Los mártires y el Año de la Misericordia
Los cristianos perseguidos rezan por sus enemigos y a todos intentan hacer el bien. Un ejemplo inmejorable en el Año de la Misericordia
Mientras el Año de la Misericordia se abría en Alepo, la hermana Guadalupe ponía rostro en España a la campaña de Navidad de Ayuda a la Iglesia Necesitada con un impresionante testimonio sobre los cristianos en Siria. La religiosa argentina, del Instituto del Verbo Encarnado, restaba importancia a la heroica labor que realizan los misioneros en zonas de guerra, infundiendo con su presencia esperanza a quienes lo han perdido todo. Lo conmovedor para ella son esos simples fieles que, hasta hace cuatro años, llevaban una vida relativamente apacible y que, de repente, se han visto confrontados con la disyuntiva radical entre la apostasía y el martirio. Ni un solo cristiano en Alepo ha renegado de Cristo. Pero según ha contado la hermana Guadalupe, lo que maravilla a sus vecinos musulmanes (a esa gran mayoría que desea seguir viviendo en paz con los cristianos) es ver a los mártires esperar la muerte con una sonrisa y sin un ápice de odio por sus perseguidores, por cuya conversión no dejan de rezar cada día los cristianos. Testimonios así –aseguró– han producido multitud de conversiones: a Siria llegan noticias desde los rincones más alejados del mundo, pero también de musulmanes de la propia Alepo.
La Iglesia está llamada a hacer visibles en el mundo «los signos de la presencia y de la cercanía de Dios», decía el Papa hace unos días al explicar el sentido del recién inaugurado Año Jubilar. Con demasiada frecuencia, el cristiano tiende a culpar a Dios del mal en el mundo. En Siria, Irak o Nigeria, los cristianos perseguidos han comprendido que las cosas horribles que pasan a su alrededor son consecuencia del pecado de los hombres y del mal uso de la libertad. Al reconocerse necesitados de la Gracia, estos cristianos se han convertido en grandes testigos de la fe y en un poderoso signo de esperanza para nuestro mundo. Porque se saben pecadores, como el resto, no condenan a sus enemigos, sino que rezan por ellos, y a todo el mundo intentan hacer el bien. Un ejemplo inmejorable en este Año de la Misericordia.