La fecundidad del grano de mostaza - Alfa y Omega

La fecundidad del grano de mostaza

XXVII Domingo del tiempo ordinario

José Rico Pavés
La fuerza de la fe está en los frutos que es capaz de alumbrar

Acoger la enseñanza de Jesús es ejercicio de fe. Las advertencias sobre la suerte que espera a los que escandalizan a los pequeños y la instrucción sobre el perdón permanente han llevado a los apóstoles a pedir a Jesucristo que les aumente la fe. Los discípulos no reconocen en Jesús a un creyente como ellos, ni a un hombre buscador de Dios. Aun a tientas y con imperfecciones, los discípulos perciben en el Maestro al que inicia y perfecciona su fe. Saben que posee una relación única con el Padre, a quien empiezan a conocer gracias a sus palabras, sus acciones y su rostro. Jesús no se presenta como el hombre que busca a Dios por los caminos de la fe, sino como el que busca al hombre para entregarle a Dios y enseñarle a creer. La verdadera identidad de Jesús no se agota en lo que captan los sentidos, o en los desnudos datos históricos de su existencia terrena. Contando con éstos, se requiere la luz de la fe para acoger a la Persona de Jesús y participar en la comunión de vida que nos ofrece. Lección formidable de pedagogía divina: quien otorga el don suscita primero el deseo del mismo para que, al pedirlo, nos dispongamos en humildad a recibirlo.

En el Evangelio de este domingo se nos ofrece la posibilidad de hacer nuestro el diálogo de Jesús con los discípulos. El aumento de nuestra propia fe pasa por la participación en este coloquio. Atendiendo a sus detalles, descubriremos cómo el Señor dilata nuestra fe.

Un primer detalle debe ser destacado: los apóstoles saben que la fe requiere encuentro y trato con el Señor, por eso cuidan la cercanía y el diálogo con su Maestro. De manera hermosa lo recordó Benedicto XVI al convocar el presente Año de la fe: «La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con Él». No habrá aumento de fe sin el diálogo de la oración que lleva a reconocer que Jesús se ha hecho nuestro compañero de camino.

Un segundo detalle puede ser advertido: los apóstoles no piden aisladamente. El aumento de fe en cada uno requiere la petición común hecha por todos. En el plan del Señor no está que nos salvemos solos. La fe que recibe aumento es fe eclesial, es decir, fe profesada, celebrada, vivida y orada en la comunión de la Iglesia.

El tercer detalle está en el hecho mismo de pedir: los discípulos presentan a Jesús una petición que sólo Dios puede conceder. Al pedir a Jesucristo un aumento de fe, los apóstoles están ya confesando la fe en Él. Pidiendo, están ya consiguiendo aquello mismo que piden. Pedir creer es ya empezar a creer. Quien abandona la oración de petición verá truncado el aumento de su fe.

El cuarto detalle requiere acoger la comparación de Jesús. El grano de mostaza es semejante a una mota de polvo, pequeño y casi imperceptible, pero dotado de una enorme fecundidad. La fuerza de la fe está en los frutos que es capaz de alumbrar. Arrancar con la palabra el arbusto plantado en tierra y enraizarlo en el mar es empresa tan imposible como inesperada. Así también las obras de la fe: se ejecutan con el poder infinito del amor y construyen esperanza. Ahora bien, el poder de la fe no es alarde presuntuoso, sino servicio hecho en humildad. De ahí que el quinto detalle se descubra en la parábola del siervo fiel: verá aumentada su fe quien reconozca la vida como don precioso del Creador, convierta su trabajo en servicio y se sepa pequeño en las manos grandes de Dios.

Evangelio / Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:

«Auméntanos la fe».

El Señor dijo:

«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y os obedecería.

¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: Enseguida, ven y ponte a la mesa? ¿No le diréis más bien: Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y
después comerás y beberás tú
? ¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?

Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer».