Que aparezca la lluvia... - Alfa y Omega

Desde octubre vamos pasando por un período de espera, de mirar a lo lejos y rezar para que aparezca la lluvia y lo cambie todo. Es verdad que en algunos lugares ya ha llegado, pero no lo suficiente para comenzar a plantar el maíz, y el tiempo corre en contra de los malawianos.

En febrero de este 2015 dos ciclones, Basi y Chedza, entraron con fuerza por el sur del país y se llevaron por delante 176 vidas humanas, miles de desplazados y las futuras cosechas de maíz, que quedaron anegadas y perdidas.

Los malawianos saben cómo enfrentar las dificultades, sean del tipo que sean. En el año 2002 vivieron, vivimos, una de las peores hambrunas que se recuerda y este año toca enfrentar la falta de maíz por culpa de las inundaciones sufridas en febrero. Cuando Basi y Chedza irrumpieron en el país, el Gobierno declaró el estado de emergencia y pidió la colaboración internacional para ayudar a la gente que lo había perdido todo. Se hizo mucho y se recibió mucho por parte de las organizaciones no gubernamentales, pero sabíamos que aún habrían de venir tiempos difíciles.

Y es lo que está sucediendo ahora. No se ha podido empezar a plantar por falta de lluvia y en muchas zonas de Malawi, especialmente en el sur, ya no hay maíz. El maíz es básico en la dieta de este país: sin él no se puede cocinar la nsima, una especia de puré denso imprescindible en cada una de las comidas malawianas. No se concibe comer sin nsima, por eso, cuando falta el maíz, la población siente que no hay nada que llevarse a la boca, y en cierto sentido tienen razón.

A punto de terminar este año, el futuro de gran parte de la población es incierto. El Gobierno intenta paliar la escasez con ayudas y envíos de cereal pero esto tan solo tapa momentáneamente el agujero, porque el drama sigue ahí. En el 2002, cuando la hambruna asoló el país, la gente sobrevivió con lo que pudo, recurriendo a raíces y cortezas de árboles. En aquella ocasión, niños y ancianos fueron los más perjudicados y los que realmente sufrieron la falta de comida.

Esperemos que las cosas no vayan a más, que lleguen pronto las lluvias y que se queden para recoger una buena cosecha. Queda tiempo de escasez pero queda también la esperanza de que todo irá bien, porque la esperanza es lo que este pueblo malawiano nunca pierde.