Marta Dávila Ponce: «Si Dios te llama, te va a hacer feliz» - Alfa y Omega

Marta Dávila Ponce: «Si Dios te llama, te va a hacer feliz»

Javier Valiente

Te estás preparando para hacer la profesión perpetua con las Hermanas de la Presentación de la Virgen María de Granada.
Sí, el año que viene. Entré hace diez años y estoy en el juniorado que dura de cinco a nueve años, dependiendo del proceso vocacional de cada una.

Explícanos eso del juniorado.
Es un tiempo de conocimiento personal. Yo pienso que cuando haces la primera profesión ya es para toda la vida, pero luego viene un tiempo de estudio. Son años para profundizar, conocerte y que la congregación te conozca.

¿Cuál es vuestra misión, a qué os dedicáis?
Nacimos en el siglo XIX, cuando la educación de la mujer estaba descuidada. En España tenemos colegios, también estamos en América, y además de colegios, tenemos centros de educación no formal, misiones…

¿Qué te llamó la atención de vuestra fundadora, Teresa de la Asunción?
Ella era clarisa y me llama la atención una vida entregada a Dios a pesar de las dificultades, su confianza en Dios, su sencillez, su amor a la Virgen… Los fundadores siempre tuvieron esa sensibilidad hacia el pobre, hacia el más débil, y de ir a ayudar al más necesitado.

Así que una mañana te levantas y dices: «Quiero ser hermana de la Presentación».
Bueno, yo soy antigua alumna de nuestro colegio de Granada, y en mi caso fui dándole muchas vueltas, no fue de un día para otro. Tuve mucho tiempo de discernimiento, de acompañamiento con una hermana, y también de miedos.

¿Y al final?
Después de darle muchas vueltas, te das cuenta de que esto es lo que te va a hacer feliz, que Dios te llama y ahí va a estar tu felicidad.

Así que se trata de buscar la felicidad.
¡Claro! Yo creo que Dios, cuando te llama para algo, ahí te va a hacer feliz. En el fondo es buscar lo que Dios quiere para tu vida y ahí va a estar la felicidad.

¿Ya de pequeña querías ser monja?
Yo de pequeña me quería casar, tener mi familia. A mí me gustaba la educación o la enfermería. Pero en la JMJ de Roma del 2000…

…fue un momento fuerte.
Sí, empecé a cuestionarme, tenía 16 años. A mí me gustaban los momentos de oración. Mis compañeras decían: «Otra vez Misa», y yo respondía: «¡Pero con lo bonito que es!». Fue un momento fuerte, lloré mucho allí…

Anda, ¿y eso?
Pues porque no sabía por qué me sentía diferente al resto de mis amigos y porque yo tenía un concepto de monja, no sé, que no me cuadraba; yo decía: «¡Si a mí me gusta salir con mis amigas, ir de botellón! ¡Cómo también me va a gustar ser monja si soy normal!» (risas).

Y ahora ves que una monja es alguien normal…
Claro (ríe).

¿Cómo vives la vida en comunidad?
Para mí la vida de comunidad es lo más bonito; hay momentos de dificultad al vivir personas de diferentes edades y maneras de pensar, pero no es algo que a mí me cueste especialmente. «Prefiero poco en común que mucho en solitario», decía nuestra fundadora.

¿Y la oración? ¿Qué pinta en tu vida?
Es algo que mantiene tu vida, te hace ir más allá de las dificultades, es lo que te hace mirar con ojos diferentes la vida. ¡Si no fuera por la oración! Es lo que me recuerda por qué estoy aquí, por Quién estoy aquí.

Se habla del problema de vocaciones, crisis en la vida religiosa…
No es algo que me agobie. Dios nos llama a ser fieles y a ser testigos. Es algo de Dios, creo que si somos fieles a nuestro carisma y a lo que hemos sido llamadas, Dios mandará las vocaciones.

Esa es una buena pastoral vocacional.
El testimonio es el mejor trabajo para las vocaciones, tampoco hay que complicarse mucho en hacer muchas cosas. El testimonio de alegría, de entrega, de entusiasmo, a mí es lo que me llamó la atención de las hermanas.

¿Qué busca tu corazón?
Busca ser fiel, la verdad, busca a Dios en el aquí y el ahora…

Marta Dávila Ponce tiene 32 años, es de Granada y allí conoció a las Hermanas de la Presentación de María. Se prepara para la profesión perpetua en esta congregación fundada por Teresa de la Asunción Martínez y Maximiano Fernández del Rincón.

Estudió Magisterio antes de entrar en la vida religiosa. Ahora estudia Ciencias Religiosas. Cuenta que no tiene mucho tiempo para ver televisión, pero reconoce que el año pasado, en su comunidad, se engancharon a La Voz. Se dedica a la educación para «acercar a los niños y niñas a Jesús».