El hambre que quita Dios - Alfa y Omega

El hambre que quita Dios

La religiosa Antonia Valverde, misionera en Cuba, es el rostro de la campaña 2015 del Domund en España

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Toñi, durante una de sus visitas a la casa de Aida. Foto: Archivo personal de Antonia Valverde

Cuando Aida se casó con Emilo, en Ranchuelo (Cuba), hace más de 60 años, la misionera murciana Antonia Valverde, Toñi, aún no había nacido. Poco a poco, la vida fue pasando y, después de toda una vida juntos marcada por la presencia de la fe, Emilio cayó enfermo. Entonces entró en su vida Toñi, que con algunos años de distancia y a 7.500 kilómetros de allí sintió de joven la llamada de Dios a entregar su vida como misionera. Este camino la llevó años después a Cuba, a casa de Aida y Emilio, para ayudarles a salir adelante, llevándoles la comunión, cantando algunas canciones junto a otras hermanas de comunidad, llevándolos al médico, consiguiendo una silla de ruedas para Emilio… Así, cuando Emilio murió, Toñi y las demás religiosas se volcaron con ella, y se convirtieron en su familia. Son las cosas de la misión, que hace coincidir en un momento del tiempo a las personas para que se haga presente entre ellas el amor de Dios. Porque este amor tiene un rostro: el de los misioneros a los que recordamos con nuestra colecta y oración en la jornada del Domund, el próximo 18 de octubre. Precisamente ambas, Aida y Toñi, forman parte del cartel del Domund de este año.

Cartel del Domund 2015

Una religiosa todoterreno

«Yo estaba estudiando ingeniería agrícola, porque quería quitar el hambre del mundo, me dolía mucho saber que hay muchas personas en el mundo que pasan hambre. Vi que el Señor me estaba llamando por ahí, y cuando me planteé la vocación religiosa tenía claro que quería ir a las misiones». Toñi es una religiosa todoterreno de las Hermanas del Amor de Dios, que a sus 42 años ya ha pasado buena parte de su vida en las misiones. En Honduras, con los afectados del huracán Mitch. En México, en un ambiente violento marcado por el narcotráfico. Y en Ranchuelo (Cuba) lleva más de nueve años acompañando a la gente y a sus familias. «Hacemos pastoral directa, en equipo con el sacerdote de dos parroquias, y atendemos 16 casas de misión, pueblos pequeños. El más lejano está a casi una hora en coche, y en época de lluvias tenemos que caminar hora y media más porque el camino está embarrado». Allí se ocupa, junto a otras hermanas, de la liturgia, de visitar enfermos, dar catequesis, enseñar Teología a distancia, facilitar medicamentos o comida, ayudar a construir casas, llevar a gente al hospital… «Nosotras le decimos al Señor: ‘¿Cómo podemos ayudar?’ Y el Señor responde», dice Toñi.

«Lo que damos es el amor de Dios –continúa–. Esa es nuestra motivación. Nosotras no vamos a salvar el mundo, sino que les llevamos a Dios, que es lo principal de nuestra misión. Dios por delante. La promoción humana, en realidad, forma parte de la evangelización. Y la oración: a nosotras, si no nos encontramos con el Señor, si no vivimos en comunidad, se nos va la vida. Descansamos en Dios y en la comunidad».

Entregarse hasta el vacío

El jesuita Carlos Gómez-Vírseda, madrileño de 30 años, ha sido misionero médico en Chad, en el complejo hospitalario El Buen Samaritano, premiado en varias ocasiones por la Organización Mundial de la Salud. Allí, Carlos ejerció como médico y maestro, pues también dio clase en la Facultad de Medicina anexa al hospital. «Son dos labores que he rezado muchas veces viendo a Jesús –explica–. Como médico se trata una labor agotadora, pues al vivir en el propio hospital te pueden llamar a cualquier hora: no hay horarios cuando tienes el pasillo del hospital abarrotado de gente para que les atiendas». Pero Carlos lo vive acompañado de una expresión del Papa Francisco: fatiga generosa. «Aunque estuviera tan cansado que a veces me sentía hasta vacío, sabía que era el vacío de quien se ha entregado entero», confiesa.

Carlos, durante la misión en El Buen Samaritano. Foto: Obras Misionales Pontificias

Un hermano, no un paciente

¿Qué tiene un hospital católico que no tenga una ONG? Carlos subraya: «El creer contra toda esperanza. El apostar cuando no hay frutos esperados. El invertir sin esperar un resultado proporcional. Nuestro proyecto es precioso pero tremendamente frágil: nos faltaba luz, nos faltaba dinero para los medicamentos, la gestión era doméstica y no profesionalizada… Y eso desgasta mucho. A pesar de todo ello, El Buen Samaritano da vida a la gente. Otras obras pueden ser más eficaces, la misión es fecunda. Lo cual implica dar vida aún en la debilidad. Es el grano de mostaza que sabes que terminará dando fruto». De este modo, Carlos ha aprendido a pasar de ver la sola enfermedad «a ver al paciente» y, «en la oración, de ver al paciente a ver al hermano».

«¡Esto llega!»

Por eso, ante la celebración del Domund, Carlos llama a la generosidad con la colecta y la oración: «Es importantísima nuestra fidelidad, porque ayudar a las misiones no va por modas, se sostiene a lo largo de los años. Yo he colaborado toda mi vida con el Domund y al llegar al Chad es cuando me he dado cuenta de los frutos. He visto todas las obras financiadas gracias al Domund. Lo ves y te sientes orgulloso. ¡Esto llega, funciona!». Y se cumple también aquello que soñaba Toñi cuando era joven: «En la misión tomó forma la entrega que yo quería dar a mi vida. Yo quería quitar el hambre del mundo. Otros tipos de hambre quería Dios que quitara».

Presentación en Sevilla

Para presentar la campaña del Domund 2015, Obras Misionales Pontificias ha organizado diversas iniciativas en Sevilla, en la sede de la Fundación Cajasol. Entre ellas está la exposición El Domund al descubierto, que será inaugurada hoy mismo por el arzobispo, monseñor Juan José Asenjo. El viernes habrá una mesa redonda moderada por la periodista de ABC Laura Daniele; el domingo 11, monseñor Asenjo presidirá la Misa por la evangelización de los pueblos; el martes 13 de octubre, la defensora del Pueblo, Soledad Becerril, intervendrá con una conferencia, y el 15 de octubre, el periodista de COPE Ángel Expósito pronunciará el pregón del Domund en la catedral.