El cardenal Amato preside este sábado la beatificación de 18 mártires cistercienses en Santander - Alfa y Omega

El cardenal Amato preside este sábado la beatificación de 18 mártires cistercienses en Santander

Dieciséis monjes pertenecían al monasterio cántabro de Cóbreces y otras dos monjas más al valenciano de Fons Salutis, en Algemesí

Diócesis de Santander

«Uno de los acontecimientos más extraordinarios que ha vivido la historia de la diócesis de Santander», así ha calificado el obispo de la Iglesia cántabra, monseñor Manuel Sánchez Monge la beatificación de 18 mártires cistercienses durante una misa que presidirá el cardenal Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, monseñor Angelo Amato, y que se oficiará este sábado 3 de octubre, a las 12 horas, en la catedral de Santander.

De ellos, 16 pertenecen al monasterio cántabro de Santa María de Viaceli de Cóbreces y otras dos monjas más al monasterio valenciano de Fons Salutis de la localidad de Algemesí, todos ellos martirizados durante la Guerra Civil española.

Esta será la primera vez que la diócesis de Santander celebre una misa de beatificación a la que asistirán, entre otros obispos, el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini, el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, y el cardenal y arzobispo de Valencia, monseñor Antonio Cañizares.

Los mártires se hallaban en el monasterio cistercienses de Cóbreces y en su mayoría murieron víctimas de la fe en la bahía de Santander en el año 1936. Algunos de estos mártires habían nacido en Álava, León, Valencia, Burgos, Palencia o Lérida, por lo que en sus diócesis de origen también se han celebrado Eucaristías de acción de gracias.

El monje cisterciense del monasterio de Cóbreces, Francisco Rafael Pascual Rubio, ha sido el encargado de llevar a cabo el proceso de beatificación, causa que comenzó en 1964.

Al respecto destacó que estos mártires «eran unos sencillos monjes trabajadores del campo y de la quesería del monasterio y que nunca se inmiscuyeron en actividades políticas». Por ello, calificó de «injustas» las muertes violentas de estos monjes y monjas que murieron sin odio y perdonando a sus agresores.

Por su parte, el obispo de Santander, monseñor Manuel Sánchez Monge, significó ante los medios informativos que estos nuevos mártires «enriquecen el patrimonio espiritual de la Iglesia y de la Humanidad» porque arriesgaron su vida por no traicionar su conciencia. Así, el acto de la beatificación, se convierte en «una llamada a todos a ser consecuentes con la fe», a llevar una vida coherente con sus verdades y a ser fieles «a nuestra conciencia» en una sociedad «relativista donde todo da igual».