Santa Teresa me ayudó a dejar a mi novio - Alfa y Omega

Santa Teresa me ayudó a dejar a mi novio

Colleen Carroll Campbell es una periodista americana con una ya larga carrera en medios como el New York Times, Washington Post, CNN o Fox news. Es también la autora de Mis hermanas las santas (editorial Rialp), donde cuenta su particular búsqueda de Dios, un camino de quince años en el que le ayudaron las vidas y obras de varias santas de la Iglesia católica

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

En la Universidad Colleen se consideraba «una católica mejor que la mayoría». Iba a Misa cada domingo, colaboraba con organizaciones benéficas, pero era «una chica buena los domingos por la mañana, y una chica mala los sábados por la noche». Sin embargo, «caí en la cuenta de que no entendía el abismo entre el ambiente fiestero que me cautivaba y el vacío aterrador que me consumía en los momentos más tranquilos», reconoce en Mis amigas las santas (Rialp).

Un día, después de una noche de fiesta salvaje, con el malestar de la resaca, viendo a sus amigas tiradas en el sofá, soñolientas y apáticas tras una larga noche de borrachera, cayó en la cuenta: «Ya no me llenaba vivir como mis compañeras». Y tampoco le llenaba su relación más bien superficial con un chico del campus más obsesionado por el fútbol americano que por construir con ella una relación estable y con futuro.

«Te necesito Señor. Quiero conocerte. Sé que la vida no es solamente esto. Tiene que haber algo más, pero tienes que mostrármelo. Por fin abro los ojos, pero tú te tienes que mostrar ante mí», dijo Colleen ante el sagrario en una capilla de su Facultad, reavivando los rescoldos de la fe que le quedaba de su infancia.

Las mismas tentaciones que Teresa

Hasta que un día su padre le regaló por Navidad un libro acerca de santa Teresa de Jesús, que Colleen abrió «por puro aburrimiento navideño». Pero «una vez lo abrí, ya no tuve escapatoria». En aquel libro, Colleen descubrió algunos paralelismos entre el itinerario vital de aquella joven que vivió hace cinco siglos y ella: «el punzante anhelo de encontrarle sentido a las cosas, el hastío de los placeres y éxitos mundanos, una personalidad apasionada y a veces soberbia que podía servir para el mayor bien o para la mayor estupidez». En definitiva, «en Teresa vi a la clase de mujer en quien podrías convertirme si me tomaba a Dios en serio», y una intercesora «para cuando me hiciera falta un poco de ayuda para vencer la sensualidad y la superficialidad, tentaciones que Teresa conoció bien».

Después de su encuentro con la Santa de Ávila, Colleen decidió romper con su novio, «renunciar a la relación y apostar con Dios». Así, «el ejemplo de Teresa me convenció de que mi peregrinación para comprender quién era yo estaba íntimamente ligada a mi peregrinación hacia Dios. La transformación de Teresa, de chica fiestera a la busca del placer y del prestigio a santa que puso a disposición de Dios su energía me dio esperanza de que mi propia personalidad apasionada pudiera encontrar mejor expresión que las fiestas y el currículum. La juventud desperdiciada y sus tropiezos por el camino de la santidad me recordaban que no importa cuánto tiempo hubiera tardado en emprender mi camino interior: nunca es tarde para dar el primer paso».

Y en este camino de quince años en busca del Señor, Collen –hoy casada y con tres hijos– contó también con la ayuda de otras ciudadanas del cielo: Teresa de Lisieux, Faustina Kowalska, Edith Stein, Teresa de Calcuta y María de Nazaret. Ha contado su historia en Mis hermanas las santas (Rialp).