Meta: la santidad - Alfa y Omega

Meta: la santidad

Entrevista a monseñor Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

Redacción
Celebración en Javier, paralela a la JMJ de Sydney 2008

¿Cómo reciben Pamplona y Tudela a los peregrinos que llegan hoy?
Con los brazos abiertos, como todas las demás diócesis. Y además con una gran alegría por lo que esto significa: un momento en que muchos jóvenes buscan descubrir en su vida lo fundamental, lo esencial: que nada puede apartarnos del amor de Cristo. Lo de Madrid va a ser la explosión de algo que durante todo el año se viene preparando. Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia… Va a venir Pedro, que en este caso es Benedicto XVI, para hacer una Iglesia viva y evangelizadora; para que no nos recluyamos ni temamos nada, porque sabemos que tenemos una gran misión: ir y predicar el Evangelio a todas las gentes.

Háblenos de esa primera Javierada que se va a celebrar en verano.
Participarán 6.000 jóvenes, extranjeros y navarros, y será un momento de gran alegría, y también de conocimiento entre unos y otros. Hemos querido hacer posible algo que todos desean. Muchos grupos vienen aquí para conocer a Francisco Javier, al ser Patrono de las misiones. Vienen de Brasil, África, China… Vamos a acercarnos a ese gran santo y a mostrarle como un modelo a seguir. Él se planteó, con verdadera nobleza de corazón y sinceridad ante Dios, que su vida valía en tanto en cuanto se asociaba a Su amor. Antes quería ser un gran político o empresario; en definitiva, se buscaba a sí mismo. Comenzó su conversión en el momento en que oyó la frase del Evangelio: «De qué te vale ganar el mundo, si pierdes tu alma». Hoy en día es igual: de qué te sirve tener, poseer, dominar, si no caminas por la santidad. Creo que esto motivará a los jóvenes a emprender y seguir el camino hacia la santidad, que es la perfección en el amor. Francisco Javier tuvo que sufrir bastante, pero tenía en el corazón el deseo de llevar a Dios a los demás; y, a través de él, Dios propició una evangelización importante en Asia. Queremos que los jóvenes aprendan de este gran santo, al que se representa con el pecho abierto y lleno de fuego, para dar ese fuego del amor de Dios a este mundo que tan hambriento de él está.

¿Aporta algo el hecho de ir en peregrinación?
La vida es una peregrinación hacia la Casa del Padre. Cuando uno camina hacia una meta —en este caso, el santuario de un gran santo—, encuentra dentro de su corazón un gran deseo de hacer el bien y de solidarizarse con los problemas del mundo. El joven necesita encontrarse con motivaciones fuertes para saber, en cada momento, dar lo mejor de sí.

¿Qué fruto de la JMJ quisiera ver en su diócesis?
Una vez al mes, los primeros viernes, en la capilla de San Fermín, se reúnen unos 300 jóvenes para rezar, no sólo por la JMJ, sino también por la nueva evangelización. Hemos hecho esta experiencia durante un año y queremos seguir. Y, además, crear Escuelas de la Palabra para que los jóvenes profundicen en la palabra de Dios con el método de la Lectio divina; y, con el corazón bien regado de la Palabra, la testifiquen con su vida y la anuncien. Va a ser una experiencia muy hermosa, y será un fruto de la JMJ.