Empieza la puesta al día - Alfa y Omega

Empieza la puesta al día

El Papa ha aprobado una reforma en profundidad del sistema penal vaticano, que supone hasta ahora la más importante puesta al día de una legislación en muchos casos obsoleta. La Santa Sede lanza también un mensaje sobre la necesidad de una mayor cooperación internacional para combatir delitos como el terrorismo, el abuso de menores, o el blanqueo de dinero

Ricardo Benjumea

El gran objetivo de las reformas que se van anunciando y debatiendo en el Vaticano no es frenar conspiraciones ni intrigas palaciegas; ni siquiera se trata de atajar prácticas corruptas de algún individuo aislado. En este sentido, aunque siempre ha habido y habrá excepciones, el funcionariado vaticano puede considerarse modélico. La principal urgencia es algo tan simple como una puesta al día, para dotar al órgano central del gobierno de la Iglesia de una Administración más moderna, transparente y eficiente. Se trata de poner fin a ciertas inercias que entorpecen la misión apostólica de la Iglesia, y de renovar lo que el Papa Francisco ha llamado «estructuras caducas».

La reforma de la legislación penal anunciada el pasado jueves se enmarca en esa línea de puesta el día. Las normas, que entrarán en vigor el 1 de septiembre, dan expresamente continuidad a los esfuerzos iniciados por Benedicto XVI, particularmente en materia de prevención y lucha contra el abuso a menores y los delitos financieros.

El Estado Vaticano se creó en 1929, y «adoptó en bloque el sistema jurídico, civil y penal del Reino de Italia», según explicó, en un texto difundido por la Santa Sede, el arzobispo Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados. Todo ese cuerpo legal, que no es derecho eclesiástico ni canónico, ha permanecido prácticamente inalterado hasta hoy, a pesar del surgimiento y generalización de nuevas formas delictivas. Eso no significa que el abuso de menores o la filtración de documentos no hayan estado hasta ahora perseguidos, pero la justicia vaticana debía recurrir a una lectura interpretativa de sus leyes.

La reforma se plasma en dos normas, más un motu proprio del Papa que extiende estas leyes penales a todos los miembros, funcionarios y empleados de los distintos organismos e instituciones dependientes de la Santa Sede, se encuentren en el Vaticano, o en las nunciaturas y delegaciones pontificias repartidas por todo el mundo.

Novedades como la abolición de la cadena perpetua, o la tipificación del delito contra la seguridad en un aeropuerto, pueden parecer irrelevantes en la práctica: la justicia vaticana nunca se ha enfrentado a esos supuestos, y probablemente jamás tenga que hacerlo. Pero estas modificaciones son importantes por dos motivos, según explica el arzobispo Mamberti: el Vaticano transpone a su legislación diversas convenciones internacionales y la homologa a la de otros países, facilitando la cooperación judicial internacional. Esto permitirá, por ejemplo, dar curso a una extradición, posible sólo cuando el delito está tipificado en ambos Estados, según el principio de doble incriminación.

Cooperación internacional

Pero, además -explica monseñor Mamberti-, la Santa Sede quiere «asumir y promover todo lo que de constructivo y útil ofrece la comunidad internacional con miras a una más intensa cooperación internacional y un seguimiento más eficaz del bien común». Así lo expone también el Papa Francisco al comienzo del motu proprio: «En nuestro tiempo, el bien común está cada vez más amenazado por la criminalidad organizada y transnacional, el uso indebido de las condiciones económicas y del mercado, así como el terrorismo. Por tanto, es necesario que la comunidad internacional adopte instrumentos jurídicos adecuados que permitan prevenir y combatir la criminalidad, favoreciendo la cooperación judicial internacional en materia penal. La Santa Sede, actuando también en nombre y por cuenta del Estado de la Ciudad del Vaticano, en la ratificación de numerosas convenciones internacionales en este ámbito, siempre ha afirmado que estos acuerdos constituyen los medios para una aplicación efectiva de las actividades delictivas que amenazan la dignidad humana y el bien común y la paz».

Habrá más reformas

La reforma penal será probablemente la primera de una serie de grandes reformas en las normas y estructuras vaticanas. El Presidente del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, el profesor Giuseppe Dalla Torre, adelantó, el jueves, que, tras el verano, habrá novedades en materia financiera. Uno de los focos de atención está puesto en el IOR, después de que el Papa haya creado una Comisión pontificia para preparar la reforma del popularmente conocido como Banco vaticano.

Y, en octubre, se reunirá por primera vez el grupo de 8 cardenales instituido por el Papa para que le asesoren en el gobierno de la Iglesia y en la reforma de la Curia. En una entrevista a la revista italiana Il Regno, el coordinador del grupo, el hondureño cardenal Maradiaga, ha identificado como prioridad la sinodalidad, y ha sugerido la puesta en marcha de un organismo en el que se escuche la voz de las Iglesias locales de los distintos continentes, «con funciones no sólo consultivas, sino también ejecutivas». En otras declaraciones al periódico La Nación, de Costa Rica, el arzobispo de Tegucigalpa ha denunciado un exceso de burocracia en el Vaticano.

En unos y otros casos, antes de tomar decisiones, el Papa ha querido rodearse de personas competentes que le aconsejen, pero también ha dejado claro que está dispuesto a implicarse personalmente hasta donde haga falta. Para describir su estilo de gobierno, el vaticanista Andrea Tornielli habla de llamadas del Pontífice a su Secretario de Estado, el cardenal Bertone, para cerciorarse de que alguna instrucción suya ya se ha cumplido. Muy llamativo ha sido también el episodio, desvelado la pasada semana por una fuente vaticana sin identificar, recogido por diversos medios de todo el mundo: se trata de una visita sorpresa del Pontífice, el jueves, al aparcamiento del Vaticano, con el fin de detectar la presencia de coches último modelo.