«Es tiempo de misericordia» - Alfa y Omega

«Es tiempo de misericordia»

Misericordia: es la palabra que ha subrayado el Papa Francisco en la homilía de la Misa con la finaliza el Sínodo de los obispos hoy en Roma. El Papa alertó sobre la ilusión de «vivir para Jesús pero lejos de su corazón, que siempre se dirige hacia el herido»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

En su comentario a las lecturas de la Eucaristía, el Papa subrayó «la compasión de Dios, su paternidad que se revela definitivamente en Jesús». El Papa destacó sobre todo «la compasión de Jesús», ya que «Él se ha revestido de debilidad para sentir compasión por aquellos que viven en la ignorancia y en el error».

Sobre el evangelio de la curación del ciego Bartimeo, el Santo Padre subrayó que «ha sido liberado gracias la compasión de Jesús. Saliendo hacia Jerusalén se detiene para responder al grito de Bartimeo, se deja tocar por él, se deja involucrar por su situación, no se contenta con darle una limosna, sino que lo quiere encontrar personalmente, no le da indicaciones ni órdenes, sino que solo le pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?”». Para el Santo Padre, esta pregunta directa muestra que «Jesús quiere escuchar nuestras necesidades, desea con cada uno de nosotros un coloquio hecho de vida, de situaciones reales, que no excluya nada, porque Cristo cree en nosotros más que lo que nosotros creemos en nosotros mismos».

También afirmó que en el Evangelio, los discípulos «no hacen otra cosa que repetir las palabras de Jesús: “Levántate”. Le conducen a Él sin prédicas. A esto están llamados los discípulos de Jesús hoy, a ponerle en contacto con la misericordia compasiva que salva. Cuando el grito de la Humanidad se hace fuerte no hay otra respuesta que imitar Su corazón. Las situaciones de miseria son para Dios ocasiones de misericordia. Hoy es tiempo de misericordia».

Las tentaciones de hoy

Sin embargo, hay algunas tentaciones para quien sigue hoy a Jesús, que aparecen también en el evangelio del ciego Bartimeo. Una de ellas es que, «al principio, ninguno de los discípulos se detiene, van adelante como si no sucediera nada. Si Bartimeo es ciego, ellos son sordos: no es su problema. Puede ser nuestro riesgo frente a los continuos problemas, ir adelante sin que nos molesten. Estamos con Jesús pero no pensamos como Jesús. Se pierde la apertura del corazón, la maravilla del entusiasmo y nos acostumbramos a la gracia. Podemos vivir para él pero lejos de su corazón, que siempre se dirige hacia el herido. Es una ilusión, un espejismo. Una fe que no se radica en la vida de la gente se queda árida, y crea desiertos en vez de oasis».

Una segunda tentación es «vivir la fe como un hoja de ruta, caminar con el pueblo pero con nuestra hoja de ruta. Sabemos dónde ir, cuánto tiempo emplear, y cada inconveniente nos molesta. Nos convertimos en aquellos que pierden la paciencia y amonestan a Bartimeo. Poco antes habían amonestado a los niños: a quien da fastidio hay que excluirlo. Jesús en cambio quiere incluir, sobre todo a quien está marginado y grita a Él. Saberse necesitado de salvación es la mejor manera de encontrar a Jesús».

Al final de su homilía, el Papa Francisco se dirigió a los padres sinodales para agradecer «este camino compartido, con la mirada dirigida al Señor y a los hermanos. Prosigamos el camino que el Señor desea. Pidámosle una mirada sana y salvadora, que difunda luz por el esplendor que lo ha iluminado, sin dejarnos ofuscar por el pesimismo».