Consolar al triste - Alfa y Omega

Consolar al triste

Si «el nombre de Dios es Misericordia», como dice el Papa, sus apellidos bien pueden ser los 14 modos que desde hace siglos propone la Iglesia para vivir y practicar el amor de Dios: las obras de misericordia. Estos son testimonios reales de cómo se puede vivir el Año de la Misericordia

José Antonio Méndez
Foto: José Antonio Méndez

Envuelta en mantas y con los signos que tiñen el rostro de quien se pasa el día pidiendo en la calle, Dori es una figura habitual para quien transita por la calle Arenal, de Madrid. Pero, lejos de lo que pintan las apariencias, Dori da mucho más de lo que recibe: conoce y se ocupa de algunas personas sin hogar; dio techo a un hombre que mendigaba en la calle con la vida familiar rota; y pregunta a los feligreses habituales por sus problemas, sus enfermedades y sus familias. «Es lo que nos dijo Nuestro Señor: que todos tenemos problemas y que tenemos que cuidarnos unos a otros. Como yo he tenido muchos problemas –Dori arrastra un largo historial familiar y personal de enfermedades, maltratos y desequilibrios–, me figuro lo que piensa y lo que sufre la gente, y puedo hablarles mejor, y decirles que pasen a la iglesia a hablar con Dios, que les quiere mucho», dice arrebujándose en sus mantas. Y da un consejo evangélico, de cita libre, para consolar al triste: «No juzgar mal al otro. Lo decía Jesús: “Que tire la primera piedra el que tenga una mota en el ojo y no una viga”».