Defensa total de la escuela concertada - Alfa y Omega

Defensa total de la escuela concertada

Economistas, políticos, artistas, deportistas… reivindicaron en el XIII Congreso de Escuelas Católicas la libertad de elección de centros frente a «ataques ideológicos y estatalistas»

José Antonio Méndez
Foto: Jorge Zorrilla

Escenografía de show, luces azuladas, pantalla gigante y aforo completo en el gran anfiteatro que cada año acoge la entrega de los premios Goya, el del Hotel Auditorium de Madrid. El silencio del numeroso público (más de 1.800 personas) se rompe al compás del laureado violinista Ara Malikian. Los rizos ensortijados de su inconfundible cabellera negra contrastan con la pulcra presencia del coro de cuerda que lo secunda: once alumnos del colegio concertado Nazaret Oporto, de Madrid. Tras la interpretación, Malikian toma la palabra: «La educación es lo más importante para la persona y para la sociedad. Yo provengo de un país, el Líbano, donde por la guerra no todos los niños han tenido posibilidad de estudiar. Espero que ningún niño en este país se quede sin la educación que quieren sus padres, porque es lo más importante para el futuro del ser humano y para el futuro del país».

José María Alvira y Pascal Balmand, secretarios generales de EC en España y Francia. Foto: Jorge Zorrilla

No es un mero espectáculo musical, sino una de las muchas formas de defender la legitimidad y la gran aportación social que la escuela concertada está llevando a cabo en España, de cuantas pudieron escucharse en el último Congreso Nacional de Escuelas Católicas. Un Congreso organizado por la mayor patronal de centros concertados de nuestro país y que, bajo el lema Sabemos educar. Libertad y compromiso, dio voz a políticos, economistas, obispos, deportistas, abogados, profesores universitarios y personalidades internacionales del sector educativo público y privado en defensa de la libertad de enseñanza.

El violinista Ara Malikian. Foto: Jorge Zorrilla

Ataques electoralistas

«Determinados grupos políticos vuelven hoy a atacar la libertad de enseñanza, y vuelven a aparecer propuestas estatalizadoras que olvidan que en una sociedad democrática no caben el sindicato único, el partido único, la prensa única, ni tampoco la escuela única», argumentaba el secretario general de Escuelas Católicas, José María Alvira. «Ciertas opciones políticas, con la mirada puesta en las próximas elecciones, pretenden poner en tela de juicio la libertad de la Iglesia, del pueblo cristiano, para desarrollar su misión en el ámbito educativo», añadía monseñor César Franco, presidente de la Comisión de Enseñanza de la Conferencia Episcopal Española y obispo de Segovia. Ambos hablaban de un tema que el auditorio conocía bien, y que centró los corrillos de pasillo: los ataques de la izquierda (PSOE, Izquierda Unida y Podemos) al régimen de conciertos, y «la indefinición calculada y el desnorte en los que se mueven el PP y Ciudadanos cuando hablan de educación», en palabras de un director andaluz que prefiere no dar su nombre «para ahorrarnos líos».

José María Gay de Liébana, en su ponencia. Foto: Jorge Zorrilla

Discriminación por despilfarro

Las acometidas contra la escuela concertada no son meras diatribas electoralistas. Fueron varios los ponentes que recordaron que una de las mayores discriminaciones que sufren estos centros es la económica. Como ha reconocido el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo, el Ministerio de Educación y la propia LOE –la anterior ley educativa, elaborada por el PSOE–, el Estado gasta por alumno un promedio de 6.000 euros en un centro público, mientras que otorga a los concertados una media de 3.000 euros por niño. Solo el 50 %. El resto corre de cuenta de las familias y de los titulares del centro.

Una falta de financiación que no se debe a que falte dinero para todos, en opinión del economista José María Gay de Liébana: «Hemos tenido unos gestores que nos han llevado directamente a la quiebra y hoy las familias no tienen libertad de elección debido a la coyuntura económica», afirmó en su ponencia. «Todos los recortes que ha habido en educación y la falta de financiación a los concertados vienen de todo el despilfarro y de las sandeces que se han cometido. El Estado tiene capacidad para garantizar la gratuidad de la enseñanza concertada, si recorta gastos superfluos e innecesarios. Lo que pasa es que al establishment no le interesa que la gente esté bien preparada. ¿Cómo no van a recortar en educación aquellos que han sido capaces de multiplicar por 2,5 veces el gasto público?», afirmó.

El secretario de Estado de Educación, Marcial Marín. Foto: Jorge Zorrilla

El ideario, garantía de democracia

Algunos iban aún más al fondo. ¿Por qué financiar con dinero público una escuela de iniciativa social que hace gala de un proyecto propio? El abogado y escritor Jesús Muñoz de Priego, coordinador y portavoz del Observatorio por la Libertad de Enseñanza en Andalucía, explicó que «la libertad de enseñanza que reconoce la Constitución se fundamenta en la libertad de elección. Y para que haya elección debe haber un elemento diferencial que permita elegir entre cosas distintas. Porque elegir entre lo mismo no es elegir. Ese elemento es el ideario, el carácter propio, el proyecto educativo del centro». Curiosamente, los dos elementos más atacados, «el ideario católico y su financiación con fondos públicos», son «los que justifican la existencia de nuestros centros, pues garantizan la libertad de enseñanza, y que esa elección no venga determinada por condicionantes económicos». Muñoz de Priego alertó del «proceso de publificación de nuestros centros», pues «para hacer y ser lo mismo que la pública, ya está la pública». «La concertada, ni tiene, ni quiere, ni debe ser más barata», recordó. Y pidió «no renunciar, ni formalmente, al ideario del centro: nos dedicamos a educar evangelizando y a evangelizar educando», algo que «las familias conocen y por eso nos eligen»; y si eso «supone un problema para alguien», entonces «es que tiene un problema con la democracia».

El padre Damián, durante su actuación. Foto: Jorge Zorrilla

Dos redes iguales, un valor único

El intento de enfrentar la red pública y la concertada es otra de las claves recurrentes en el debate ideológico. Por eso llamó la atención la intervención de Marcial Marín, secretario de Estado de Educación, cuando defendió que «la libertad de elección de centros» debe ser sinónimo de «una educación sin apellidos, no con una red subsidiaria de otra, ni de menor calidad, sino pensando en las personas, y no en las ideologías de los partidos».

Los apoyos a la concertada como transmisora de una educación integral que da nuevos horizontes a la persona llegaron desde personas tan dispares como el alpinista Carlos Pauner, que ha escalado las 14 cimas más altas del mundo; el padre Damián, sacerdote redentorista y cantante que se dio a conocer en La Voz, de Telecinco; el sociólogo Mariano Fernández Enguita –que se declaró «del bando laico y público»–; Pascal Balmand, secretario general de la Educación Católica Francesa, que explicó por qué la enseñanza religiosa se considera un «bien para la democracia» en la laica Francia; la colombiana Victoria Colbert, ganadora del premio WISE 2013 (una especie de Óscar de la enseñanza mundial); o el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, que presidió la Eucaristía de clausura y animó a los miembros de Escuelas Católicas para que «a pesar de las dificultades que puedan presentarse en un horizonte cercano o lejano», «vivamos con la seguridad de que el auxilio nos viene del Señor», de que «sabemos educar» y de que «hacemos personas libres».

El abogado Muñoz de Priego. Foto: Jorge Zorrilla

Aunque el respaldo más aplaudido fue el del Papa Francisco, que envió una carta al Congreso en la que reconoció «las muchas dificultades y obstáculos que tienen que afrontar en este momento», así como «la ilusión y generosidad con la que se entregan» en cada centro. «Les aliento –concluía el Papa– a continuar esa larga historia de amor, servicio y promoción que la escuela católica española siempre ha protagonizado a favor de los niños más pobres y desfavorecidos».