Francisco. Nuestro hermano, nuestro amigo - Alfa y Omega

Francisco. Nuestro hermano, nuestro amigo

Ricardo Benjumea

«Bergoglio era un rezador: un hombre que lleva las cosas en primer lugar a la oración… Cuando nosotros nos levantábamos a las 6:30 o 7:00 h. para ir a misa, Bergoglio ya había rezado y ya había lavado las sábanas y las toallas para 150 jesuitas en la lavandería».

«Yo digo que es una mezcla de un santo del desierto y un gestor brillante, una combinación que normalmente no es tan común. Es un hombre de una gran inteligencia, también una inteligencia académica y de estudio; pero sobre todo me parece de una percepción especial que, antes, los monjes llamaban la cardiognosis, el don de conocer el corazón de las personas. Se trata de una inteligencia intuitiva: con muy poca información él te conoce, te cala y no le puedes disimular las cosas». Éste es el perfil que trata un antiguo novicio del entonces joven Provincial de la Compañía de Jesús en Argentina. De esta época -muy difícil, tanto por el contexto eclesial del post Concilio, como por la convulsa situación política en Argentina-, son buena parte de los testimonios recogidos por Alejandro Bernúdez, director del portal ACI-Prensa, en Francisco. Nuestro hermano, nuestro amigo, que acaba de publicar Ediciones Cristiandad. Se trata de una sucesión de entrevistas por medio de cuestionarios, 20 en total, un tanto repetitivos quizá, pero que presentan jugosas anécdotas sobre el Papa, procedentes directamente de fuentes primarias, sin filtros. Se le describe como alguien de trato muy cercano, y al mismo tiempo austero y exigente, en primer lugar consigo mismo. Que sabe imponer orden y disciplina, pero también ser servicial hasta extremos heroicos. Nunca deja de ser misericordioso con el débil, ni duda en ponerse de parte siempre del pobre. Es el perfil, en definitiva, de un gran pastor maestro en el arte de gobernar a su rebaño, en primer lugar porque lo ama con pasión.