Secretaria general internacional de Infancia Misionera: «Los niños pueden hacer mucho» - Alfa y Omega

Secretaria general internacional de Infancia Misionera: «Los niños pueden hacer mucho»

Este domingo se celebra en España el día de la Infancia Misionera. Unos días antes, la secretaria general de esta Obra Pontificia, doña Baptistine Ralamboarison, visitó España para participar en los actos relacionados con el concurso de dibujo convocado para celebrar el 170 aniversario de la Infancia Misionera. En esta entrevista, doña Baptistine subraya que la Infancia Misionera «no es una obra social, es una obra de evangelización»

OMP

Nacida en Madagascar hace 61 años, Baptistine Ralamboarison conocía bien el mundo de la pobreza en los niños antes de ser elegida para el cargo de Secretaria General de la Obra Pontificia Infancia Misionera para todo el mundo, con sede en Roma. Es la primera mujer, y además, laica, en ocupar el cargo, la primera que no llega desde una dirección nacional de Obras Misionales Pontificias. Desde el año 2010, se encarga de revisar todos los proyectos que le proponen y destinar los fondos que recibe de cada país miembro de esta obra. Reitera una y otra vez: el dinero de Infancia Misionera es el dinero que han donado los niños

¿Qué es Infancia Misionera?
Infancia Misionera para mí es una sola palabra: compartir. Cuando uno habla de Infancia Misionera, parece que es una cosa muy profunda y difícil. No sé si en España es igual, pero normalmente en Italia o Francia, la palabra misionero no es acogida con simpatía. Cuando la gente escucha «soy la secretaria general de Infancia Misionera», parece una cosa muy antigua. Entonces cuando yo les digo que la Infancia Misionera son los niños que ayudan a los niños, se entiende mejor.

Pero no es ayuda al desarrollo…
No es una obra social, es una obra de evangelización, eso es muy importante. Se puede ayudar mucho con las oraciones y también con los bienes materiales, pero nadie piensa en las oraciones. Y aquí está la diferencia de Infancia Misionera. Por esto, cuando un niño dice «soy misionero», quiere decir que está compartiendo sus oraciones . Y no sólo reza por sí mismo y por su familia, sino por todo el mundo: por su familia de la Iglesia. Y cuando tiene algo, dice «yo quiero también dar algo, porque quiero compartir este algo material con mis hermanos». Eso es ser misionero. ¡No es difícil! Es algo muy simpático, porque es una educación de los niños a ser de mayor una persona responsable, porque lo será en la sociedad y en la Iglesia. Y creo que una persona que no es egoísta, que no piensa solamente en él mismo sino en los demás, podría ser la solución de todos los males que hay ahora.

¿Cómo se concreta eso en los niños?
Infancia Misionera es una educación de los niños en el compartir, en el decir no al egoísmo. Porque en el mundo de hoy vemos que siempre pensamos en nosotros mismos y no en los otros, que también son personas como nosotros. Si todos diéramos lo que podemos creo que el mundo iría mejor. Es esto lo que es necesario inculcar en los niños. Esto es lo que los animadores y responsables de la Infancia Misionera tienen que hacer comprender a los niños. Es la educación básica, es decir a los niños: «Tú perteneces a una familia que es la Iglesia, tienes hermanos y hermanas en todo el mundo, y como en una familia, cuando uno está bien todos son felices, cuando uno tiene una necesidad todos se preguntan qué pueden hacer». Por ejemplo, si un miembro de una familia está enfermo, los demás piensan en ir a la farmacia, al doctor. Eso es la Infancia Misionera. Ocurre por ejemplo, como cuando hay un cumpleaños, La tarta no es disfrutada sólo por el que cumple años, sino por toda la familia. Eso es compartir, eso es ser misionero.

¿Y la oración de la que nos ha hablado?
Lo más importante es la oración, que tiene una fuerza que no se puede medir. Por eso, ser misionero es rezar por todos los niños y niñas en el mundo, que son mis hermanos. Yo todo lo que puedo hacer lo hago para todos, no sólo para mí mismo. Eso es ser misionero, solamente eso. Creo que no es una cosa difícil, sino muy alegre y simpática.

¿En cuántos países está implantada Infancia Misionera?
Hay 140 direcciones nacionales en todo el mundo, y normalmente, los directores nacionales son los directores de las 4 Obras Pontificias —Propagación de la fe; Infancia Misionera, Vocaciones Nativas, y Pontificia Unión Misional—.

¿Cuál es el país en el que Infancia Misionera tiene más fuerza?
Es difícil de decir, porque si la fuerza se mide con las oraciones, yo creo que todas son muy fuertes. Si por el contrario se mide con el dinero, es relativo, porque en occidente son más ricos, y en África, Oceanía y Asia son más pobres. Por eso, un euro que puede dar un niño de África, creo que vale lo mismo que 100 euros que aporte un niño de Europa. Por eso, si un país como España nos da más de 2 millones, es estupendo; pero si un pequeño país de África nos da 1500 euros, para mí tiene igual valor. No es la cantidad, sino la calidad de lo que se da. Porque muchas familias de África no viven ni con un euro a la semana. Es difícil valorar cuál es mejor.

¿De quiénes parten las iniciativas?
Siempre les digo a los directores de las Obras Misionales Pontificias, y a los animadores de Infancia Misionera que, por favor, dejen hacer a los niños lo que quieran. Es necesario que los adultos acompañen a los niños, pero cuando el niño ha asimilado el sentido de la Infancia Misionera, hay que dejarle tomar la iniciativa, porque puede hacer mucho. Los niños son muy creativos, saben lo que quieren, y muchas veces, logran llegar donde el adulto no puede ir. Porque de un niño, se acepta todo, se le escucha más que a un adulto. Por ejemplo, un niño puede introducir a los padres a los valores cristianos. Es el caso de un niño, que está acostumbrado a bendecir los alimentos en su escuela católica. Cuando llega a su casa por la tarde, antes de cenar anima a sus padres a rezar con él. En una ocasión un sacerdote me dijo que desde que existe la Infancia Misionera en su parroquia, va más gente a misa el domingo. Porque los niños han entendido qué significa ir a misa, y los padres vienen, porque los niños pueden atraer a los padres. Creo que pueden hacer más conversiones que un adulto, porque siendo pequeños, puros e inocentes, el adulto tiene el corazón más abierto a lo que dice el niño. Los niños pueden hacer mucho.

Hay que dejarles actuar como quieren, porque cuando han entendido el sentido de la Infancia Misionera, no pueden hacer cosas malas. Está bien que el adulto supervise, pero la iniciativa tiene que venir de los niños.

¿En qué sentido?
Voy a poner un ejemplo. En la República Democrática del Congo, en medio de una guerra, toda la población de un pueblo tenía que huir a la selva y dejar todo lo que tenía en el pueblo. Cuando una monja misionera se lo han comunicado a los niños, ellos han dicho «¡no tenemos que olvidar lo que vamos a dar a la Infancia Misionera, el fondo de solidaridad!» Yo, como adulto, si tuviera que dejarlo todo y huir a la selva, no se me ocurriría pensar en la Infancia Misionera. Un niño cuando ha asimilado el espíritu de Infancia Misionera, es parte de su vida.

¿Nos puede poner algún caso concreto?
En ese mismo país, es llamativa la iniciativa de unos niños, que decidieron que se turnarían para llevar cada uno de ellos una banana para venderla en el pueblo en beneficio de la Infancia Misionera. La hermana que les acompañaba, aceptó la iniciativa, y al tiempo me ha llevado a Roma el dinero recaudado. Como se ve, ser misionero es compartir. ¡Los niños siempre dicen que hay que hacer algo!

¿Cómo influye esto en sus vidas?
Crisis y guerra son palabras de adulto. Los niños, cuando han entendido que su vida es compartir, todo está bien. No piensan es que no hay dinero. Todo esto son cosas de adultos.

La primera educación para un niño es decirle: «tú puedes». Aunque sea huérfano, y no tengan nada. Recuerdo una vez que le pregunté a una hermana que cuál era la contribución de sus niños a Infancia Misionera, y me respondió enfadada que sus niños no tenían de nada. Esto es fatal para los niños, porque crecerán con la idea de que son pobrecitos, y siempre tienen que pedir, y no dar. Un niño puede dar mucho, puede rezar. Por eso hay que decirles a los niños que pueden.

Los niños ven que la dimensión espiritual también es importante, más que la material. Pero como digo siempre, lo material es una consecuencia lógica de lo espiritual. Cuando un niño ha entendido el sentido de la solidaridad, lo material es automático.

¿Cómo funciona la Secretaría?
Cada país hace una colecta a nivel nacional y se constituye un fondo universal de la obra. Con este fondo, nosotros contestamos a las necesidades de la infancia de todo el mundo. Al Secretariado general llegan 4000 peticiones de ayuda cada año, y nosotros podemos contestar a 3000, no da para más.

¿Cómo se distribuyen los fondos?
Nosotros ofrecemos dos tipos de subsidios. Lo que llamamos subsidios ordinarios, son una ayuda a los obispos para promover el espíritu de la Infancia Misionera en sus diócesis. Todas las iniciativas que la diócesis toma para promover Infancia Misionera están financiadas con este dinero. Es un derecho para las diócesis que pertenecen a los territorios de misión. Pero aunque es un derecho, no es automático. El obispo tiene que enviarnos un informe sobre la situación de los niños en su diócesis, cuáles son las iniciativas que toma para promover la infancia. Se hace una colecta para el fondo universal, ya que no sólo se trata de recibir, sino también de dar. Si este informe está bien, se les manda el dinero. Nosotros necesitamos saber que las diócesis hacen algo para la Infancia Misionera, hay que comprobarlo.

Después hay subsidios extraordinarios, para proyectos concretos: escuelas, hospitales, orfanatos… Todas las iniciativas de las diócesis para ayudar a los niños. Pero para las necesidades directas de los pequeños, no para los adultos que se ocupan de ellos. ¡El niño ayuda al otro niño, no al adulto!

¿Qué peticiones son las más frecuentes?
Tenemos muchísimas peticiones para construcción de escuelas, que es un medio para evangelizar. En la escuela católica a los niños se les atiende en valores cristianos. Es muy importante y muy costoso. Siempre vamos poco a poco. La educación y la salud son los campos en los que más se invierte. Hay muchísimas peticiones también para la acogida de los niños en orfanatos.

¿Cómo repartís el dinero?
Nosotros preparamos los proyectos y lo estudia cada director nacional. Después lo presentamos a la Asamblea General que se celebra en Mayo, y ella decide. Nosotros solo proponemos, y los directores nacionales aprueban en la Asamblea.

¿Cómo fomentar la dimensión misionera en una sociedad secularizada como la de España?
Sería necesario que los responsables de la animación misionera infantil se acercaran a donde están los niños. Las instituciones muchas veces están lejos de los niños. Tienen que salir al encuentro de ellos. Por ejemplo, un obispo del Congo no tenía niños en su parroquia. Se preguntaba: ¿dónde están los niños? En un país así, hay niños por todos los lados. Se enteró de que en hora de misa, los pequeños quedaban para jugar al fútbol. Se acercó al campo y se puso a habla con los niños. Días después les llevó varios balones para que jugaran. Después de jugar con ellos varios días, les preguntó que cuántos iban a misa, y les invitó a ir a misa el domingo siguiente. El obispo fue donde están los niños, ver qué le interesa los niños. ¡No hay que esperar a que los niños se acerquen!

Es la forma de que Infancia Misionera llegue en una sociedad tan difícil como la actual. Podemos hacer un trabajo muy importante y serio desde las oficinas, pero si no le llega al niño, no sirve para nada. Yo lo veo con mis sobrinos. Si les hablas de Jesús de primeras, no les dice nada. Hay que empezar a hablar de lo que les interesa, para poco a poco ir despertando en ellos una inquietud en ayudar y preguntarse qué pueden hacer para mejorar. Y mostrarle que las cosas que nos pasan no son normales, despertarse

¿Cuáles son los principales problemas de la Infancia en el mundo?
Sólo conocemos lo que recibimos. A través de las peticiones vemos que el gran problema es la falta de educación. Muchos de los niños que están en la calle se convierten e drogadictos y prostitutas, porque se necesita dinero. Si falta educación, no pueden hacer otra cosa.

Otro gran problema es la salud. Hay enfermedades que tienen curación, que, sin embargo en países pobres, resultan mortales. No tienen dinero para comprar medicinas, no hay dispensarios, no hay sanidad.

La salud y la educación son los dos principales problemas de los niños del mundo.

¿Cómo valora el concurso de dibujo que se ha organizado este año con motivo del 170 aniversario de la Obra?
Espero que los países hayan asumido nuestra invitación a convocar un concurso de dibujo. Espero que todos los países de Europa se hayan movido como se ha hecho desde España. La Dirección Nacional de Obras Misionales Pontificias ha hecho un buen programa, y estoy muy contenta con el trabajo que se ha hecho.