La beatificación de Pablo VI clausura el Sínodo - Alfa y Omega

La beatificación de Pablo VI clausura el Sínodo

Jesús Colina. Roma

Con una de esas ideas geniales que le caracterizan, Francisco clausuró el Sínodo de la familia con la beatificación de Pablo VI, el Papa que concluyó el Concilio Vaticano II (su pontificado tuvo lugar entre 1963 y 1978) y que recuperó la tradición perdida en la Iglesia latina de los Sínodos. En cierto sentido, se puede decir que, sin Pablo VI, nunca se hubiera podido vivir un Sínodo como el vivido en días pasados en el Vaticano.

Para recordar a Giovanni Battista Montini, el Papa recurrió a uno de sus escritos más íntimos. «El que fuera gran timonel del Concilio, al día siguiente de su clausura, anotaba en su diario personal: Quizás el Señor me ha llamado y me ha puesto en este servicio no tanto porque yo tenga algunas aptitudes, o para que gobierne y salve la Iglesia de sus dificultades actuales, sino para que sufra algo por la Iglesia, y quede claro que Él, y no otros, es quien la guía y la salva».

Sin duda, al citar a Pablo VI -cuya memoria litúrgica se celebrará el 26 de septiembre, día de su nacimiento-, Francisco se identificaba plenamente con la experiencia vivida durante este debatido Sínodo de la familia. «En esta humildad resplandece la grandeza del Beato Pablo VI que, en el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro -y quizás en solitario- el timón de la barca de Pedro sin perder la alegría y la fe en el Señor», reconoció Francisco.

En todo caso, el compromiso de Pablo VI es el que hoy vive Francisco: una Iglesia que sea, «al mismo tiempo, madre amorosa de todos los hombres y dispensadora de salvación», concluyó durante la homilía de la beatificación.