Evangelio puro, sin florituras - Alfa y Omega

Evangelio puro, sin florituras

Siempre con el débil, siempre con el enfermo, con el pobre, con el perseguido… El viaje del Papa Francisco a África ha sido un pórtico insuperable al Año de la Misericordia

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Foto: AFP Photo/Giuseppe Cacace

Es cierto que en los medios de comunicación se ha abusado del calificativo «histórico», pero el viaje que acaba de realizar Francisco a Kenia, Uganda y República Centroafricana será recordado durante mucho tiempo. Para la historia queda la imagen de un Papa paseando entre la gente a pecho descubierto por un país en guerra, desoyendo todas las advertencias cuando se referían a su propia seguridad, porque para él lo importante y decisivo era transmitir esperanza a un pueblo que anhela pasar página después de tres años de guerra civil. O su oración silenciosa en la mezquita de un violento barrio de Bangui para reconciliar a cristianos con musulmanes. Y quedan sus visitas a campos de refugiados, a poblados chabolistas o a miserables dispensarios médicos que no merecen llamarse hospitales, donde los niños mueren de hambre y de enfermedades que serían fácilmente curables con una dotación mínima de medios. Siempre con el débil, siempre con el enfermo, con el pobre, con el perseguido… Y siempre también implacable con la corrupción, con la idolatría del dinero, con la trata de personas y de armas… El Papa tiene muy claro cuál es su bando.

En este viaje a África ha terminado de forjarse el mito Francisco, solo que Francisco no es el mensaje ni pretende serlo. Su mensaje es el Evangelio. Ocurre que él lo encarna con una credibilidad impresionante en una serie de aspectos esenciales que el mundo necesitaba oír. Consciente de ello, ha convocado un Año de la Misericordia en el que quiere sacar a la Iglesia a la calle y ponerla en estado de misión a través de la forma más didáctica y efectiva: el amor al prójimo. «Jesús está presente donde están los pobres, los enfermos, encarcelados y los que sufren», decía el Papa en la Casa de la Caridad en Nalukolongo (Uganda). En este sentido, estos seis días en África han sido un pórtico insuperable al Año de la Misericordia que se inaugurará el 8 de diciembre en Roma. Evangelio puro, sin florituras, sin dobleces ni complicaciones innecesarias. Como el propio Francisco.