La misión del Papa - Alfa y Omega

La misión del Papa

La nueva evangelización se ha convertido en la principal prioridad de Benedicto XVI, como lo ha demostrado la Jornada Mundial de la Juventud. Otra prueba, más personal, la hemos tenido en el encuentro anual que Joseph Ratzinger mantuvo junto a 40 antiguos alumnos, de los diferentes continentes, que hicieron con él su tesis de doctorado cuando era profesor en Alemania

Jesús Colina. Roma

Los Ratzinger Schülerkreis, el círculo de estudios de antiguos alumnos del Papa, constituyen momentos en los que, a puerta cerrada, se tocan argumentos verdaderamente importantes, con la confianza que da la amistad de muchos años. En el encuentro de este año, celebrado del 25 al 28 de agosto, en Castel Gandolfo, Benedicto XVI -que ha creado el Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, y ha convocado para el año próximo el Sínodo de los Obispos del mundo sobre esta apasionante misión- ha querido centrar el tradicional encuentro anual en este objetivo.

Uno de los antiguos alumnos de Ratzinger, el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, ha revelado algunos detalles significativos sobre los contenidos de estas conversaciones entre antiguo profesor y alumnos, que, como era de esperar, han quedado marcadas por el éxito de la Jornada Mundial de la Juventud.

Testimonio en el ambiente

Discípulos y maestro, en su debate, han hablado de ese encuentro como de «una verdadera inyección de esperanza. Hemos reflexionado acerca de este evento, en especial sobre lo que demostraron estos jóvenes», revela el purpurado dominico. Lo que más impresionó a los participantes en la discusión fue ver cómo los muchachos presentes en Madrid son conscientes de ser «una minoría respecto al universo juvenil, sumergido hoy en un clima relativista y poco abierto a la dimensión espiritual. El aspecto positivo es que han demostrado, sin embargo, la tenaz voluntad de testimoniar su fe en este ambiente, entre los muchachos de su edad». Según se dijo, estos jóvenes constituyen hoy «una nueva etapa del camino de la Iglesia».

Se subrayó, en particular, que estos jóvenes que habían sido convocados por Juan Pablo II, ahora han comprendido el centro del pontificado de Benedicto XVI. «Esto fue subrayado en nuestras sesiones de trabajo -revela el cardenal Schönborn-: se han puesto sin dudarlo junto al Papa», y han visto en él «una extraordinaria apertura, mucho más de lo que se pensaba».

De este modo, el encuentro de alumnos de Ratzinger sirvió para reflexionar sobre la manera en que es posible transmitir la fe «en una sociedad secularizada, pero que se muestra a la espera de recibir nuevamente el mensaje del Evangelio».

La mayor pobreza de Europa

Una de las intervenciones centrales del último Ratzinger Schülerkreis corrió a cargo de Otto Neubauer, director del Centro de Evangelización de la Comunidad Emmanuel, en Viena, quien presentó la necesidad de vivir una Iglesia humilde, capaz de manifestar el amor de Dios a cada persona.

«La mayor pobreza en Europa -dijo- es la dramática necesidad de ser aceptado y amado, la necesidad de experimentar la bondad de Dios». Aseguró también que la gente de hoy muere de hambre del testimonio personal de Dios de los cristianos.

Benedicto XVI introdujo la Misa conclusiva explicando, en alemán (lengua del encuentro), que, «en este tiempo de ausencia de Dios, cuando la tierra de las almas es árida y la gente todavía no sabe de dónde viene el agua viva, pedimos al Señor que se manifieste. Queremos pedirle que a quienes buscan en otro lugar el agua viva, muestre que este agua es Él mismo, y que Él no permite que la vida de los hombres, su sed por lo que es grande, por la plenitud, se ahogue y quede sofocada con lo transitorio».

«Queremos pedirle -concluyó el Papa-, sobre todo, que la sed de los jóvenes se convierta en viva y que reconozcan dónde se encuentra la respuesta. Y nosotros, que le hemos podido conocer desde nuestra juventud, podemos pedirle perdón, pues transmitimos muy poco la luz de su rostro a los hombres».

Como ha resultado evidente, en el pontificado de Benedicto XVI hay una sola prioridad: transmitir el amor de Dios a cada hombre, especialmente en el Occidente cristiano, donde este amor parece olvidado. Esto es lo que Juan Pablo II bautizó la nueva evangelización.