Maleta... o ataúd - Alfa y Omega

Durante mucho tiempo invisibles, las personas refugiadas son aquellas que se ven obligadas a elegir entre una maleta o un ataúd. Estamos conmocionados por las imágenes de miles de personas que buscan protección y se agolpan en nuestras fronteras. En Lesbos, Lampedusa, Kos… hay una primera acogida de urgencia. Sin embargo, al plantear la acogida en nuestro país no hablamos de emergencia, sino de integración. Las personas refugiadas que lleguen a España vendrán en un proceso escalonado y ordenado, tras una valoración previa de los casos. Ni llegarán miles de ellos en trenes a Sants, Atocha o a Valencia Nord, ni precisarán de tiendas de campaña o mantas. El proceso será más organizado.

España posee un sistema de acogida y atención de refugiados de gran calidad y experiencia, atesoradas a lo largo de más 30 años. Esta red de acogida depende del Gobierno de España, en colaboración con tres entidades especializadas, entre ellas CEAR. El objetivo de nuestro trabajo es apoyar y acompañar a estas personas en el proceso de recuperación y reconstrucción de sus vidas.

Lo inmediato es dar respuesta a posibles daños emocionales y psicológicos. Son múltiples las secuelas psicológicas que presentan a su llegada; por eso es fundamental el apoyo psicosocial y acompañamiento técnico especializado durante esta primera etapa.

También hay que ofrecerles seguridad y devolverles su autonomía mediante la normalización de sus vidas: alojamiento, escolarización de los menores, acceso a los servicios públicos, relaciones comunitarias, creación de expectativas de futuro. La creación de un espacio seguro y con intimidad es crucial, residiendo en centros de acogida temporal o viviendas, por un período entre seis y nueve meses. En una segunda fase continuarán siendo acompañados. El proceso de intervención alcanza los 24 meses.

Una ciudadanía inclusiva debe ser partícipe de todo este proceso de integración. Aplaudimos y celebramos el enorme caudal de solidaridad y de ayuda que ha mostrado la sociedad española. A las personas refugiadas la vida les debe otra vida, y como ciudadanos podemos colaborar para que esa segunda vida sea lo mejor posible.

Estrella Galán / CEAR