Joachim Grendote: «Los señores de la guerra controlan el país, y eso no se dice en los medios» - Alfa y Omega

Joachim Grendote: «Los señores de la guerra controlan el país, y eso no se dice en los medios»

El domingo el Papa llega a Centroáfrica, la etapa más peligrosa de su viaje. Allí nació Joachim Grendote, misionero claretiano. «A pesar de que la Iglesia Católica ha perdido muchas de sus infraestructuras e incluso se ha dado la profanación de ciertos lugares de culto, pero la Iglesia no ha dejado de anteponer la reconciliación y la cohesión social entre los dos grupos», asegura

Ignacio Virgillito

Soy Joachim Grendoti, Misionario Claretiano, nativo de la República Centroafricana. Conocí a los claretianos el año 1991 en Roma durante un tiempo de experiencia con la comunidad laica de Sant’Egidio, que se dedica al tema de la justicia y a la resolución de los conflictos en el mundo. Leyendo un folleto sobre la vida de Claret me sentí identificado con mi llamada interior a la vida religiosa. De vuelta en mi país, me puse en contacto con los claretianos que tenía más cerca. Pase unos dieciocho meses de contacto vocacional con ellos. El año 1993, me invitaron a empezar la experiencia religiosa con ellos en Camerún. Me hice claretiano para servir al pueblo de Dios en el anuncio de la Palabra de Dios que es la palabra de vida. ¡He estado siempre en misión!

Hace seis años el Sínodo de Obispos marcó unas líneas maestras de la misión para un África que desea la reconciliación, la justicia y la paz. Bajo esta perspectiva ¿Cuál es la situación del catolicismo en República Centroafricana? Desde la rebelión del 2.012 ¿Cómo es el diálogo con el mundo musulmán?
¡Sí!, el Sínodo de los Obispos fue una Buena Noticia para el continente africano aunque había situaciones de guerras y de post-guerra en algunos países. Hoy hacemos nuestro ese documento para encontrar el camino de la reconciliación, de la justicia y de la paz, pero a la manera de los africanos, ya que sabemos que las soluciones a nuestros problemas no vendrán de fuera. Somos nosotros mismos quienes hemos de gestionarlas. Es verdad que necesitamos el apoyo de la comunidad internacional a un cierto nivel.

La situación que vive mi país ahora es difícil. Sobre todo desde el golpe de estado de la rebelión de Seleka que es una minoría musulmana que tomó el poder del estado. La Iglesia Católica Centroafricana ha trabajado y trabaja mucho con ellos en el sentido del diálogo interreligioso para encontrar un terreno de convivencia común.

A pesar de que la Iglesia Católica ha perdido muchas de sus infraestructuras e incluso se ha dado la profanación de ciertos lugares de culto, pero la Iglesia no ha dejado de anteponer la reconciliación y la cohesión social entre los dos grupos. Porque en verdad, este conflicto, que toma el nombre de conflicto entre los musulmanes y cristianos es un falso debate. Sabemos muy bien dónde está la causa verdadera: en una serie de políticos que intentan saciar sus egoísmos y hacerse un hueco en el poder del Estado.

Quisiera señalar que hay una plataforma de diálogo compuesta por tres líderes religiosos; el arzobispo de Bangui, el representante de los protestantes y el representante de la comunidad musulmana. Todos los líderes trabajan juntos para erradicar el ciclo de violencia entre comunidades. Porque hay un grupo de milicia llamada «cristiana» con el nombre Anti-balaka que lucha contra los que se llaman Seleka.

Pero en República Centroafricana tenemos señores de la guerras que están en el país con armas y que ocupan una gran parte del país. Y esto no se dice, no aparece en los medios.

Cuando se sienta a escuchar a la gente de Rep. Centroafricana ¿qué le cuentan? ¿Qué hacen para afrontar sus problemas?
Hay un sola pregunta: ¿cuándo volverá la paz en el país para recomenzar a vivir la cohesión social como antes el conflicto? Mi pueblo necesita que se multiplique el esfuerzo de dialogo entre comunidades religiosas. Ellos también quieren que se les haga justicia, por ejemplo ante los autores de graves crímenes durante este conflicto antes de hablar de la amnistía general.

Entre ellos es fácil darse cuenta de que todo el mundo en mi país quiere la paz. Porque sin ella no se puede hacer nada al nivel de desarrollo.

¿Cómo es posible que un país productor de diamantes sea el segundo más pobre del mundo? Una de las consecuencias de la pobreza es la inmigración ¿cómo viven la reacción de Occidente en este tema?
Es verdad, esto no se entiende. Pero a la vez, creo que la respuesta es sencilla: la situación de pobreza que vive la República Centroafricana depende en gran medida de la mal gestión de los gobernantes desde hace mucho tiempo. A la población no le llegan las ganancias directas de la venta de esos diamantes en su vida cotidiana. Por otra parte, está el lobby de connivencia con algunos centroafricanos que saquean sistemáticamente la riqueza del propio país. En mi opinión todo esto depende de la responsabilidad de los gobernantes respecto a una mala administración de los bienes que benefician al pueblo.

En cuanto al tema de la inmigración, podemos hablar en términos de responsabilidad compartida entre el Occidente y África. Nadie ignora el verdadero problema. Entonces hay que dialogar para ver el problema desde su raíz. Debemos evitar la venda superficial de la herida. Como señala el Papa Francisco: Occidente tiene que evitar una cierta hipocresía en la venta de las armas.

El Papa Francisco ha convocado para este tiempo el Año de la Vida Consagrada. Bajo esta premisa ¿qué le ofrece hoy la Vida Consagrada a la Iglesia en África?
Considero que la vida Consagrada en África se encuentra bien a pesar de las dificultades ligadas a las realidades precarias de muchos países. Podemos decir, de otro modo que estas dificultades se convierten en un lugar para dar testimonio de la presencia de Dios y esperanza a los pueblos. Porque nosotros como religiosos tenemos que alentar a la gente en este momento de crisis. Agradezco a los misioneros que trabajan en Rep. Centroafricana por su presencia y cercanía al lado del pueblo. Me impresionó mucho saber que los misioneros polacos que están de misión en la parte Este, rechazaron abandonar el país en un momento crucial para poder quedarse con el pueblo. Es un ejemplo de una buena colaboración entre los misioneros y los sacerdotes nativos que están siempre con el pueblo. Creo que sin la presencia de la Iglesia con sus agentes (tanto nativos como misioneros) esta situación sería una catástrofe.

Para terminar, considero que el viaje del Papa a la República Centroafricana es un momento de gracia y una buena ocasión para recibir de él un mensaje de reconciliación, de paz, de cohesión social. Para que cese la guerra «interconfesional». Esta visita también es una bendición para cada uno. El Papa Francisco demuestra una vez más que es el Papa de los pobres. Nos queda rezar para que esta visita sea toda una bendición, y dé muchos frutos de esperanza y de paz.