Porque no lo conocían - Alfa y Omega

El Partido Popular, liderado por Mariano Rajoy, ha arrasado en unas urnas en las que la economía ha sido el factor principal de decisión del votante. Pero el nuevo Gobierno sabe que tiene más deberes, que no sólo el bolsillo ha decantado el voto de los españoles. No pueden olvidarse del aborto. Nos hemos acostumbrado a él porque se ha transformado en algo cotidiano, pero sigue siendo una lacra por la que la Historia nos pasará la correspondiente factura.

Los casos siguen cayendo, y no con cuentagotas, sino a chorros. Les cuento uno. En sólo unos meses, habría sido un precioso niño con síndrome de Down que habría llenado de cariño el hogar que lo recibía. Si le hubieran visto la carita, si durante un instante su madre lo hubiera podido acunar, es seguro que no habría podido matarlo. Pero no lo conocía y, ya se sabe, ojos que no ven, corazón que no siente.

Días antes de conocer la triste noticia, una buena amiga compartía su felicidad al ver crecer a su hija, con una importante discapacidad cerebral, sobrevenida a los pocos meses de nacer. El estado en el que quedó el entramado neuronal de la pequeña es bastante peor que el de un niño con síndrome de Down. Pero a nadie se le ocurriría querer arrebatarle la vida, incluso aunque no hable, incluso aunque no ande, incluso aunque jamás vaya a ser lo que la sociedad entiende por normal. Y es que, además de la dignidad que Dios le ha conferido por ser persona, ya la conocían. Nadie haría daño a una criaturita así.

Todo esto ocurre cuando los medios de comunicación publican la noticia de la primera operación de espina bífida realizada en España con el bebé, una niña, aún en el vientre de la madre. Afortunada ella, porque, sin haberle visto la cara, apostaron por su dignidad. La ciencia puso su granito de arena para darle calidad de vida. Ahí está la clave. La sociedad moderna confunde el concepto de dignidad de la persona con el de calidad de vida. La dignidad está bien definida. Es inherente al hombre, desde el no nacido, hasta el anciano en estado vegetativo; desde un santo, al más ruin de los tiranos. La calidad de vida es un concepto subjetivo que depende de lo que se considere el estándar mínimo soportable.

Este argumento, llevado al absurdo, permitiría justificar las matanzas eugenésicas de amplio espectro, a través del aborto; desde la erradicación de los diabéticos, hasta la de aquellos fetos con carga genética propensa al cáncer. De ese modo, se acabaría con el no conocido, porque no importaría matarlo. Siempre sería mejor fabricar un ser nuevo libre de taras y con mayores garantías de calidad de vida. Eso sí, nada puede garantizar que al bebé genéticamente elegido no le pase como a la hija de mi amiga y sufra una discapacidad sobrevenida. Porque, entonces, cuando ya todos le hayan puesto cara al bebé, ¿quién se atrevería a matarlo?, ¿quién dudaría de que es un asesinato?

Y todo, porque ya lo conocían.