Lo que sólo Dios ve - Alfa y Omega

Lo que sólo Dios ve

Ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará: la plegaria que recomienda Jesús, en el Sermón del Monte, es una parte muy importante de la JMJ, porque la oración y los sacrificios ofrecidos durante los preparativos de la Jornada, sin duda, tendrán su fruto en la vida de todos los jóvenes que están ya acudiendo a Madrid

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

En los primeros inicios de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, hubo una carta, la que envió el cardenal arzobispo de Madrid a todas las religiosas contemplativas de España para que rezaran por los preparativos y el fruto de la Jornada. «En la Iglesia, la oración precede a la acción apostólica», decía en ella. Y eso, en la organización de la JMJ, lo han notado, y mucho. Natalia, una voluntaria del departamento de Cultura, ha recibido innumerables muestras de la labor callada y silenciosa que realizan miles de monjas delante del sagrario. «Todas se han puesto a nuestro servicio enseguida -confirma-. Nos preguntan: ¿Qué tenemos que hacer? Incluso les sorprende que confiemos tanto en ellas para que lo llevemos todo a la oración. Ellas se sienten privilegiadas, porque consideran que están más que implicadas en la JMJ. Para los pocos días que, en realidad, va a durar la Jornada, ¡qué ilusión le ponen! Algunas ya saben que no van a poder venir, pero se sienten participantes con su oración».

Cuenta Natalia que, a tan escasos días del comienzo de la Jornada, «las monjas están expectantes; son ellas las que nos llaman en estos días previos preguntando cómo van las cosas. Y nada es casualidad: siempre nos llaman justo cuando estamos en medio de un problema, cuando estamos agobiados, y nos tranquilizan diciendo que rezarán para que todo salga bien». Incluso a ella misma, esta relación le ha cambiado: «Yo, antes, no tenía relación con monjas, pero ahora estoy loca por ellas».

Varias Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará

La oración, el motor de la Iglesia

La Hermana María Luisa es una de las miles de religiosas que están ofreciendo su oración en estos meses. Pertenece a las la Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazaret, y cuenta que, al principio, enviaron un mensaje a las Hermanas de todas las comunidades locales para unirse en la oración y acompañar los preparativos de la Jornada, especialmente en la adoración delante del Santísimo durante la noche.

«También trabajamos con ancianos en nuestras residencias -relata a Alfa y Omega-, y junto a ellos ofrecemos oraciones delante del Señor Sacramentado. Nuestras Hermanas de la República Centroafricana también están rezando por los frutos de la JMJ, y para que todos nos renovemos espiritualmente. Ofrecemos, todos los días, el Santo Rosario, en todas nuestras comunidades locales, por la Jornada Mundial de la Juventud. Y, además, cada comunidad ofrece un número determinado de Misas por esta intención, y a nivel personal hacemos lo que llamamos un ramillete espiritual, una serie de oraciones personales por este motivo».

La Hermana María Luisa lo tiene claro: «Nosotras somos Iglesia, y debemos colaborar con la Jornada como sabemos hacerlo». Ellas consideran la oración como «el motor que mueve nuestra vida; no sólo la de una consagrada, sino de todo cristiano. El mundo anda mal porque se ha olvidado de Dios; y por eso hay que recuperar la oración».

Rezad por vuestros enemigos

Su oración incluye también a todos aquellos que no aceptan la Visita del Papa a nuestro país. «Nosotras rezamos por ellos también. El Señor Jesús no vino a por aquellos que ya están convertidos, sino a por aquellos que están más alejados de Él. Hace poco, un ateo se me acercó para preguntarme por qué yo vivía así; poco a poco, hemos ido hablando y me ha manifestado que ya cree en algo. Hay chicos que, ante el mismo signo del hábito, se burlan de nosotras. Si yo les respondo con amabilidad, si oro interiormente por esa persona, se dará cuenta de que no somos como ellos piensan. Nuestra misión es convertir, llevar a los demás a Dios a través de nuestro testimonio. Rezar es algo muy valioso. Quienes se burlan y mofan de la Iglesia, lo hacen porque, en realidad, tienen dentro alguna inquietud. Es a través de la oración como, más tarde o más temprano, esas personas se van a acercar a Dios».

La Hermana María Luisa

A nosotras, la lucha

Otra de las religiosas plenamente implicada en la oración por la JMJ es la Madre Meritxel, de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, una Congregación misionera que también tiene una rama contemplativa. «Ya desde el inicio de los preparativos de la Jornada -relata-, pedimos a todas las comunidades rezar por los frutos. Por ejemplo, nuestra comunidad ha rezado durante todo un mes una treintena a san José por los beneficios espirituales de esta iniciativa, sobre todo para los jóvenes que asistan; y en este momento hemos iniciado una novena a Juan Pablo II, para que mueva el corazón de todos los jóvenes y se acerquen más a Dios. La rama contemplativa está rezando mucho por la JMJ, y éste a va a ser el único modo que tendrán de participar. Tenemos Hermanas que tendrán que quedarse en casa, y también ofrecerán este sacrificio por el bien de los jóvenes, y para que vean que ser cristiano hoy no es ninguna locura, sino que es algo verdadero».

¿Dónde recoger los frutos de la oración en un acontecimiento tan multitudinario? «Muchas veces es imposible ver el alcance de nuestra oración en la vida de los demás», cuenta la Madre Meritxel; pero afirma que, «a nosotras, se nos pide la lucha, no las victorias. Las victorias las da Dios cuando quiere. Así es la vida de las religiosas; nuestras oraciones y sacrificios dan fruto allí donde Dios quiere».

La enfermedad también es oración

Entre los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud hay una niña de 11 años con cáncer; su labor es ofrecer su enfermedad y sus sufrimientos por el fruto de la JMJ y, en especial, por el buen desarrollo del Programa Cultural. Es la misma misión que tiene ahora Félix Carbó: tras iniciar su labor al frente del Departamento de Cultura de la JMJ, se le diagnosticó una enfermedad de la que todavía se está reponiendo, por lo que tuvo que pasar de trabajar en la preparación de la Jornada, a ofrecer sus sacrificios por ella. «Como peregrinos que somos -afirma-, vamos haciendo camino, atentos a las señales que el Señor va marcando en el día a día. Con voluntad de servicio, haces lo que te corresponde en el momento que te corresponde; mientras estés atento al Señor, no hay diferencia. Lo importante es obedecer. Lo que le pido al Señor es que me muestre su voluntad, que es en realidad lo que me construye». Para su nueva labor, ha tomado como modelo a Juan Pablo II: «A través de él, el que inició todo esto de las Jornadas Mundiales de la Juventud, yo lo he ofrecido todo por la JMJ, desde el primer momento. Lo ofrezco por el desarrollo de la Jornada y por el departamento de Cultura, por Carla y por todo su equipo».

Kyle lo dejó todo para trabajar un año como voluntario. Dios es extremadamente generoso

Kyle Fergusson ya participó anteriormente en la preparación de otra Jornada Mundial de la Juventud. Él es de la región de Ontario, Canadá, y en su tierra natal ya trabajó como voluntario en los preparativos de la JMJ de Toronto 2002, e incluso tuvo ocasión de llevar la Cruz de las JMJ en su recorrido desde Montreal hasta Toronto. El año pasado, concluyó sus estudios de Teología en su país natal, y ha dedicado este año a participar como voluntario en el departamento de Cultura de la JMJ de Madrid 2011. Él lo cuenta así: «Decidí volver a involucrarme como voluntario en la Jornada Mundial de la Juventud porque mi experiencia del año 2002 realmente dio un gran impulso a mi fe, y quería volver de nuevo a mis raíces; y mis raíces están en la Iglesia». Afirma que en la preparación de una JMJ «hay mucho trabajo», pero que «es muy satisfactorio». En concreto, él está encargado de coordinar todas las actuaciones musicales procedentes de todo el mundo y que han sido aprobadas por el Comité Organizador Local de la JMJ: en total, 63 conciertos en apenas una semana. «Pero no estamos solos -afirma-; vemos detrás de nuestro trabajo la presencia divina, y nos damos cuenta de que no estamos solos, que no estamos sacando todo esto adelante por nuestras fuerzas». Para todo el equipo, «la oración es lo que nos mantiene en la dirección correcta, nos recuerda que todo lo que estamos haciendo es un trabajo para los demás; por eso rezamos juntos y celebramos la Eucaristía juntos todos los días».

¿Y qué pasará de vuelta a Canadá? «No tengo ni idea», reconoce entre risas, pero tiene claro que él y otros voluntarios como él «lo dejamos todo atrás y confiamos del todo en Dios. Yo estoy abierto a todo lo que el Señor me quiera dar. Dios es extremadamente generoso».