La flor del ciruelo - Alfa y Omega

La flor del ciruelo

Como la flor del ciruelo, flor nacional china, símbolo de la resistencia contra la adversidad. Así es la Iglesia en China. Donde es perseguida, florece con más fuerza

Ayuda a la Iglesia Necesitada
Foto: Photospin.com/Altin Osmanaj

«Me llamo Santiago y soy el mayor de cinco hermanos. En una familia los niños son motivo de alegría. En China no. Muchas familias católicas han sufrido mucho por tener más de un hijo. Mis padres, por tener cinco, no podían vivir con nosotros; tenían que vivir escondidos. Mis hermanos y yo vivíamos solos, nos consideraban huérfanos. No sabíamos a ciencia cierta dónde estaban nuestros padres. Si la Policía los hubiera encontrado, los habrían multado y esterilizado. Yo solo tenía 10 años. Esta situación me marcó para siempre. En mi pueblo hace mucho frío en invierno, 15 o 20 grados bajo cero. El calor de una estufa no suple el calor de unos padres al lado. Para alimentarnos, mis padres tenían que mendigar a familiares y amigos. Así pasamos toda mi infancia. Ahora tengo 26 años, y soy un seminarista clandestino. No sé qué va a ser de mí porque mi obispo está en prisión». Durante el tiempo que pasé en China, la imagen de Santiago explicándome su vida y su vocación me venía frecuentemente a la cabeza. ¡Cuántos testimonios de fe nos dan nuestros hermanos en China!

La situación de la Iglesia en China es muy compleja y difícil. Cada diócesis es diferente. En gran medida, la situación de los fieles está determinada por la relación de su obispo con el Gobierno, y no se puede generalizar ni emitir juicios o condenas. Lo que es cierto es que en China no hay libertad religiosa por mucho que esté recogida en su Constitución. El Gobierno interfiere con mano de hierro en los asuntos religiosos. Todas las religiones reconocidas, como el catolicismo, cuentan con una sección oficial controlada por la Asociación Patriótica y una sección clandestina.

Este organismo pretende crear una iglesia autónoma e independiente, una Iglesia de China, inconciliable con la doctrina católica. A su vez, obliga a las personas a asumir actitudes y compromisos contrarios a su conciencia y realiza ordenaciones episcopales ilícitas. El catolicismo es considerado como la «quintaesencia de Occidente», y el Vaticano y el Papa como «potencias extranjeras» que pretenden inmiscuirse en los asuntos internos de China. Por lo tanto, las personas que no se someten al partido, están fuera de la legalidad.

Via Crucis del siglo XX, portada del Via Crucis de 2008 en Roma, escrito por el cardenal Zen. Foto: CNS

Es verdad que en los últimos años la Iglesia goza de mayor libertad y que el Partido Comunista reconoce el creciente interés por las religiones en el pueblo, así como «la aportación de elementos armónicos» a la sociedad. En los últimos meses, se ha hablado de «signos prometedores» y «esfuerzos positivos» en las relaciones entre Pekín y Roma.

China es una prioridad del Santo Padre: «Si me invitan, iría mañana mismo», ha dicho; pero también ha recordado la carta que su predecesor Benedicto XVI dirigió a los fieles en China en el año 2007 y que sigue plenamente vigente.

La mayoría de obispos, sacerdotes y fieles católicos en China se sienten en comunión con Roma, y repiten: «Somos una Iglesia». Pero no hay que olvidar que en los últimos años la comunidad católica ha padecido arrestos, sesiones de reeducación, destrucción de iglesias, prohibiciones de actividades religiosas, multas y ordenaciones episcopales ilícitas. Las detenciones a creyentes nunca se producen por motivos religiosos, sino por «perturbar el orden social». Desde 2012, los departamentos de Seguridad del Estado han recibido poderes más amplios para detener a sospechosos durante meses basándose en motivos de seguridad nacional, terrorismo o corrupción.

Todavía hoy el obispo James Su Zhimin, arrestado en 1997, sigue detenido en un lugar desconocido y no se tienen noticias suyas. Todavía las autoridades no han confirmado la muerte de monseñor Cosmas Shi Enxiang, tras más de 50 años encarcelado. Todavía el obispo Ma Daqin sigue bajo arresto domiciliario y varios sacerdotes continúan arrestados, tras ser torturados por negarse a unirse a la Asociación Patriótica.

¿Cómo se ayuda?

La campaña Con los católicos de China que ha lanzado AIN servirá para financiar sus proyectos en el país. Las prioridades son la formación de sacerdotes (48 % de los proyectos), la construcción de edificios (21 %), el sostenimiento de vocaciones (13 %) y los medios de comunicación (12 %).

Sin embargo, la fe en China es imparable. Hay en el pueblo un despertar religioso. A pesar de las restricciones, el número de fieles no ha dejado de crecer. Actualmente hay doce millones de católicos, a quienes Benedicto XVI bautizó como «héroes de la fe». Durante años se ha impuesto la negación de Dios y el materialismo marxista, y ahora hay una gran sed de Dios. Las conversiones se empiezan a producir incluso en el seno del partido, hasta el punto de que se han visto obligados a imponer sanciones explícitas. Según algunos de sus altos cargos, «permitir que los miembros del partido tengan fe religiosa haría entrar en crisis el marxismo y la ideología que guía el país, lo que debilitaría al partido para combatir los movimientos separatistas».

A la par que crece el número de cristianos, también aumentan las necesidades. Los obispos reclaman especialmente formación para las vocaciones, así como nuevos templos. La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, que apoya desde 1962 a los católicos chinos, acaba de lanzar una nueva campaña para cubrir estas necesidades.

He comenzado describiendo la situación de la Iglesia en China como compleja y difícil, pero también es justo añadir el adjetivo de sorprendente y perseverante. Como la flor del ciruelo, flor nacional china, símbolo de la resistencia contra la adversidad. Así es la Iglesia en China. Allí donde es perseguida, florece con más fuerza. En la oscuridad de la noche surge una luz nueva: Cristo.

Ariadna Blanco / AIN