Gentes: Ignacio García de Leániz, consultor y escritor (en El Mundo) - Alfa y Omega

Al no existir ilusiones, nuestros dirigentes -como nosotros mismos- las hemos sustituido por meros toscos deseos inmediatos: dinero, seguridad, sensualidad. Mientras había progreso, podíamos permitirnos el lujo de vivir sin ilusión. Roto el progreso, nos quedamos a la intemperie, sin argumentos, con la percepción de una radical inseguridad. Y en ese terreno es lógico que surjan ilusiones ilusas políticas en forma de movimientos extremos.