Los atroces. La maldición de los Átridas - Alfa y Omega

La compañía Teatro de Fondo estrena esta historia sobre la culpa. Basada en la saga de Los Átridas, bajo la dirección y dramaturgia de Vanessa Martínez y en creación colectiva del reparto, Los Atroces salta al escenario para presentar a unos personajes condenados por su destino que con resignación se sumarán al carro de la condena eterna solo por asumir que son eso, héroes; o lo eran…

Si alguno no lo sabe, Los Átridas son los descendientes de Atreo, rey de Micenas, en la mitología griega. Este linaje fue maldecido por los dioses porque se fundó a partir de la sangre de Tiestes, hermano de Atreo, y su destino y el de sus descendientes estuvo marcado por parricidios, canibalismo, asesinatos, infanticidio e incesto. A partir de ahí, el destino trágico que acompaña a todas las tragedias griegas campará a sus anchas entre unos personajes del siglo veinte que intentan explicar el porqué de su culpa a Orestes, el último en llegar, quien tratará de desentrañar los entresijos de esta culpa para soportarla.

Hipodamia, Electra, Tántalo, Pélope, Mírtilo o Pelopia son solo algunos nombres de los miembros de una familia española que se remonta a los felices -solo para algunos- años veinte. Sesenta años después, en los ochenta, Orestes ha cometido un crimen y se encuentra en el desván de una casa desvencijada con todos los fantasmas de sus familiares muertos. Allí se entremezclan de una forma apasionante el espacio y el tiempo; y allí también sus habitantes relatarán a Orestes sus crímenes a medio camino de la culpa y la sonrisa, pues ellos defienden el determinismo trágico que arrastran los héroes de la mitología griega, o lo que es lo mismo, el destino.

Todos y cada uno de los antepasados de Orestes solo combaten contra la eternidad y aleccionan al mismísimo Orestes para que entienda que él es uno más, otro eslabón de la cadena, no menos culpable que el resto, pero al que le pesan los pecados de sus ancestros. Pero Orestes no entiende nada. Se niega a tomar el testigo de la infamia y asiste desolado al relato de su familia, ora doliente / ora descarnado, para comprender por qué Electra no puede ver como él a los demás fantasmas, o qué es lo que le ha llevado hasta allí, si él al fin y al cabo ha hecho lo correcto.

La obra queda claro que habla de eso, de la culpa. Pero se trata más bien de una culpa al estilo de las viejas tragedias griegas aderezada de realidad del siglo veinte. Los escenarios por los que circulan estas historias habrá que buscarlos en la época del cabaré, en la posguerra de la segunda gran guerra y ya rozando la movida española. Y a los personajes habrá que rastrearlos no solo por el siglo V a C; si hacemos el esfuerzo de mirar atentamente a nuestro alrededor es probable que descubramos (incluso dentro de nosotros mismos) un poco de ese Orestes que trata de escapar de su destino, o de esa Electra que vive sin saber nada, de ese Atreo que fue capaz de cocinar a sus tres sobrinos o… Lo que quiero decirles es que siempre tendremos una y mil excusas para justificar nuestros actos, como así lo manifiestan estos protagonistas, pero también es verdad que siempre tendremos una y mil opciones para no sucumbir ante ellos.

Vayan a ver la obra. Vayan a vivir la obra. Vayan a pensar la obra. No se asusten con la Mitología, todo lo contrario, hay que añorarla y recuperarla. Además, la compañía Teatro de Fondo se lo pone francamente fácil. Los personajes están mimadísimos (los actores fabulosos, con un abanico de registros y una sutileza en la técnica que emocionan con el llanto y hasta con la risa); la historia, si bien es compleja, está sumamente cuidada y calibrada para que regresen a sus casas con ganas de saber más, de alimentarse de aquello que nos conforma desde antaño, las tragedias griegas y su catarsis; aquí, sí, sí, aquí, en el siglo XXI, lejos de los coros y las máscaras.

Esto son solo unas píldoras de seducción. El final, como todo en la vida, les toca escribirlo a ustedes… ¿O tal vez no?

Los atroces

★★★★☆

Teatro:

Nave 73

Dirección:

Calle Palos de la Frontera, 5

Metro:

Embajadores

Hasta el 27 de noviembre