginio Bressanelli SCJ, y allí comenzaron un proyecto de peluquería y una cooperativa de costura, mientras se refaccionaba una casa que les sirve en la actualidad como residencia y hospicio.

«La casa se pensó para que puedan morir allí. Pero eso les impresionaba. Entonces decidimos cambiarla por una casa de reunión, y le pedí al obispo si podía usar ese salón para un taller de costura», contó la monja. Katty, aquella que quería una cama para morir, ahora dirige la casa de reunión, el curso de costura y hospeda a travestis de la calle.

«Tenemos una reunión mensual. Verlas rezar y pidiéndole al Señor paz, alegría y más cosas solo puede entenderse viéndolo. Te das cuenta que tratas con seres humanos, no con animales, como muchas veces se los trata. Para mí es muy edificante verlas rezar, y creo que el nivel de oración de ellas no se compara con el mío», describió la hermana Astorga.

«Esos espacios de oración continúan con reuniones, donde al comienzo no se podía ni hablar, porque estaban acostumbradas a la lucha: en la ruta competían por los lugares, y si venía otras más jóvenes también. Ahora pueden hablar, y en vez de juntarse para tomar, drogarse y charlar sobre los clientes, tienen otro diálogo. Ya es vida para ellos», comentó.

Un trabajo desde la fe y con la venia papal

«Yo hago esto desde la fe. Trato de meter a Dios en sus vidas, que se sientan amados por Dios. Les ayudo a que se sientan amados por Jesús, que lo vean como un amigo, que los quiere como son», resumió la religiosa.

En su acompañamiento a estas personas, la religiosa tuvo muchos obstáculos, que contó en la entrevista: «A mí me han dicho por qué había travestis en la Iglesia, pero la Iglesia es para todos. ¿Jesús, con quién estuvo? ¡Con pecadores! Lo que me importa es que vivan dignamente, que no tengan necesidad de pasar las noches con frío, con temperaturas bajo cero. Lo que ofrezco es un espacio para rezar, para encontrar una salida laboral, y lo demás es juicio de Dios, que sé que es muy misericordioso».

La hermana Astorga tiene muchas anécdotas vividas en estos años. Entre ellas de Romina, la primera en acercarse. «Me decía que sentía una lucha contra el diablo, porque trabajaba en la peluquería, pero se sentía con ganas de salir a la calle en búsqueda de ese costado afectivo, del abrazo falso. Entonces me decía que, al sentir esa necesidad, le pedía ayuda a la Virgen y se ponía a rezar. Otra me contaba que se tomaba un trago de agua bendita. Esos son testimonios muy fuertes. Seguramente Jesús vivió eso cuando se encontró con prostitutas o con otros pecadores», relató.

Según contó la carmelita descalza, el Papa Francisco está al tanto de este acompañamiento que ella realiza y la alienta a continuar. «En una carta me pidió que no abandone este trabajo de puntera que me puso el Señor. Y ofreció a acompañarme en lo que necesite», aseguró.

Cuando fue elegido Papa, la hermana Astorga envió un saludo al obispo de Roma de su parte y de «las chicas» que acompaña. «Él respondió diciendo que no las juzgaba, que las quería y que supieran que Jesús y María las quieren mucho», reveló.

La religiosa hizo un pedido a toda la sociedad para tomar conciencia del daño que sienten estas personas. «Le pido a la gente que en nuestras familias se nos pueden presentar personas que nos digan que son homosexuales. Les pido que los reciban con todo el amor que se merece, y que no los rechacen, porque ya los mandamos, en algunos casos, a la prostitución. Todo eso se puede evitar con la contención de las familias», opinó la monja que acompaña a travestis.