Nochebuena en Vallecas - Alfa y Omega

Desde hace tres años, en la parroquia cenamos en Nochebuena con los pobres. El primer año que lo hicimos le dije a mis padres: «Este año no puedo cenar en Nochebuena con la familia, porque voy a invitar a los pobres del barrio a cenar». «Lo que faltaba –decía disgustada mi madre–, ahora ya ni vienes en Navidad». Ciertamente es una fecha muy familiar y entrañable. Pero por eso mismo me convencí de que debía cenar con la familia que Dios me había regalado: mis queridos pobres. El primer año fuimos 45, y el año pasado llegamos a ser 150 personas. Nos ayuda la ONG Avanza.

Recuerdo que el primer año me senté con un anciano que nos contaba cómo le había abandonado toda su familia y vivía solo en una habitación. Se le escapaban las lágrimas: «Hacía muchos años que no cenaba en Navidad con nadie. Sois mi familia». Al otro lado de mi mesa había una chica joven con su bebé de meses. Estaba sola porque su novio los había dejado y estaba muy triste. Nos iba contando lo mal que la había tratado su novio: ni siquiera fue al hospital cuando nació su bebé. Pero allí estaba ella, asombrada, viendo lo bien decorado del salón y la excelente comida. Parecía un restaurante de primera categoría.

Otro año, una familia de nuestra Cáritas pidió venir a cenar porque tenían a su bebé en la UVI. No querían estar solos esa noche. Sería demasiado triste. Todos nos encargamos de que pasaran una feliz noche a pesar de no poder estar con su hija de tres meses. Al final de la cena, se reparten regalos a los niños, cantamos villancicos y pasamos al templo a celebrar la Misa de Gallo. Verdaderamente estamos en el portal de Belén. No sé cuántos seremos este año. Seguro que los que Dios quiera.