A la espera del Sol... - Alfa y Omega

A la espera del Sol...

Colaborador
Foto: José María Vegas
Foto: José María Vegas

La Navidad en Múrmansk (Rusia), a apenas 2.000 kilómetros del Polo Norte, en el Círculo Polar Ártico, tiene un sabor del todo especial. Se celebra en plena noche polar, que dura dos largos meses. En ese tiempo, los que vivimos allí creemos que existe el sol, que no aparece, aunque a veces se insinúa: cada día un par de horas, tras un leve resplandor que no cuaja en amanecer; de vez en cuando en ese milagro de luz nocturna que es la Aurora boreal. Son como sacramentos del astro rey. Vivimos a la espera del nuevo nacimiento del sol, que tiene lugar solo a mediados de enero. Pero, entretanto, el 25 de diciembre, la pequeña comunidad católica de Múrmansk (y los católicos de las poblaciones circundantes, en un radio de unos 200 kilómetros) se reúne a celebrar que, en medio de la oscuridad (la polar, la de nuestra tormentosa historia), realmente nos visita el sol que nace de lo alto, el que viene a iluminar la noche y señalar el camino, Cristo Jesús, nacido en Belén. Otra peculiaridad de la Navidad católica en Múrmansk, como en toda Rusia, es que es día de trabajo. La Navidad ortodoxa, por el calendario juliano, se celebra el 7 de enero. Los católicos tienen que hacer un esfuerzo adicional para, tras la jornada laboral, ir a la iglesia (para muchos muy distante, en la ciudad, incluso desplazándose desde otras ciudades) y reunirse para la celebración eucarística. Todo lo compensa el clima humano y cristiano extraordinariamente cálido, verdaderamente comunitario, que el párroco, el sacerdote claretiano argentino Juan Emilio Sarmiento, ha sabido crear en esta pequeña pero viva e inquieta comunidad parroquial. Tras la misa siempre nos reunimos a compartir una cena navideña preparada por los mismos parroquianos, en la que abunda la comida y la alegría. Como se puede comprobar, las auroras boreales tienen también su versión litúrgica y fraterna.

José María Vegas Mollá, CMF