«No tengáis miedo a vivir la fe en medio del mundo» - Alfa y Omega

«No tengáis miedo a vivir la fe en medio del mundo»

El actual obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, de 69 años, tomará posesión de la archidiócesis catalana el próximo 26 de diciembre

José Antonio Méndez
Foto: Díaz Uriel

Cuando se hizo público su nombramiento como nuevo arzobispo de Barcelona, el móvil de monseñor Juan José Omella Omella «echaba humo, estaba colapsado». Sin embargo, en los días siguientes, el que ha sido desde abril de 2004 obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño se ocupó de responder uno por uno los cientos de sms y mensajes de Whatsapp que había recibido, para dar las gracias a su destinatario, bendecirlo y pedir oraciones por él, como suele hacer el Papa Francisco. Más que una anécdota, el detalle revela la personalidad del obispo a quien el Santo Padre ha encomendado el pastoreo de la segunda diócesis más grande de España, y que ha sido definido por su predecesor, el cardenal Martínez Sistach, como «un obispo cercano, sencillo y con mucha inquietud social».

Aunque monseñor Omella llega a Barcelona en un momento de notable agitación por el proceso soberanista, su nombramiento ha sido «muy bien recibido en la diócesis y en la ciudad, porque viene con fama de hombre amable, conciliador y preocupado por los pobres», como explican a Alfa y Omega fuentes de la Iglesia en Barcelona. De hecho, se espera una notable afluencia a las celebraciones de su toma de posesión, el 26 de diciembre (festivo en Barcelona), y del día 27, en la Misa de la Familia que se celebra en la basílica de la Sagrada Familia.

Aragonés de raíces catalanas

El nuevo arzobispo tiene raíces ligadas a Cataluña, pues nació en 1946 en Cretas, un pequeño municipio de Teruel tan cercano a Tarragona que pertenecía a la diócesis de Tortosa y tenía el catalán por lengua materna. No obstante, como el propio arzobispo electo ha confirmado a sus nuevos diocesanos en una primera carta de saludo, «mi vida de sacerdote y de obispo ha transcurrido en Aragón y La Rioja, y por eso tendré que dedicar tiempo a bucear en vuestra historia y en vuestros proyectos e inquietudes».

Formado en Logroño, Lovaina (Bélgica) y Jerusalén, Juan José Omella fue ordenado sacerdote en Zaragoza en 1970, donde desempeñó los servicios de ecónomo parroquial, coadjutor, capellán de monjas y párroco en varias localidades. Además, fue misionero en Zaire durante un año. En 1996 fue consagrado obispo auxiliar de Zaragoza; tres años después fue nombrado obispo de Barbastro-Monzón y, en 2004, de la diócesis riojana.

Su preocupación por promover la doctrina social de la Iglesia es una constante en su vida y ha definido en buena medida su carácter conciliador. De 1999 a febrero de 2015 fue consiliario nacional de Manos Unidas, y en la Conferencia Episcopal ha pertenecido a las Comisiones de Pastoral y Apostolado Seglar, además de ser el actual presidente de Pastoral Social.

Su contribución fue decisiva en el último gran documento aprobado por la Plenaria de la CEE: Iglesia, servidora de los pobres, que él mismo ha presentado en varias diócesis. Además, es desde 2014 miembro de la Congregación Pontificia para los Obispos.

En su saludo a los barceloneses, monseñor Omella muestra sus credenciales: «No vengo a imponer nada –aclara– sino a ofreceros mi amistad». Y tras dirigirse a los fieles para decirles: «No tengáis miedo a vivir la fe en medio de este mundo complejo que nos toca vivir» pues «el Señor nos sostiene en nuestras luchas y peleas diarias», él mismo se muestra dispuesto a «caminar en medio de vosotros como hermano que comparte los gozos y los sufrimientos de sus compañeros; y detrás, recogiendo a los más pobres y necesitados».

Las últimas palabras de su carta son para las autoridades, a quienes ha recordado su responsabilidad de trabajar «por los más necesitados». Una labor en la que, afirma, podrán contar con él.